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Cuando los europeos enloquecieron con el Black Friday

Hace un lustro llegó el viernes de los grandes descuentos a Europa y desbordó todas las exceptivas

Carteles del Black Friday en Oxford Street, Londres.
Carteles del Black Friday en Oxford Street, Londres.ALAMY/CORDON.

El Black Friday se ha convertido en el espejo de las rebajas de enero, haciendo sándwich con las compras navideñas. Nacido en Estados Unidos, tiene lugar al día siguiente del Día de Acción de Gracias, que se celebra el cuarto jueves de noviembre. En los días Black, las tiendas ofrecen descuentos y ofertas en casi todos sus productos por un tiempo limitado. Ya se ha institucionalizado en Europa, y tanto los compradores como las tiendas saben qué esperar. Pero sus inicios pillaron de sorpresa a todo el mundo.

Se considera que desde 2005 es el día más intenso del año para las ventas minoristas de EE UU. En los últimos años se ha añadido el Cyber Monday, el lunes posterior, centrado en las ofertas tecnológicas online. En Europa no hemos llegado a importar el Día de Acción de Gracias, pero sí el Black Friday. Su éxito se ha generalizado en los últimos años: llegó precisamente en los últimos años de lo peor de la crisis económica, con sus descuentos saliendo al rescate los bolsillos de los consumidores.

En Reino Unido costó algo introducir el término Black Friday asociado a las ventas, ya que tradicionalmente se refiere al viernes anterior a Navidad, día muy ajetreado para los servicios de emergencia. Y cuando al final se hizo, acabó en las páginas de sucesos. En 2013, una mujer acabó en el hospital con una muñeca rota en una pelea multitudinaria en una tienda de Belfast y en Bristol, un hombre fue detenido. En 2014, la policía detuvo a varias personas por perseguir los productos en oferta con demasiada violencia, y una mujer recibió un golpe por la caída de un televisor. Las fuerzas de seguridad criticaron que los establecimientos no tuvieran la seguridad adecuada para acontecimientos que según ellos eran totalmente predecibles, dada la experiencia del año anterior.

Una mujer observa ordenadores portátiles en Media Markt.
Una mujer observa ordenadores portátiles en Media Markt.iStock

No fue lo único llamativo que ocurrió aquel Viernes Negro: 200 compradores se negaron a abandonar una tienda en Middleton a pesar de que se les dijo que ya no quedaban existencias; en Oxfordshire, otros grandes almacenes tuvieron que cerrar temporalmente porque las calles adyacentes estaban atascadas de tráfico; en Londres, la policía municipal tuvo que proteger a los dependientes para entrar y salir seguros de las tiendas.

Como dijo el sargento municipal Paul Marshall, “aunque sea Black Friday, tirar a la gente al suelo para ahorrar 20 libras en una cafetera sigue siendo una agresión”. En Glasgow y Bristol hubo varios altercados entre clientes, tanto dentro de las tiendas como en las colas de entrada. Un dependiente relataba cómo la gente “se mordía, se daba puñetazos, patadas… era horrible”. También hubo hurtos en las gasolineras.

Pese a todos estos problemas, las tiendas tuvieron récords de ventas, de artículos como el iPad mini o hasta procesadores de alimentos. Según estimaciones de Visa Europa, las ventas en aquel Black Friday alcanzaron las 360.000 libras al minuto y se realizaron 8,5 millones de transacciones online.

El Viernes Negro español

En España la expansión del Black Friday se produjo entre 2013 y 2015; primero más online, y luego también en tiendas físicas. El grupo alemán MediaMarkt participó ya en esos primeros años, recuerda Walter Schmidt, director de marketing de la empresa. “Fuimos la primera cadena de distribución en implementarla. Hoy, en 2018, no hay comercio que no se sume a la oportunidad de ofrecer descuentos especiales a sus clientes, y por eso hemos decidido dar una vuelta de tuerca este año, ampliando el número de días de las ofertas. Se trata de una de las campañas clave para la compañía”.

A los franceses, más reacios siempre a las cosas que proceden de EE UU, les costó más subirse a la ola del Black Friday (aunque lo llaman así, en inglés, algo poco habitual en la chovinista Francia). Allí, más que el Cyber Monday, se celebra la Cyber Week (cibersemana). Se puede considerar que el primer año de éxito masivo del evento fue 2017, con carteles y anuncios y participación generalizada de los establecimientos físicos. Y este año han creado unas jornadas equivalentes pero en marzo, denominadas French Days, destinadas a revitalizar la temporada baja de ventas, antes de las rebajas del verano.

En Alemania, donde también se habla de Black Week o Black Shopping, la cosa empezó tímidamente, e incluso se permitió que una empresa de Hong Kong, Super Union Holdings, registrara el término Black Friday en la Oficina Alemana de Patentes y Marcas Registradas; luego lo compraría una empresa austriaca. Pero en 2016, 17 empresas denunciaron por separado que el término era de uso general y no podía ser propiedad de nadie, y sus reclamaciones fueron atendidas en los tribunales.

Las empresas de distribución españolas esperan un crecimiento -si bien más lento que el del año pasado porque el fenómeno está consolidado- por encima del 10%. Según el Observatorio Cetelem de consumo, el 93% de los españoles saben ya lo que es el Black Friday. Desde luego, nadie podrá decir que no está avisado.

Esta noticia, patrocinada por MediaMarkt, ha sido elaborada por un colaborador de El País

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