El hombre que crea pesadillas en la fábrica de sueños
Jason Blum, el productor que ha reinventado el género de terror en el cine, estrena en televisión la antología ‘Welcome to the Blumhouse’
La película que más impactó a Jason Blum (Los Ángeles, 51 años), el hombre que ha actualizado el cine de terror, fue Viernes 13. La vio en televisión, en los años ochenta en HBO, cuando la plataforma empezaba a colarse en las casas estadounidenses. En las últimas dos décadas, el productor se ha consagrado como el hombre que se dedica a crear pesadillas en la fábrica de sueños. El nombre de su compañía, Blumhouse, aparece en los créditos de prácticamente todas las franquicias de terror de Hollywood. Las de Paranormal Activity, La Purga, Insidious y Feliz día de tu muerte, además de la breve filmografía de Jordan Peele (Déjame salir y Nosotros), llevan su sello. Y ya se ha encargado de relanzar clásicos como El hombre invisible y Amityville. Ahora ha tenido que reinventar su universo para crear Welcome to the Blumhouse, una antología de largometrajes pensados para consumir en streaming. Sus dos primeros títulos llegan hoy a Amazon Prime Video, justo a tiempo para un Halloween confinado.
La fórmula que tan bien le ha funcionado en las salas muta casi por completo en estos nuevos relatos. “No hay que olvidar que cuando vi Viernes 13 en la tele no teníamos todos un teléfono en la mano. Ahora, cuando haces terror para ver en casa hay que pensar en que el espectador puede estar mirando desde una pantalla muy pequeña. Los sustos que te hacen saltar del asiento en el cine o ante un televisor no funcionan en un móvil o una tableta”, explica Blum por videollamada.
Las tramas ha sido lo primero que ha cambiado para adaptarse al nuevo entorno. Sus éxitos cinematográficos abordan temas amplios (el control de armas en La Purga, el racismo en Déjame salir o el sexismo en El hombre invisible), pero las historias de Welcome to the Blumhouse prefieren centrarse en lo íntimo y familiar. The Lie, que ya puede verse en Amazon, cuenta el infierno de unos padres al intentar cubrir el asesinato cometido por su hija. Y The Black Box, también disponible desde este martes, está hermanada con Black Mirror: un padre soltero se presta a participar en un tratamiento experimental que le permita recuperar la memoria perdida en un accidente de tráfico, en el que murió su esposa. “Quizá el streaming nos permite dar más matices a la que contamos. Esta vez, nuestro objetivo es que los protagonistas reaccionen como el espectador cree que van a reaccionar. No puedo prometer que lo hayamos logrado siempre, pero esa es la idea, que la gente se sienta realmente inquieta mientras ve estas películas”, avanza el productor.
El 13 de octubre llegarán otros dos títulos. En Evil Eye, la superstición de una madre de origen indio le hace creer que el nuevo novio de su hija es la reencarnación de un hombre de su pasado. Nocturne, en cambio, sí que recurre a algunos elementos clásicos: el pacto faustiano que acepta una estudiante de música para superar el talento de su hermana gemela. Amazon y Blumhouse repetirán la jugada en octubre de 2021, con cuatro nuevas entregas. Si hay algo que conecta a las propuestas independientes de esta antología es su diversidad, tanto en sus protagonistas como en los directores, guionistas y productores que las crean detrás de la cámara. Es algo premeditado, admite Blum. “Si pensamos en la gente que viene a ver nuestras películas, menos de la mitad son blancos, así que tenía todo el sentido que estas historias fueran un reflejo de las distintas culturas, razas y géneros de la gente que nos sigue. Es también una forma de asegurarnos que el espectador sienta como auténtico lo que está pasando al otro lado de la pantalla y de que se pregunte '¿Y si me pasara a mí? ¿Qué haría yo en esa situación?”.
Blumhouse también ha cambiado las reglas del juego desde el punto de vista económico. Mientras que los grandes estudios parecen estancados en gigantescas producciones de superhéroes que no siempre logran récords en taquilla, la productora se ha especializado en obtener grandes réditos con presupuestos microscópicos. Es el modelo de negocio al que parece abocada la industria en la nueva realidad tras la crisis del coronavirus. Y eso que Blum fue uno de los muchos que le dijo no a El proyecto de la Bruja de Blair (1999) cuando sus creadores buscaban a alguien que distribuyera la película. “Aprendí de la experiencia”, asegura el productor. Ese error cimentó las bases de su catálogo, una lista casi infalible de éxitos. “Me recordó que el negocio de la televisión y el cine es muy subjetivo y que no siempre tengo la razón. Desde entonces, intento estar siempre abierto a las ideas ajenas. Si alguien de mi equipo se apasiona por una historia, incluso si a mí no me llama mucho la atención, apostamos por ella. Y generalmente acertamos así”. La receta la aplica incluso a los proyectos que no tienen que ver con el género. “A mí Whiplash (2014) no me decía nada; sencillamente no entendía el guion. Couper Samuelson, productor con el que trabajo desde hace muchos años, me dijo que no iba a poder dormir si no hacíamos esa película y mira cómo acabo el asunto (ganando tres Oscar). Al menos puedo decir que tengo un Whiplash que compensa mi El proyecto de la bruja de Blair”, bromea Blum.
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