‘Endeavour’: un gran clásico de la ficción policial
La serie protagonizada por el sargento Morse llega a su octava temporada sin síntomas de agotamiento y con todas sus virtudes, que no son pocas, a pleno rendimiento
Hay series, pocas, que en la oferta televisiva abrumadora de hoy en día justifican una suscripción. La británica Endeavour, producida por ITV y de la que en España se puede ver ya la octava temporada en Filmin, es una de ellas. La protagoniza el sargento Morse (un Shaun Evans que ya es historia reciente de la televisión por este papel) y está basada en las novelas de Colin Dexter. Oxford como escenario, unas historias perfectas y un complejo desarrollo de los personajes son las tres grandes virtudes de este clásico de la ficción policial ambientado entre 1965 y 1971. ¿Quién es Morse? se preguntarán los que lleguen por primera vez a la serie. Dejo la palabra a Javier Marías, quien nos descubrió a Dexter hace ya algunos años hablando de sus libros y de otra adaptación televisiva: “Es un hombre comprensivo, parecido en eso a Maigret, que persigue a quienes asesinan pero no juzga mucho. Trata de entender, evita la severidad. Se lo ve vulnerable e ingenuo pese a su veteranía, con esa ingenuidad que nunca pierden del todo las personas esencialmente buenas y que procuran no ser injustas”.
Era arriesgado hacer una octava temporada después del final trágico y sublime de la séptima, un capítulo ambientado en Venecia y que llevaba al máximo a los personajes con una historia de amor, muerte, traición y lealtad rodada además con el gusto de una serie que, sin excesos, es impecable en la dirección artística y va siempre acompañada con una gran selección musical fruto de la sensibilidad melómana de su protagonista. En tres capítulos de hora y media, el guionista Russel Lewis sabe dar un paso más, llevar a los personajes al límite sin cansarnos con la vida pasada, y todavía algo misteriosa, del protagonista, un hombre cerrado y misántropo. Los conflictos internos de Fred Thursday ––jefe de Morse, a quien admira a pesar de todo y considera como un hijo––, sus errores personales y sus frustraciones están muy bien retratados. El amor imposible de Morse con Joan, hija de Thursday, no era una historia acabada como podía parecer. Secundarios como el inspector Jim Strange, el superintendente Bright, la periodista Dorothea Frazil o el forense Max DeBryn ayudan a mantener un ritmo excelente.
El segundo capítulo de la temporada, con Morse hundiéndose en su alcoholismo al tiempo que trata de resolver uno de los mejores casos de toda la serie, es de un nivel que pocas producciones mantienen ocho temporadas y nueve años después. Ahora que viene el mal tiempo, el tercero (con los protagonistas atrapados por una tormenta de nieve en un hotel donde hubo una masacre ocho años antes) es un plato ideal para una tarde de temporal.
La serie siempre se fija en el contexto sociopolítico de la época en la que está ambientada (movimientos sociales a finales de los sesenta en anteriores temporadas, The Troubles en Irlanda a principios de los setenta en esta) pero es ante todo una serie de género protagonizada, en esencia, por hombres blancos de clase media y mediana edad, adictos a una idea de justicia y que han encontrado en su trabajo policial una última motivación vital. No es lo que se lleva, pero es excelente de principio a fin. “Somos tanto lo que odiamos como lo que amamos”, dice Thursday a su subordinado en un momento en que este se pone cínico. Amamos Endeavour, odiaríamos que acabara, larga vida a Morse.
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