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‘Minx’: una serie para la revista feminista que pedía igualdad enseñando penes

La ficción de HBO Max, que reimagina y moderniza el mundillo de las publicaciones eróticas de los setenta, es una de las joyas cómicas escondidas de la temporada

En 'Minx', una periodista se alía con un editor de revistas porno para lanzar una revista femenina con desnudos masculinos.

“Si alguien me necesita, estaré recuperándome de los 18 penes que he conocido esta semana”. La directora y guionista estadounidense Ellen Rapoport comunicó al mundo con esta publicación de Instagram que acababa de terminar el rodaje de Minx. Una serie que, con permiso de la carrerilla voyeurística que han cogido Pam & Tommy y Euphoria tras Juego de Tronos, se ha convertido en la producción de prestigio con más falos en primerísimo primer plano en nuestro televisor. Con un espíritu mucho más festivo que erótico, y hasta podría decirse que de forma encantadora, en la primera temporada de esta ficción se han celebrado todo tipo de edades, formas y colores en torno al órgano reproductor masculino, desplegando ante los espectadores la didáctica clase de anatomía reproductiva que probablemente nunca tuvieron. Por sus diez capítulos se han paseado penes pequeños pero matones, robustos y encantados de conocerse o torcidos y tímidos, pero siempre dispuestos a integrarse en la fiesta. La excusa es contar, en clave de humor, la historia de una supuesta revista erótica para mujeres, la primera en su género en Estados Unidos.

Jake Johnson es Doug y Ophelia Lovibon es Joyce en 'Minx'.
Jake Johnson es Doug y Ophelia Lovibon es Joyce en 'Minx'.HBO Max

La culpa de esta invasión desmedida de glandes televisivos la tiene un recuerdo que desbloqueó Rapoport mientras navegaba por internet hace unos meses. La creadora se topó con un artículo sobre la historia oral de las revistas porno para mujeres que se popularizaron en los setenta, como Playgirl o Viva, publicaciones inspiradas por la segunda ola feminista que quisieron replicar el modelo de Playboy, mezclando reportajes de corte social progresista con producciones eróticas. Fue leer sobre aquel viaje al pasado y revivir algo que había borrado de su memoria, el momento en el que vio un desnudo integral masculino sobre el papel: “Era una cría y estaba cuidando al gato de mis vecinos. Como era una chiquilla terrible y muy inquieta, empecé a cotillear sus cosas. Fue la única ocasión que tuve entre mis manos un ejemplar de Playgirl”, explica en una conversación por Zoom esta licenciada en derecho de Harvard. Rapoport decidió pasarse a Hollywood cuando entendió que si se quedaba en su bufete le tocaría alinearse con los malos de la película. “Era una empresa que tenía una división para defender a empresas contaminantes, de esas que envenenan el agua y cuyos humos dejan estériles a sus trabajadoras. Entendí que si trabajaba allí o bien sería el demonio personificado o una mujer profundamente aburrida”, cuenta.

Rapoport prefiere salvar las distancias con su ficción, pero esa clarividencia para ejercer el bien sin amargarse la podría haber experimentado la protagonista de Minx, Joyce Prigger (interpretada por Ophelia Lovibond). La vehemente periodista, fanática de Gloria Steinem, toda una ilustrada del feminismo que sueña con el Pulitzer, es incapaz de convencer a ningún editor para publicar El matriarcado despierta. A nadie le interesa invertir un dólar en la mujer que grita en la portada de su densa y académica revista artesanal que busca cambiar el mundo a principios de los años setenta. A ningún inversor menos a Doug (Jake Johnson), un editor de Los Ángeles de revistas porno softcore que convencerá a Joyce para lanzar una evolución de su idea. Así nacerá Minx —que en castellano se podría traducir como Fresca—, una revista que abraza ese despertar por la igualdad, pero incluyendo desnudos masculinos: “Algo en plan elegante, no como si te estamparan un pene en la cara”, dice el empresario para convencerla. Y lo consigue. En su primer número, la publicación mezclará reportajes sobre la revolución de la pastilla anticonceptiva en las mujeres solteras o la violación marital con una producción a doble página de un bombero desnudo que está sufriendo acoso callejero de unas ejecutivas sexis. El drama de la cosificación en su justa ironía.

La serie recrea los inicios de los años 70, el vestuario, en su mayor parte, proviene de tiendas de segunda mano de Los Ángeles.
La serie recrea los inicios de los años 70, el vestuario, en su mayor parte, proviene de tiendas de segunda mano de Los Ángeles.HBO Max

Porno para mujeres y gays

Como si de una evolución natural de la serie Mrs America se tratara, Minx añade un ligero sentido del humor a un discurso feminista, interseccional y combativo. Una liberación que también aprenderá su protagonista, que pasará de convertirse en una elitista feminista encerrada en las elevadas ideas de la academia a una mujer más abierta de mente e inclusiva, tanto sexualmente como en términos sociales. Lo confirma su creadora: “Es algo que pedí específicamente en la sala de guionistas. Joyce abandona los confines de la segunda ola del feminismo para entrar en la tercera ola, para poder ser una feminista que también reconozca al cuerpo y a la sexualidad como parte de la ecuación de la igualdad”. Esa transformación personal no podría darse sin Doug, un inesperado aliado encarnado por un empresario especulador devoto de la fantasía del sueño americano y con un corazón de oro. “Así como la feminista debe convertirse, un poco, en pornógrafa, teníamos muy clara la idea de que el pornógrafo también debía convertirse en feminista. Y no debía ser uno que estuviese obsesionado en acostarse con mujeres. El auténtico amor de Doug es el capitalismo, el espíritu del comercio. Eso lo hacía mucho más moderno y equilibrado, nadie quiere ver a un pervertido en pantalla”.

“Aquella década supo dar en el clavo en la mezcla entre feminismo y sexualidad, algo que no creo que pase ahora. La sexualidad también es una parte de la experiencia femenina y debe tratarse con la misma atención que cualquier otro tema”, explica Rapoport sobre la importancia y modernidad de aquellas revistas que, aunque se vendían para que las comprasen mujeres, también acabaron consumiendo los gais. “No pienso que las editoras fueran homófobas y tratasen de esconderlo, el problema era que la publicidad inicial era para el público femenino. Cuando evolucionaron en los ochenta, ya se asumió que eran revistas de consumo gay, su auténtico público potencial”, aclara.

La clave de la serie es reimaginar, adaptándose al discurso actual, lo que podría haberse cocinado en los cuarteles de aquellas publicaciones de los setenta. Lejos de imaginar un universo lúgubre y poco emancipador, Minx apuesta por una versión luminosa, con unos secundarios de lujo y sin olvidar asuntos sociales como el racismo, la bisexualidad, la homofobia, el machismo social o la represión política de los reaccionarios de la época. “Todo funciona mejor con un toque de comedia, no sé si lo hace más didáctico o más interesante, pero si te ríes, creo que es un atajo para que tu idea germine en el público”, cuenta su creadora. Porque en esta serie, en realidad, todo es un poco meta: como su revista, infiltra el mensaje político de la igualdad colándote fotogramas de penes, pero sin que te estampen todo el peso feminismo en la cara.

"El papel de pornógrafo enamorado del capitalismo que acaba convirtiéndose al feminismo estaba hecho para Jake Johnson", apunta su creadora. En la imagen, el intérprete, en primer plano.
"El papel de pornógrafo enamorado del capitalismo que acaba convirtiéndose al feminismo estaba hecho para Jake Johnson", apunta su creadora. En la imagen, el intérprete, en primer plano.HBO Max

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