Ana Clara Belío: “El domicilio familiar es el lugar donde se ejerce más violencia”
La abogada del grupo de trabajo de Derecho de Familia del CGPJ ha decidido no defender a agresores
Tras una etapa en un bufete de abogados especializado en Derecho Mercantil, Ana Clara Belío (Madrid, 57 años) se dio cuenta de que lo suyo iba por otro camino. “Lo mío era la oratoria, saber defender un argumento y tener capacidad de síntesis para explicarle a un juez que debía darme o no la razón. Y ahí sigo, treinta años después, poniéndome la toga y arrastrándola por los juzgados”, cuenta. Socia directora de ABA Abogadas, y miembro del grupo de trabajo en materia de Derecho de Familia de la Comisión Permanente del CGPJ, calcula que llevará unos 3.000 divorcios a sus espaldas. “El derecho de familia, al que me dedico desde hace tantos años, es un sacerdocio”, añade.
Pregunta. ¿Sacerdocio por qué?
Respuesta. Porque los clientes tienen la mala costumbre de pelearse o de denunciarse fuera de horario de oficina (risas). O en Nochebuena, en verano, sobre todo los 15 de agosto, que es cuando se hacen los intercambios de los niños.
P. Las horas punta del conflicto.
R. El verano es una fuente de estrés para muchas familias, y para los que están divorciados, más. Aparte del gasto económico que suponen las vacaciones, hay que organizarse con los menores, con el excónyuge, que los entreguen en su momento y a su hora… Agosto es un mes terrorífico porque además los que no están separados conviven más con su pareja, con sus hijos y con otros miembros de la familia. En Navidad también ocurre, y hay que añadirle el componente emocional, porque la gente quiere acabar el año con sus problemas resueltos y que el 1 de enero todo sea distinto.
P. Dice que para aceptar un caso necesita saber a quién defiende. ¿A quién dice no?
R. No defiendo a agresores porque no me da la gana y porque ya hay abogados que sí lo hacen. Y cuando identifico que lo que se quiere es destrozar a la otra parte económicamente, con pleitos, y lo utiliza para hacer daño, me salgo. Los que te dicen: ¡Quiero ir a juicio, voy a por todas! Esos que lo recurren todo, y quieren ir al Supremo y hasta a Estrasburgo. Esos que entran con la palabra ganar en la boca, cuando la solución a los problemas personales no está en un juzgado. Un divorcio es una solución a un problema, no puedes convertirlo en un problema adicional al que ya tienen esas dos personas. No se puede hacer eterno un procedimiento contencioso, algo importantísimo para una justicia como la nuestra, con tan pocos recursos. Y tiene sus consecuencias.
P. ¿Por ejemplo?
R. Si los Juzgados de Familia dispusieran de los datos que tiene la Agencia Tributaria sobre el patrimonio de los ciudadanos, se abonarían muchas más pensiones de alimentos, porque hay muchas maneras de ocultar dinero. Cuando se tienen tres cuentas, se oculta el dinero en un fondo de inversión, o se crea una sicav (sociedad de inversión de capital variable, que suelen utilizarse como vehículo de inversión para altos patrimonios, pues se exige un mínimo de 2,4 millones de euros) en Inglaterra, no hay manera de saber lo que tiene el deudor.
P. En estos treinta años de carrera ha visto de todo. ¿Qué conclusiones saca?
R. Que el domicilio familiar es el lugar donde se ejerce más violencia. Y no tiene que ver ni con la situación económica ni el nivel cultural de las familias. Otra cosa que me llama la atención es que después de la pandemia ha habido un deterioro brutal de las relaciones personales. Faltas de respeto entre progenitores, de hijos a padres, los whatsapps que se mandan… hay un maltrato institucional impresionante.
P. ¿Qué se ve en esos whatsapps?
R. “Eres una patética”, “payasa”, “estás loca”… expresiones que se han hecho cotidianas. Cuando me traen al despacho esas conversaciones entre ellos siempre les pregunto: “¿Pero esto es lo normal entre vosotros cuando vais a por el niño al colegio o hacéis la compra?” Y dicen que sí. Hace poco vi siete mensajes seguidos con la palabra “sinvergüenza”. ¿Así quiere alguien una custodia compartida?
P. ¿El odio hacia dónde conduce?
R. Lo más difícil en los divorcios es que alguien empiece a pensar con mentalidad de divorciado. Querrían que eso no les pasara a ellos, que su vida fuera como el día anterior… No saben dónde van a vivir, qué dinero van a tener, cómo se van a relacionar con sus hijos. El dejado o dejada tiene como una especie de síndrome de viudedad en vida. Por eso siempre les digo: igual que te tomaste un tiempo en casarte, tómate tu tiempo en divorciarte. Explícale por qué, no puedes salir de una relación sin despedirte. La otra persona no se puede quedar con todas las dudas.
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