Combustibles renovables. Qué son y qué ventajas tienen
Compatibles con los motores actuales y fabricados a partir de residuos orgánicos o hidrógeno renovable, estos carburantes crecen como solución complementaria para reducir las emisiones del transporte
Aunque aún son bastante desconocidos, los combustibles renovables se parecen a los carburantes tradicionales en muchas cosas: pueden utilizarse en los vehículos actuales con la misma fiabilidad, ofrecen prestaciones similares y los surtidores que los sirven son los mismos. Aquí acaban las similitudes y comienzan las diferencias. La principal es que se fabrican con materias primas renovables, como aceites vegetales usados, residuos de la industria agroalimentaria o hidrógeno renovable. Además, cumplen su función sin añadir más CO₂ a la atmósfera. Como explica la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), el carbono que emiten en su combustión se equilibra con el que previamente se retira en su fabricación. Por tanto, la huella de carbono de estos combustibles es cero.
Estos combustibles, inciden los expertos, no son ninguna quimera. Las infraestructuras de distribución y repostaje son las mismas que las de los carburantes convencionales. De hecho, ya están presentes en todas las estaciones de servicio y en los motores de los coches actuales. Hoy, gasolinas y gasóleos contienen por ley más de un 10% de carburante renovable, cantidad que deberá aumentar al 12% en 2026. Por cada punto porcentual renovable que se añade a los carburantes, según la AOP, se evita la emisión de 800.000 toneladas de CO₂ a la atmósfera, una reducción equivalente a matricular 400.000 vehículos eléctricos.
Javier Gil, director del departamento de Biomasa de CENER (Centro Nacional de Energías Renovables), analiza el potencial de los residuos orgánicos, la fuente principal de la que beben actualmente los combustibles renovables: “En España, según un estudio del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, el potencial de producción de materias primas lignocelulósicas —lo que se conoce como biomasa, materia seca vegetal— equivaldría aproximadamente a 12 millones de toneladas de petróleo. Teniendo en cuenta que el consumo de energía en el transporte en España es de aproximadamente 30 millones de toneladas equivalentes de petróleo, para cubrir esta demanda será necesario combinar la movilidad eléctrica con el uso de combustibles renovables”.
Cada vez veremos un porcentaje mayor de combustibles renovables en las mezclas actuales “hasta llegar al 100%”, estima la AOP: “Ya hay alguna iniciativa para comercializar combustible totalmente renovable en alguna estación de servicio de nuestro país”. Repsol ya ha puesto en marcha tres proyectos en Madrid, Barcelona y Lisboa (Portugal), que, por el momento, suministran estos carburantes únicamente a camiones.
Para incrementar la producción, el sector está invirtiendo en nuevas plantas: “Es importante que exista una normativa clara que contemple los combustibles renovables como una alternativa complementaria a la electrificación, y que brinde certidumbre y dé las señales adecuadas para realizar las inversiones que requiere su desarrollo”, asegura la AOP. Además, el uso generalizado de estos carburantes derivará, en palabras de Ion Arocena, director general de la Asociación Española Empresas de Biotecnología, en economías de escala que produzcan “un abaratamiento de los costes”.
Las combustibles renovables son una alternativa para volver más sostenibles todos los segmentos del transporte, en especial los de difícil electrificación, señalan los expertos, como el transporte pesado de pasajeros y mercancías por carretera, el marítimo o el aéreo. En este último ámbito, compañías como Iberia ya han efectuado vuelos de largo radio usando carburante sostenible, como los que el pasado verano conectaron la capital española con las ciudades norteamericanas de Washington, Dallas y San Francisco. Javier Aríztegui, experto en combustibles renovables en Repsol Technology Lab, explica que la regulación europea ya está orientada a librar de emisiones la movilidad, pero advierte que hay que empezar ya: “Si en el horizonte de 2035-2040 no tenemos puestas en producción las herramientas para descarbonizar, probablemente no alcanzaremos los objetivos de 2050″.
Estas herramientas, como los combustibles renovables y la electrificación, pueden coexistir: “Creemos firmemente en la neutralidad tecnológica. Que sea el usuario final el que seleccione aquello que mejor se adapte a sus necesidades”, entiende Aríztegui. Estos carburantes, además, contribuirán a reducir la dependencia energética de España y Europa, señala la AOP, “ya que en su producción se usan materias primas autóctonas, a diferencia del petróleo o los minerales críticos que se requieren para la fabricación de baterías eléctricas”.