Derrotar a los malos de los videojuegos con el poder de la mente
¿Todavía utilizas ratón, teclado, mando o sensor de movimiento para moverte en un videojuego? Tal vez sea hora de cambiarlos por el poder de la mente. Un novedoso casco registra la actividad eléctrica del cerebro además de la de los músculos faciales y de otras partes del cuerpo, y los transforma en órdenes que se reflejan en pantalla.
Esto permite a los jugadores ganarles a los malos no con un simple clic, sino sólo con pensarlo.
Pónganse el casco diseñado por Emotiv Systems en San Francisco y, si un pedrusco gigante les corta el paso en el juego al que están jugando, podrán hacerlo levitar — no mediante un primitivo golpe de mando, sino concentrándose
en levantarlo—, asegura Tan Le, presidenta de Emotiv.
El casco registra los impulsos eléctricos generados al concentrarse. A continuación, procesa dichos impulsos y les asigna una acción determinada en la pantalla, como levantar una piedra o reparar un puente caído. El casco es el primo hermano comercial de las interfaces de los ordenadores cerebrales creados en los laboratorios de investigación por medio de las cuales se ha logrado, por ejemplo, que los monos consigan mover prótesis colocadas
en sus brazos por medio del pensamiento.
Los sensores captan las intenciones de los monos, las convierten al lenguaje de las máquinas y hacen que el brazo se mueva. Algunas interfaces utilizan sensores implantados directamente en el cerebro, otras utilizan cascos con electrodos. Para uso humano, Emotiv pondrá a la venta en navidades el casco inalámbrico no invasivo EPOC (195€), anuncia Le. Está integrado por 16 sensores que están en contacto con la cabeza.
Utiliza un tipo de tecnología común, el electroencefalograma (EGG), para captar los impulsos eléctricos en la superficie del cuero cabelludo y transformarlos en acciones que controlan o apoyan lo que está ocurriendo en la pantalla. Para ayudar a los jugadores a dominar el arte de mover objetos en la pantalla únicamente por medio de la concentración, el casco vendrá acompañado de un juego que se desarrolla en una montaña mágica que incluye ejercicios prácticos, explica Geoffrey Mackellar, director del departamento de investigación y desarrollo de Emotiv. "Pones la mente en blanco", explica, y practicas durante 30 o 40 segundos concentrándote, por ejemplo, en visualizar un bloque que se eleva del suelo.
"Después de probar un par de veces, serás capaz de moverlo a tu antojo". Le comenta que muchos de los creadores de juegos están incorporando las posibilidades que presenta el EPOC en sus aplicaciones.
El sistema no sólo permite levantar piedras. También es capaz de detectar algunas expresiones faciales del jugador y respuestas emocionales: sonrisas,
expresiones como fruncir el ceño o guiñar los ojos, por ejemplo, y reproducirlos en la imagen que representa al usuario en pantalla. Si te aburres durante una batalla, el sistema detectará el hastío y añadirá unos cuantos dragones, o cambiará la música. El aparato registra un total de aproximadamente 30 reacciones.
Un procesador dentro del casco recoge las señales y las envía mediante tecnología inalámbrica a un receptor conectado a cualquiera de los puertos USB
del ordenador, donde se realiza la mayor parte del proceso, explica Mackellar.
El flamante casco de Emotiv es una versión de los gorros EGG utilizados durante décadas para registrar la actividad eléctrica del cerebro, afirma Nathan Fox, profesor de desarrollo humano en la Universidad de Maryland.
"En un gorro puede haber hasta 256 electrodos", comenta. "La ubicación de los mismos más o menos se corresponde con las regiones cerebrales situadas bajo
el cuero cabelludo".
Del mismo modo, el casco Emotiv aprovecha la energía mental además de recurrir a las respuestas musculares, explica Mackellar. "No cabe duda de que podemos
leer las ondas cerebrales, pero también podemos leer otras cosas", afirma. "En los EGG clásicos, los movimientos faciales y musculares se consideran ruido.
Pero nosotros, en lugar de descartarlos, utilizamos algunos de ellos".
Antón Nijholt, catedrático de Ingeniería Informática en la Universidad de Twente, en Holanda, que investiga interfaces innovadoras para juegos, valora los medios adicionales de interacción que los cascos EGG facilitarán, aunque no cree que todos los usuarios sean capaces de levantar montañas. "No todo el mundo tiene la capacidad de generar la actividad mental necesaria para mover un objeto en una pantalla", afirma. "Algunas personas pueden no ser capaces de imaginar el movimiento de forma que el EGG pueda detectarlo".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.