Altavista echa el cierre
El primer motor de búsqueda de los 90 fue destronado por Google en 2001
Sin nostalgia ni miedo. Marissa Mayer se ha propuesto dar un vuelco en Yahoo! Desde su llegada han comprado Tumblr, Stamped para contenidos móviles, el servicio de videoconferencia On the Air, Alike para hacer sugerencias basadas en la localización; los selectores de contenidos Snip it y Summly; el editor de vídeos Qwiki y el administrador de correo Xobni.
A la vez, ha decidido cerrar 11 servicios como alertas de RSS, Citizen Sports o Foxy Tunes, aunque entre todos destaca un hito de la historia de Internet: Altavista, el buscador número 1 a finales de los 90, que destronó, paradojas de la vida, a Yahoo! con su búsqueda motorizada.
El primer buscador como se entienden en la actualidad dice adiós hoy, 8 de julio, con una ínfima cuota de mercado. Cuenta con 480.000 páginas vistas diarias frente a los 8.500 millones que sirve Google.
Sabor ibérico
En España hubo dos célebres 'copycats', Olé y Ozú. Los nombres eran toda una declaración de intenciones, prometían sabor local, aunque el primero aseguraba que el nombre eran siglas: "Ordenamiento de Links Especializados". Nació el 1 de enero de 1996. En 1999 firmaron un acuerdo para integrarse con Terra, el portal de Telefónica. Finalmente, terminaron vendiendo a la teleco por 3.000 millones de pesetas. Aunque buscaba, no lo hacía con tanto acierto como el sentenciado Altavista o el incipiente Google. Se podría considerar más un directorio de acceso rápido que un buscador como hoy se entiende. Terra lo terminó integrando con otra de sus adquisiciones, Lycos.
Su competidor Ozú, también funcionaba como un directorio, pero tenía una aire a portal, parecido precisamente, a Yahoo!. Ofrecía cuentas de correo que han estado activas hasta hace poco, noticias, juegos y zonas temáticas. Cerró el pasado otoño después de formar parte de los portales del grupo Vocento en 2008. Entre sus logros se encuentra promover el Día del Orgullo Friki, 25 de mayo. Jugaron con dignidad la baza del mundo de habla hispana, hasta que Google comenzó a ofrecer todo su universo de servicios en español.
Altavista, que no sonará demasiado a los menores de 20 años, nació en 1995 de manos de una factoría de nombre Digital. Paul Flaherty, fundador, decidió llamarlo así por su pueblo de origen, Palo Alto. Allan L. Jennings, responsable del invento, le explicaba al New York Times la magnitud de su poder: podía acceder hasta 30 millones de páginas. En su primer año pasaron de 30.000 peticiones al día a más de dos millones y medio. Un año después, 80 millones (Google hoy más de 5.000 millones).
Compaq, el fabricante de ordenadores en manos de HP, adquirió Altavista en 1998. Después Yahoo!, con Jerry Yang al frente, lo añadió a su catálogo en 2003. Tambien adquirieron otro buscador, Alltheweb.
Para muchos fue un error. ¿Para qué querían dos portales con sus respectivos motores de búsqueda? Todo tenía su razón de ser. La justificación fue su poderosísima araña, como se denominaba al motor de búsqueda siguiendo la metáfora de entender Internet, como la web, telaraña en inglés. Su gran valor residía en tener monitorizados hasta 13.000 foros de Internet con capacidad de rastrear hasta 1.000 hilos de conversación.
Yahoo! era un directorio manual sobre el que buscar; las páginas tenían que estar dadas de alta previamente. Altavista sumaba páginas para después rastrearlas, de ahí su poder.
En un mercado muy fraccionado (Lycos, Excite, Webcrawler, Alltheweb...) Altavista era el buscador líder en 1999 con el 11,4% del total. En aquella época, los buscadores eran para el internauta una herramienta tan importante como lo es hoy, pero para sus empresas eran unas máquinas de perder dinero. Tuvo que llegar Google para relacionar búsquedas con publicidad relacionada.
La decadencia de Altavista coincidió con el surgimiento de Google en 1998, pero hasta febrero de 2001 no se produjo el cambio de líder.
Google cuenta hoy con el 66,5% de las búsquedas, un poder que jamás tuvo nadie; seguido de Bing (17,3%), de Microsoft, y el mismo Yahoo! (11%).
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