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La receta de los Candelas para crear un canal de éxito en Twitch: “Somos una familia muy viral”

En poco más de dos años, Arroz y Desgracias ha logrado ser candidato en los principales premios de ‘streamers’ en español. Estos son sus ingredientes secretos para lograrlo

Twitch Candelas
Cocina del restaurante Arroz y Cañas, en Guadalix de La Sierra, sede del canal de Twitch Arroz y Desgracias. De izquierda a derecha, Tomás Candelas, Ainara Pérez, Aarón Candelas e Isabel Gonzalez.Santi Burgos
Jordi Pérez Colomé

Todo ocurre en la cocina de un restaurante real de Guadalix de la Sierra, un pueblo al norte de Madrid. El cocinero, Tomás Candelas, de 76 años, pasea junto a los fogones y se queja: “Yo dando vueltas y vueltas y vosotros no tenéis nada que hacer, tengo los dos hornos, siete fuegos, estoy cortando y vosotros tocándoos los cojones y yo venga a correr y por más que quiera correr no llego y encima os ponéis en medio, qué acostumbrados estáis a que haga yo todo”, dice. El restaurante, Arroz y Cañas, ha empezado el servicio a clientes de verdad que esperan en sus mesas y Tomás se lamenta como un cocinero real.

Sin embargo, hay una diferencia sustancial. Su perorata la están viendo en directo más de 2.000 personas en el canal Arroz y Desgracias de Twitch. “Don Tomás me representa en el trabajo”, responde un espectador en el chat de Twitch, una plataforma célebre por emitir directos de videojuegos, pero cuya oferta más variada crece, como la categoría IRL (“de vida real”, en sus siglas en inglés). En esa modalidad Arroz y Desgracias es uno de los cuatro canales nominados a los premios Esland, los principales de la comunidad hispana de Twitch, que se conceden este domingo en México.

Aarón Candelas mira la pantalla en el pequeño estudio para emitir directos del canal de Twitch Arroz y Desgracias.
Aarón Candelas mira la pantalla en el pequeño estudio para emitir directos del canal de Twitch Arroz y Desgracias. Santi Burgos

El canal de los Candelas empezó en pleno confinamiento, en el verano de 2020. Su objetivo inicial era mostrar un servicio real en un restaurante. Pero el producto ha evolucionado y se ha adaptado a lo que mejor funciona: “Al principio estaba superbasado en mi padre, yo y la cocina”, dice Aarón Candelas, de 26 años, hijo y ayudante de Tomás y cerebro de toda la operación. “Pero desde que Ainara [novia de Aarón] se incorpora, empezamos a explorar el tema de la familia. Arroz y Desgracias empezó como una cocina y hoy es un reality show de una familia. Somos la familia más desestructurada posible, pero también somos una familia normal”, añade.

Junto a Aarón, Tomás y Ainara Pérez está Isabel González, la madre, que se encarga de la sala del restaurante y explica a los clientes que no lo saben qué ocurre en la cocina, qué son esos gritos (la cocina está abierta hacia la sala): “La gente que no sabe que tenemos un canal de Twitch se entera rápido”, dice Isabel. La clientela pasa progresivamente de comensales incautos a audiencia del canal: “Reservan desde Cataluña, desde Ibiza, unos moteros para 18 personas. Ha venido hasta una delegación de la Comunidad Europea a ver si es verdad lo que hacemos”, dice Tomás.

Aarón sabe que la combinación de los perfiles en la familia, el carisma natural de su padre y la cocina le dan una ventaja. Aarón y Ainara tienen sus propios canales de Twitch, centrados en sus videojuegos. Pero hasta ahora no habían logrado destacar y ha sido gracias al restaurante. “Es un 50% talento natural y un 50% buena prospección”, dice Aarón. “Por mucho que lo intentes esto es algo con lo que se nace. Ha dado la casualidad de que mi padre es una persona superviral, comunica muy bien, carismática, que es un exagerado que te-puñetero-cagas, que somos mal hablados, que la familia es muy viral y los perfiles que tenemos han ayudado porque yo sé de lo mío, pero Ainara también ha metido mano en lo que ocurre tras la cámara”, añade.

Tomás es una estrella de una plataforma por internet de la que apenas saber pronunciar el nombre. Hace poco no sabía ni que existía. Aún cree que vive en una simulación: “Me mienten, me mienten todo el rato. Ahora me dicen que nos han visto 240 millones, ¿de dónde han salido los 240 millones?”, dice. Son las visualizaciones de la cuenta de Arroz y Desgracias en TikTok, que tiene 710.000 seguidores. También tienen cuentas grandes en Instagram (119.000) y YouTube (65.000), pero todas se nutren de los directos de Twitch. El canal es un contenido distinto en Twitch y es una prueba más del lento pero constante crecimiento de la plataforma en el panorama hispano, cuyo tipo de entretenimiento se acerca al ofrecido por la tele, con el añadido de la naturalidad y la presencia constante del chat con los espectadores: “El primer asombrado soy yo. Esta juventud nos está pasando por la derecha, sin permiso”, dice Tomás.

Tomás no solo flipa con las visualizaciones. No entiende bien qué ocurre a su alrededor: “Aarón tiene unas ideas revolucionarias amparadas por su novia y financiadas por su madre y a quien joden es a mí. Pero no me importa, porque estoy contento”, dice. Tomás conoce el sector de la farándula desde dentro. Además de restaurantes, durante toda su vida laboral ha tenido una escuela y agencia de modelos. Dirigió la inauguración del centro comercial La Vaguada, en un acto con el entonces alcalde Tierno Galván. Ha trabajado en la tele con Pepe Navarro o Jesús Hermida. Su primer gran éxito viral fue un discurso sobre por qué los restaurantes no deben atender a los clientes que llegan fuera de su horario. Salió en varios medios.

Aarón estudió diseño de videojuegos y trabajó en el sector de las redes antes de ver que tenía el mejor material en casa: ”Si quieres ver esto en Twitch no hay otro sitio donde lo hagan, esa es la gallina del huevo de oro que de momento tenemos nosotros”, dice. Aarón divide los años de Arroz y Desgracias en temporadas. Ahora están en la tercera. “Lo trato como un producto de entretenimiento”, dice. A pesar del origen gastronómico, enseguida vio que los conflictos familiares y las broncas subían el contador: “La gente quiere ver caos, quiere ver el mundo ardiendo. La casa de la pradera no funcionaría. Ahora si a mi padre se le quema algo y tira una paella contra el suelo, bum: mil viewers para arriba”. Esa perla era algo que no podía dejar pasar. “Cocina profesional en directo… Un puto caos”, es su bio en redes.

Los inicios con cero espectadores

No siempre fue fácil. En pleno confinamiento, Aarón pensaba opciones por si volvían a cerrar el restaurante. De ahí salía la financiación que le permitía seguir en la universidad. Su primera idea fue vender a domicilio y que gracias al canal los clientes pudieran ver cómo se preparaba su menú. Pero nunca llegaron a cerrar el local de nuevo. Así, en agosto de 2020, pensó: ”Por qué no probamos la cámara en mitad del servicio”. “No le daba demasiadas opciones al principio”, reconoce.

Los primeros meses fueron duros. Aarón había hecho un estudio de mercado para decidir qué plataforma era la mejor. El primer reto fue el nombre: hasta que salió el definitivo, dio vueltas a opciones terribles: “De primero ensalada, de segundo divorcio”, “Cocinando familiares”, “Cómo perder una familia en dos pasos”. Con el nombre, escogió Twitch de plataforma, pero había servicios de tres horas en los que tenían un total de cero espectadores.

Quien ve Twitch puede pensar que las audiencias numerosas son habituales, pero no es cierto. La mayoría de canales apenas tienen audiencia. “Nos veíamos nosotros mismos y ya está, es supercomplicado”, dice el joven de aquella época. Al cabo de unos pocos meses, una creadora de contenido de cocina, Carmenmoj, les mandó su audiencia al acabar una emisión (es lo que en Twitch se conoce como “raid”). “Así conseguimos llegar al primer hito en Twitch: abrir directo y que se pase al menos una persona”, recuerda.

“Entonces llegamos al punto en el que me siento y tomo la primera buena decisión: voy a tratar Arroz y Desgracias como si fuese un videojuego”, dice. En abril de 2021 hacen la primera inversión: se gastan 2.000 euros para comprar un ordenador, varias cámaras, un buen micrófono, conexión alta velocidad. Con una persona de audiencia, vio que tenían un contenido bueno, original y novedoso y que necesitaba difusión.

En estos meses vió también que el entretenimiento tiene más matices de lo que parece: “Me doy cuenta de que la gente busca entretenimiento en Twitch, no conocimiento, ni cultura”, dice. A partir de ahí, hubo dos momentos clave: uno, cambiar de categoría en Twitch. Estaban en “cocina”, donde entraba menos gente, y pasaron a “just chatting, que es la categoría que usan los gamers cuando interactúan y responden al chat en directo en lugar de jugar. Y dos, invitar al restaurante a otros streamers de su categoría y tamaño.

Entonces llegó el bum: en febrero de 2022 explotó su cuenta de TikTok. El primer vídeo tuvo 150.000 reproducciones. Aquella viralidad innata alimentó Twitch, que a la vez aumentó las horas: ”Me doy cuenta también de que las horas que hacemos en comparación con un creador grande son pocas. Hacemos 50 o 60 horas, pero tenemos que llegar hasta 150”, dice el hijo, y por eso abren el restaurante también entre semana. “La clave del éxito no es un botón, son teclas como las de un piano”, añade.

Ahora, además del posible premio Esland, en el camino hacia el futuro tienen dos retos: cómo seguir creciendo y cómo ganar dinero. Los planes de Arroz y Desgracias para ampliar su comunidad no son pequeños. Aaron quiere “gamificar” la cocina: “Luces de neón, un par de altavoces y que cada día sea como un nivel de un vídeo. Entra una comanda, suena por los altavoces, te canta las cosas y el chat puede interactuar contigo, quitártelo”, dice Aarón. “Está loco perdido”, responde su padre.

El otro gran plan para 2023 es el “tortillaguedón”: crear la tortilla más grande del mundo (13 metros, necesitarían todos los huevos de Castilla la Mancha durante dos días, según sus cálculos) y, sobre todo, darle la vuelta al vuelo: “Se necesitan ingenieros”, dice Aarón. Lanzar al aire y que giren 3 ó 4 toneladas parece un reto admirable: “Queremos lograr seis cifras en un directo”.

El otro objetivo es el dinero. Ya se gastaron otros 6.000 euros en mejorar el material para lograr una producción de nivel televisivo. Pero el canal sigue sin dar beneficios. Gana unos 3.000 euros, que proceden de Twitch, gracias a las suscripciones y la publicidad de la plataforma. La cuenta de TikTok no da ingresos. “Gano lo que me cuesta”, dice Aarón, que paga a un editor para Youtube, uno para TikTok y quiere incorporar más perfiles: community manager, director de contenidos, editor gráfico.

No todos los canales tienen una infraestructura así detrás. Pero la calidad del sonido y la imagen en las emisiones de Arroz y Desgracias se agradecen. Los otros finalistas en su categoría de los Esland son Kidi y LlunaClark. Kidi ganó ya el año pasado y es el pionero en España a la hora de llevar una cámara todo el día y contar su vida cotidiana, generalmente viajes. Viviendoenlacalle es el canal de Jony, que pasó siete años sin techo y que gracias a las suscripciones de Twitch pudo alquilar un piso a finales de 2021. Ahora sigue compartiendo los detalles de su vida, junto a su perra Duna.

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Sobre la firma

Jordi Pérez Colomé
Es reportero de Tecnología, preocupado por las consecuencias sociales que provoca internet. Escribe cada semana una newsletter sobre los jaleos que provocan estos cambios. Fue premio José Manuel Porquet 2012 e iRedes Letras Enredadas 2014. Ha dado y da clases en cinco universidades españolas. Entre otros estudios, es filólogo italiano.

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