¿Qué hago si sufro una violación? Una web reúne circuitos de ayuda según el lugar donde se sufre la agresión sexual
La Fundación Aspacia lanza una página que pone a disposición de las mujeres que han sufrido violencia información sobre cómo actuar y la organiza geográficamente
Hace casi tres años, una mujer que rozaba la treintena vio como un amigo de un amigo intentaba meter la mano entre las piernas de otra mujer a la que conocía de alguna que otra noche de cervezas. Esa otra mujer estaba apoyada en una barra, había bebido y se había alejado, mareada, del barullo general de una fiesta en la que se celebraba que llegaba el verano y las vacaciones escolares. La mayoría en esa fiesta eran profesores y profesoras de una ciudad andaluza. Ella se acercó, alejó a ese hombre y se llevó a esa otra mujer fuera, a sentarse en un banco. Recuerda lo que le contó: “Me ha metido un dedo, no he sabido qué hacer, me he quedado paralizada”. Ninguna de las dos en aquel momento supo a quién llamar ni si podían llamar, y eso, no saber qué hacer, no saber si lo que acaba de pasar es “suficiente” para hacer algo o qué teléfono marcar, no es raro entre las víctimas de violencia sexual.
De hecho, “la mayoría no denuncia, por vergüenza, porque creen que no las van a creer o incluso porque justifican pensando que lo que ha pasado no ha sido tan grave, se estima que denuncia un 8%”, decía la mañana de este jueves Carmen López, la responsable del Área de Medios de Comunicación de Amnistía Internacional, durante la presentación de violencia-sexual.info, una web que la Fundación Aspacia ha lanzado también este jueves y en la que ha reunido los recursos, los apoyos y la información que puede necesitar una mujer que ha sufrido violencia sexual —con cuestiones como la forma en la que puede hablarse con alguien que acaba de sufrir esta violencia o mitos y realidades—, y organizados geográficamente.
La web tiene un buscador en el que se puede elegir provincia o comunidad autónoma y, por ahora, tres tipos de recurso: centros de crisis 24 horas (para aquellos lugares donde ya se han creado estos servicios que estableció como obligatorios la ley del solo sí es sí y que aún no todos los territorios han puesto en marcha), centro de recuperación integral, o asistencia sanitaria para las víctimas. Pero, explican desde la organización, “va a ir actualizándose con otros”: los centros para víctimas de trata y explotación sexual, los puntos de referencia para violencia sexual en el ámbito sanitario, los de atención policial o los de asistencia jurídica, una atención legal gratuita a la que las víctimas tienen derecho.
Víctimas que en la estadística cada vez son más, debido, en parte, a los cambios sociales en los que Interior insiste cada vez que publica datos: “Las activas políticas de concienciación y de reducción de la tolerancia social y personal frente a este tipo de hechos delictivos se traducen en una mayor disposición de las víctimas a denunciarlos y a poner sus casos en manos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, lo que reduce los niveles de infradenuncia existentes en relación con estos tipos penales”.
El último informe de delitos sexuales, de ese ministerio, y con datos de 2022, muestra que desde 2016 ―excepto 2020, el año del confinamiento por la pandemia― las cifras no han dejado de aumentar. Hace dos años, las fuerzas de seguridad tuvieron conocimiento de 19.013, frente a los 17.016 de 2021, un 11,7% más. De ellas, el 44,5% eran menores y el informe destacaba además un segundo dato: el aumento de las agresiones sexuales cometidas por dos o más personas, que han pasado de 573 en 2021 a 632 en 2022, el más alto de la serie histórica.
A eso, además, se suma desde hace años y también en una línea creciente, la violencia sexual que se perpetra en internet. La periodista Cristina Fallarás, creadora del #Cuéntalo y también en la presentación de la web, hacía alusión a que “ya no hay realidad virtual y real” y recordaba que, “de hecho, ya hay generaciones que no las viven como tal, por separado”. Y las consecuencias —emocionales, psicológicas y físicas— para las víctimas son las mismas que puede tener un ataque físico, o incluso pueden verse agravadas por la exposición que supone un espacio como el online, con millones de usuarios y donde todo se propaga con celeridad.
Solo un ejemplo son las víctimas de sextorsión en España —un chantaje en el que el atacante amenaza a la víctima para que realice algún tipo de acción específica con el fin de no hacer públicas imágenes o vídeos con connotación sexual— que, según Interior, han pasado de 1.691 en 2018 a 4.460 en 2023.
Aunque también, recordaba Fallarás, las “redes sociales han tenido una parte valiosísima para las mujeres, han permitido crear una memoria colectiva que hasta entonces no se nos había permitido”. Solo en los diez primeros días desde que ella soltara el hashtag #Cuéntalo en el entonces Twitter, hubo tres millones de publicaciones: “Era la urgencia de narrarnos, y eso habla de la prohibición de hacerlo”. Muchas veces por la propia estructura social, en la que durante años gran parte de la violencia sexual ha estado oculta, pero también muchas veces porque se desconocen los recursos, los centros, los teléfonos o las personas que pueden ayudar en ese momento. Para cubrir esa parte, explica la Fundación Aspacia, ha lanzado la página web.
El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del día, todos los días del año, en 53 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. También se puede contactar a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10. Si es una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.
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