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Irlanda vota en referéndum eliminar de la constitución la protección de la “mujer en la casa”

En el Día Internacional de la Mujer, el país decidirá si enmienda un texto muy conservador que supervisó en su día el Vaticano

Ireland women’s ‘duties
Un cartel en una calle de Dublín pide el no para el referéndum del 8 de marzoClodagh Kilcoyne (REUTERS)
Rafa de Miguel

Un referéndum siempre lo carga el diablo, por muy angelical que sea su propósito. El Gobierno de Irlanda ha expresado en las últimas horas su temor a que una elevada abstención provoque la victoria del “no” en la consulta que se celebra este viernes, Día Internacional de la Mujer, para eliminar de la constitución dos artículos con un tufo machista y conservador nada acorde con el espíritu de la actual república. La apatía de los partidos tradicionales a la hora de hacer campaña, la confusión en los cambios propuestos y el desinterés de muchos votantes ante una cuestión que consideran ya de otras épocas podrían acabar provocando una desagradable sorpresa en el resultado.

“Creo que una victoria del no supondría un retroceso para el país, sinceramente. Supondría transmitir el mensaje, para cientos de miles de adultos y de niños, de que no forman parte de una familia, de acuerdo con la constitución. Y supondría también mantener un lenguaje anacrónico sobre el papel y los deberes de la mujer en la casa, sin reconocer que hoy hay otros miembros de la familia que realizan también esos cuidados de sus más cercanos”, ha dicho el primer ministro irlandés, Leo Varadkar —un político que se declara gay de modo abierto— en Bucarest, donde asistía este jueves a la cumbre del Partido Popular Europeo.

Las dos reformas constitucionales propuestas afectan a tres apartados de un artículo concreto. La llamada “enmienda sobre los cuidados de asistencia” (the care amendment), sin duda la más ofensiva para los grupos feministas, pretende cambiar el actual texto para eliminar la referencia al papel exclusivo de la mujer en casa, como proveedora fundamental de esa asistencia.

Este es el texto original:

“Artículo 41.2.1º

En concreto, el Estado reconoce que, al centrar su vida dentro de la casa, la mujer da al Estado un apoyo sin el cual no podría alcanzarse el bien común.

Artículo 41.2.2º

El Estado trabajará, de ese modo, para asegurar que las madres no se vean obligadas por necesidad económica a tener que trabajar, en detrimento de sus obligaciones en el hogar.

El nuevo texto propuesto quedaría de este modo:

Artículo 42B

El Estado reconoce que la provisión de asistencia por parte de miembros de una familia hacia otros miembros de esa misma familia, por razón del vínculo que existe entre ellos, ofrece a la Sociedad un apoyo sin el cual no podría alcanzarse el bien común. De tal modo, [el Estado] se esforzará en apoyar la prestación de esa asistencia”.

La acomodación a la nueva realidad social de Irlanda que pretende la propuesta de reforma constitucional obliga también a construir una nueva definición legal de familia que no se circunscriba al del mero matrimonio. Para dar una idea del anacronismo de la carta magna basta recordar que Irlanda aprobó en 2015 el matrimonio homosexual.

La llamada “enmienda de la familia” (the family amendment) persigue ampliar ese concepto.

El texto actual dice:

Artículo 41.1

El Estado reconoce a la Familia como la unidad grupal primaria y fundamental de la Sociedad, y como una institución moral que posee derechos inalienables e imprescriptibles, superiores y previos a cualquier norma del derecho positivo.

El texto propuesto modifica unas pocas palabras del anterior, y cambia de ese modo notablemente su espíritu.

Artículo 41.1

El Estado reconoce a la Familia, ya esté basada en el matrimonio o en otra relación duradera, como la unidad grupal primaria y fundamental de la Sociedad, y como una institución moral que posee derechos inalienables e imprescriptibles, superiores y previos a cualquier norma del derecho positivo.

La larga mano del Vaticano

El actual texto constitucional fue supervisado, y prácticamente escrito en 1937, por Eamon de Valera, el político nacionalista más relevante en la historia de la República de Irlanda. Sustituía al texto anterior de 1922, la del Estado Libre Irlandés, para deshacerse de cualquier reconocimiento al tratado anglo-irlandés que concedió la independencia a una parte de la isla e incluir la aspiración original a una Irlanda única y unida.

En la redacción del texto tuvo mucho peso John Charles McQuaid, que llegó tres años después a ser el arzobispo de Dublín. De Valera permitió una injerencia constante de la Iglesia Católica en los asuntos de Estado y en la vida social, y el borrador constitucional fue enviado hasta en dos ocasiones al Vaticano para que aportara sugerencias o correcciones.

Una inmensa mayoría del Parlamento irlandés respaldó la propuesta de reforma que se votará este viernes, y es de suponer que una inmensa mayoría de la sociedad abraza sin el menor problema unos avances que ya llevan década incorporados a la mentalidad y costumbres de los ciudadanos. Pero siempre quedan minorías ultra, y hasta facciones de izquierda o de supuesta defensa de la mujer, que han transmitido mensajes confusos. Como el hecho de que el nuevo texto borrará en el olvido el sacrificio realizado durante muchos años por mujeres que, según ellas afirman, quisieron ser amas de casa. O la idea de que se otorgue el rango de familia a relaciones temporales de escasa estabilidad.

Ninguno de estos reparos tendría una consecuencia legal práctica, y son más que discutibles en su lógica, pero han servido para enredar el debate y mantener en vilo al Gobierno. La previsión apunta a que será a primera hora de la tarde de este sábado cuando se conozca el resultado de la conducta, y se sepa si Irlanda da un paso adelante en defensa de la mujer o sufre un retroceso legal de un modo innecesario.


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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.
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