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Los españoles usan cada vez más las urgencias de los hospitales para acceder a la sanidad

Las atenciones crecen en más de un 20% en una década, mientras que baja el porcentaje de pacientes que acaban ingresados. Las listas de espera tanto en Primaria como en el especialista pueden estar detrás del fenómeno

Urgencias hospitales
Señalización de Urgencias en el Hospital Universitario La Paz, en Madrid.Eduardo Parra (Europa Press)
Pablo Linde

La puerta de urgencias se está convirtiendo en una vía de entrada a la sanidad cada vez más frecuente. Los hospitales hicieron más de 31 millones de atenciones en estos servicios en el año 2022, según un informe que ha publicado este lunes el Ministerio de Sanidad. Es un récord absoluto, a la vez que desciende el porcentaje de pacientes que, por su gravedad, debe quedarse ingresado: un 9%, la cifra más baja de la última década.

Este fenómeno coincide con listas de espera disparadas, tanto para ver al médico de Atención Primaria, que puede demorarse semanas, como para acceder a una especializada que ha batido récords después de la pandemia. Y no es casualidad, según los expertos consultados: el deterioro de la sanidad (los datos afectan tanto a la pública como a la privada) está probablemente detrás de este uso de los ciudadanos, que buscan ayuda inmediata a sus problemas de salud allí donde la pueden encontrar.

En términos relativos (atenciones por cada 1.000 habitantes), el dato de atenciones en urgencias iguala al máximo que se registró en 2019 (652), pero supone un incremento del 17% con respecto a 2013 (un 20% más en números absolutos). Aunque el grueso de estas consultas se concentra en la sanidad pública (22,7 millones, un 27%), han subido con más fuerza en la privada (un 45,6%), que también ha sufrido en los últimos años un enorme aumento de la demanda en todos sus niveles asistenciales y que cada vez registra más listas de espera.

Sergio García Vicente, experto en el sistema sanitario de la Asociación Economistas de la Salud y también médico de urgencias, asegura que esta subida se debe a la búsqueda de la inmediatez de la ciudadanía de una atención que no recibe en otros niveles. “Muchas veces no les reciben en horario de tarde en Primaria”, ejemplifica. Según dice, la mayoría de las consultas no responden a una verdadera urgencia, a casos que requieran un médico de inmediato.

La pandemia refleja bien cómo la atención a urgencias baja drásticamente cuando los ciudadanos no la necesitan de forma apremiante. En 2020, este nivel se encargó de 17,1 millones de atenciones, más de 5,5 millones menos que en 2022. De ellas, quedaron ingresados un 11,5% de los pacientes, la mayor cifra en la última década (el mayor porcentaje de pacientes ingresados es una muestra de más gravedad de los casos, en promedio).

Como explica Roi Piñeiro, pediatra en un hospital público de la Comunidad de Madrid con muchas horas de guardias en urgencias a sus espaldas, durante lo peor de la covid “se vio que la gente sabe distinguir lo que es realmente urgente de lo que no” y muestra que se puede hacer “un uso racional de las urgencias”.

Este médico, sin embargo, prefiere no culpar a la ciudadanía de la situación. “Si la gente está preocupada por su salud y comprueba que en otros niveles no le atienden, como tiene servicios de 24 horas en los que saben que les van a ver sin ningún reproche, acuden a ellos”, resume, consciente también de que, aunque en ocasiones los pacientes acuden a urgencias para evitar esperas, en otras no tienen por qué conocer la gravedad de su enfermedad. “No son médicos y por eso van a uno”, resume.

Piñeiro echa las culpas a un sistema que “probablemente” se haya quedado obsoleto. “Yo no soy partidario del copago, pero es lo que se hace en otros países. Quizás haya que ver modelos como el de los bomberos, que son un servicio público gratuito, pero que se cobra cuando se les llama para algo que no es una emergencia”, razona.

Una reciente investigación de EL PAÍS mostraba cómo la mitad de los centros de salud dan cita pasadas las 48 horas, el máximo tiempo de espera que deberían tener, según la estrategia del Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas, que son las que gestionan estos servicios. Aunque los datos son muy dispares en función de las regiones y de las localidades, en algunos ambulatorios es frecuente una demora de 17 días, lo que probablemente acaba con estos pacientes recurriendo a las urgencias hospitalarias.

Esta situación, según Piñero, acaba perjudicando sobre todo a los pacientes más graves que llegan a urgencias: “Aunque haya triajes para priorizar, si el médico tiene a 20 pacientes, con pruebas y la cabeza ocupada en otras cosas, la atención puede ser peor. De momento el sistema se sostiene, pero habrá que ver hasta dónde se puede tensar la cuerda”.

Demanda hospitalaria

El crecimiento de las urgencias engrosa una atención hospitalaria cada vez más requerida en una población que va envejeciendo. Con 112 millones de consultas, 2022 también batió un récord en demanda hospitalaria, algo que no sucede en cuanto a las intervenciones quirúrgicas, que se mantienen estables en la última década (74 por cada 1.000 habitantes).

El informe de Sanidad muestra cómo toda esta atención se sustenta mayormente en la sanidad pública: el Sistema Nacional de Salud (SNS) atendió 4,1 millones de ingresos hospitalarios, con una estancia media de 7,8 días y realizó 3,5 millones de intervenciones quirúrgicas, el 49% mediante cirugía sin ingreso. Los hospitales privados, en ese mismo año, hicieron 1,7 millones de actos quirúrgicos y atendieron 1,1 millones de ingresos, con una estancia media de 5,4 días. El 20% de ellos fueron financiados por el SNS, una cifra que se ha mantenido estable desde 2013.

Las intervenciones que han caído drásticamente en estos últimos 10 años son los partos. Los hospitales atendieron en 2022 su mínimo en ese periodo: 261.991, lo que supone un 20% menos que en 2013.

El gasto total hospitalario en 2022 se situó en España en 60.500 millones de euros, 53.600 millones en los hospitales públicos y 6.900 millones en los privados. La mayor partida en los públicos se destina a gastos de personal (47,3%), seguida del gasto corriente (compras), que supone un 36%, del cual casi la mitad corresponde a productos farmacéuticos. El coste por cama al año se acerca a los 244.847 euros en los hospitales de agudos del SNS, un 17% más que en el año 2013.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.
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