'Movilización' tecnológica
La sociedad de la información avanza. Los ordenadores e Internet forman ya parte de la vida diaria de los españoles y sus empresas, pero si hay una tecnología que ha cambiado el mundo ha sido la telefonía móvil. Treinta y siete millones de españoles ya tienen un terminal.
A finales de los ochenta apenas unos miles de ejecutivos, altos funcionarios y algún esnob llevaban un maletín desplegable con su inmenso terminal de telefonía móvil, una especie de walkie talkie con dimensiones y peso de ladrillo. Pero aquel aparato rudimentario evolucionó y en apenas una década cambió el mundo.
El número de abonados de móviles era inferior a los 10 millones a comienzos de la década de los noventa, pero en el año 2000 ascendía a 740 millones y hoy ya supera los 1.400 millones, según las cifras de la International Telecommunications Union (ITU).
El éxito incuestionable de la telefonía celular se prueba en el hecho de que, a finales de 2001, se invirtió la tendencia histórica, y los usuarios de la telefonía móvil superaron por primera vez a las líneas fijas, la telefonía que inventó AlexanderGraham Bell hace más de cien años.
Pero esa revolución sociológica también tuvo su reflejo en el mundo de los negocios. Los antiguos y poderosos monopolios telefónicos como Deutsche Telekom, BT, Telecom Italia, Telefónica, la estadounidense AT&T o la japonesa NTT crearon filiales de móviles, que en apenas cinco años superaron en ingresos y rentabilidad a sus antiguas matrices. Así nacieron la británica mmO2, la italiana TIM, la alemana T-Mobile, la japonesa Do- CoMo o la española Telefónica Móviles, aunque la empresa que mejor resume el éxito y la internacionalización de la telefonía móvil es la británica Vodafone.
En España, el número de abonados supera los 37 millones, y el mercado se lo reparten Telefónica Móviles (49%), Vodafone (27,5%) y Amena (23,5%). Por primera vez, en 2003 los usuarios gastaron más en llamar por el teléfono celular (8.811 millones de euros) que por la línea fija de sus hogares (8.254 millones).
El éxito de la telefonía móvil se ha visto jalonado por una evolución tecnológica paralela. De aquellos primitivos y pesados terminales se ha pasado a pequeños y manejables aparatos por los que no sólo se puede hablar sino enviar fotos, consultar Internet o enviar mensajes cortos de texto (SMS). De hecho, éste es otro de los grandes éxitos de la telefonía móvil. De ser un servicio gratuito ha pasado a representar el 15% de los ingresos de los operadores. Cada mes se intercambian 15.000 millones de SMS en Europa, una media de 35 por cliente.
La tecnología tiene mucho que ver en ese boom. De los primeros teléfonos analógicos se dio el salto hacia el GSM (Global System for Mobile Communications), que ya permitía el envío de SMS. Luego vino el GPRS (General Packet Radio Service), con conexión a Internet y envío de fotos, pero la gran revolución está aún por llegar. La tercera generación, bajo las siglas UMTS (Universal Mobile Telecommunication System), convierte el móvil en un aparato multiusos que permite la videoconferencia, descargas de vídeos y contenidos de Internet, y puede funcionar como una tarjeta de crédito. Esta tecnología debería haber comenzado a funcionar en 2001, pero no ha arrancado comercialmente hasta este año, y se espera que su explosión no llegue hasta dentro de dos años.
No obstante, las siglas UMTS también significan un enorme desastre financiero. Animados por el éxito de la telefonía móvil, los gobiernos europeos convocaron subastas millonarias en 2000 donde los ejecutivos de las compañías de móviles pujaban alegremente con el dinero de sus accionistas para hacerse con las licencias del UMTS. En total, los tesoros públicos recaudaron 110.000 millones de euros, un peaje sin precedentes que tuvo hasta impactos presupuestarios en países como Alemania o Reino Unido, los que mayor voracidad demostraron en la sangría.
De hecho, la euforia recaudatoria de los Estados y la inconsciencia de las compañías en pagar llevaron a pérdidas históricas a la mayor parte de las operadoras europeas. En España, se recaudaron 522 millones de euros, aunque luego el Ministerio de Ciencia y Tecnología compensara esos menores ingresos con una tasa anual de 960 millones de euros, hoy rebajada en más de un 75%.
La crisis también afectó a los fabricantes de terminales. Pese a que este año se venderán más de 560 millones de móviles, fabricantes como Nokia, Ericsson, Motorola o Alcatel tuvieron que afrontar despidos masivos, pérdidas multimillonarias y desplomes bursátiles. De hecho, casi todas ellas han abandonando la producción, cediéndosela a subcontratas especializadas, aunque manteniendo la imagen de marca.
La crisis, sin embargo, no ha empañado un hecho: la telefonía móvil es ya uno de los principales y más rentables negocios de los últimos 20 años. Es imposible revisar el negocio de la telefonía móvil, en todo caso, en solitario. Si hay una tendencia clara en el mercado de la tecnología durante los últimos 20 años, ésa es la convergencia. De hecho, es tan difícil diseccionar este sector y analizar cada uno de sus elementos por separado que ya se conoce con el nombre global de "tecnologías de la información y comunicaciones", o por sus siglas, TIC. En España, las dos patronales que defendían los intereses de las compañías de telecos (Aniel) y tecnología (Sedisi) acaban de fusionarse.
Dentro de este macrosector se incluyen áreas anteriormente tan dispersas como las telecomunicaciones, las tecnologías de la información (y aquí hay que incluir el hardware, el software y los servicios informáticos), Internet, la electrónica, y la industria audiovidual y de los contenidos. Hay un nexo común: la digitalización de la información.
El sector de las TIC lleva creciendo a un ritmo constante de cerca de un 8% anual desde mediados de los ochenta, con dos excepciones: en el año 2000 se produjo un repunte del 12,7%, animado por las compras de tecnología que realizaron las empresas al calor de la burbuja. La otra excepción es el año siguiente (2001) en el que, a pesar del estallido de esa burbuja, el mercado creció un 2,8%.
Éste es un sector muy ligado a la marcha de la economía, ya que las empresas y los consumidores aceleran o retraen sus gastos en tecnología según lo lleno que esté su bolsillo. Y la velocidad de cambio es, aquí, brutal.
Para demostrarlo sólo hace falta darle un repaso a la historia de este sector desde hace 20 años, y sus perspectivas futuras. De las grandes empresas que dominaban las TIC entonces, sólo IBM y Microsoft siguen manteniéndose como líderes. Los gigantes de la electrónica de consumo, como Philips o Sony, han sufrido muchos problemas económicos. Los videojuegos, que ahora facturan más que las taquillas de cine, eran una simple anécdota. En la informática, el PC era el centro del mundo, con fabricantes ya desaparecidos como Compaq (ahora, parte de HP), Digital, Amstrad, Olivetti, Commodore o Tandon. En cambio, ha surgido el fenómeno Dell, que ya es el número uno del mercado con su modelo de fabricación bajo pedido. Internet, que ha dado origen a historias empresariales tan interesantes como la de Google o Ebay, no existía como negocio.
En el campo de la electrónica, productos tan familiares como las cámaras digitales de fotos (cuyas ventas crecieron un 100% el año pasado), el CD, los DVD y las pantallas planas de TV, simplemente, no existían. Es posible que otros sectores de la economía se parezcan mucho a lo que eran hace 20 años y no cambien mucho más, pero ¿qué nuevas tecnologías habrá dentro de 20 años, cuando Negocios publique su número 2.000? ¿Y quiénes serán los próximos Vodafone, IBM, Microsoft, Dell o Google?
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