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columna
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Coros y danzas en las teles autonómicas

Lejos de proyectar una imagen ecuánime y diversa de la sociedad a la que sirven, las autonómicas se rebozan en lo más zafio y populachero. Tal vez sea hora de repensar esos canales

Sandrina Martínez, concursante de 'A tu vera'.
Sandrina Martínez, concursante de 'A tu vera'.
Sergio del Molino

España se enteró de que Castilla-La Mancha tenía una televisión autonómica cuando Cospedal nombró a Nacho Villa su director, al que añoran mucho los hosteleros de Toledo y alrededores, en cuyos restaurantes se dejó casi 70.000 euros de dinero público, malversación por la que fue condenado el año pasado. Desde entonces, nada más supimos de la tele castellano-manchega, salvo alguna anécdota protagonizada por Ramón García, la versión bilbaíno-manchega de Juan y Medio.

Esto es lo normal en todos los canales autonómicos, que solo trascienden sus lindes cuando hay una sentencia judicial o un cómico se sale mucho del tiesto. Cuando hacen eco, siempre es involuntario, como aquella señora que leyó un poema pornográfico en Castilla y León. Esta vez, Castilla-La Mancha TV ha sido la comidilla por un episodio rarísimo en un concurso de cantantes aficionados llamado A tu vera. Una de las participantes se quedó en blanco en mitad de la actuación y sufrió un desmayo. Al verlo, su madre, que estaba en el público, se desmayó también. El realizador alternó planos del pianista que dejó de tocar y de la cara de la presentadora, Alicia Senovilla, mientras sonaban gritos desgarrados de amor de hija y sufrimiento de madre, más copleros que las coplas del concurso.

Las autonómicas nacieron como una forma de reforzar la identidad y proyectar la autoestima de culturas vernáculas y locales machacadas por décadas de centralismo madrileño, pero los últimos episodios que han saltado al cotilleo nacional son golpes en la línea de flotación de ese ideario: cada escena estrambótica que se viraliza confirma todos los prejuicios capitalinos. Lejos de proyectar una imagen ecuánime y diversa de la sociedad a la que sirven (pues son servicios públicos), se rebozan en lo más zafio y populachero, reduciendo su programación a un festival franquista de coros y danzas. Tal vez sea hora de repensar esos canales.

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Sobre la firma

Sergio del Molino
Es autor, entre otros, de los ensayos 'La España vacía' (2016) y 'Contra la España vacía' (2021). Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por 'La hora violeta' (2013) y el Espasa por 'Lugares fuera de sitio' (2018). Entre sus novelas destacan 'La piel' (2020) o 'Lo que a nadie le importa' (2014). Su último libro es 'Un tal González' (2022).

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