Enero cierra como el peor mes de la pandemia tras el verano
Sanidad registró casi 900.000 diagnósticos, un tercio del total desde que comenzó la crisis. Simón augura que la vacuna de AstraZeneca no se pinchará a los mayores
Nunca se sabrán con exactitud las cifras de la primera ola en España. El sistema estaba tan desbordado, la capacidad para hacer pruebas era tan limitada, que habremos de conformarnos con aproximaciones estadísticas a lo que sucedió entre finales del invierno y principios de la primavera de 2020. Probablemente, la situación era entonces peor que la de ahora, pero lo que se ha vivido en enero recuerda a los peores meses de la pandemia. Ha cerrado, con gran diferencia, como el peor tras el verano (desde cuando existen datos de calidad y homogéneos): prácticamente el doble de diagnósticos de coronavirus que en octubre o noviembre y el de hospitalizaciones es prácticamente un 40% superior a este último, el mes de más ingresos desde que hay datos fiables.
En enero se registraron en las estadísticas 894.540 positivos, un tercio de todos los contabilizados desde que comenzó la pandemia (teniendo en cuenta que ahora Sanidad calcula que detecta casi un 80% de las infecciones, mientras que al inicio eran aproximadamente una de cada 10). La noticia positiva que deja el mes es que ha terminado con una reducción en la incidencia. La de este lunes de 866 casos por 100.000 habitantes en los 14 días previos, 25 menos que una semana antes. La cifra sigue siendo “elevadísima”, en palabras de Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES). “Está empezando a descender, y es bueno, pero necesitamos que sea rápido para que no haya que reprogramar actividad de hospitales”, ha dicho en su comparecencia del lunes.
Esto ya está sucediendo en muchos. Cinco comunidades autónomas (Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Cataluña y Madrid, además de Ceuta) tienen más del 50% de sus plazas de cuidados intensivos ocupadas por pacientes de covid, y otras dos, por encima del 60% (Comunidad Valenciana y La Rioja, además de Melilla). “Son cifras no compatibles con el normal funcionamiento asistencial”, reconoció el director del CCAES, quien advirtió de que incluso bajando los casos, todavía quedan semanas hasta que la situación de los hospitales se normalice. Tanto la ocupación media de pacientes covid en las UCI en el país (45,3%) como la de camas de agudos (24,6%) sigue creciendo en España.
Además, el Ministerio de Sanidad ha sumado a las estadísticas 762 defunciones, cinco menos que el lunes pasado. Este no es el dato de personas que fallecieron durante el fin de semana, sino los que han llegado reportados al informe, que presenta retrasos y se va actualizando paulatinamente: la imagen fiable del número de muertes en un determinado día no se obtiene hasta pasadas semanas. En cualquier caso, es una estadística que no bajará de forma significativa hasta que no lo hagan los ingresos hospitalarios y en UCI, que siguen en ascenso.
Simón ha advertido de que para que los datos se consideren aceptables tienen que bajar de los 200 casos por 100.000 habitantes. A preguntas de los periodistas sobre reanudar los viajes en España en Semana Santa, como sugirió la ministra de Turismo, Reyes Maroto, el director del CCAES respondió que habrá que ver cómo está entonces la incidencia. “No se trata de bajar de 800 a 500, sino mucho más”, dijo. Calificó de “utópica” cifra de 50 casos por 100.000 habitantes (en realidad el Gobierno se llegó a marcar 25) y se conformó con que para entonces la situación no sea “extrema”, como muestran los indicadores del propio ministerio, sino “como mínimo, alta”.
Alberto Infante, profesor de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto Carlos III, considera que España corre “un riesgo grave” con la incidencia actual y que es necesaria una bajada drástica que solo se conseguiría con medidas más drásticas en todo el país durante un periodo de dos o tres semanas. “Las comunidades autónomas, con honrosas excepciones, arrastran los pies cuando la curva sube y aceleran la desescalada cuando baja un poquito; es un comportamiento procíclico, le da al virus lo que el virus quiere: suelos cada vez más altos para rebotar. Es bastante inaudito que haya quien se empeñe en replicar este comportamiento”, señala.
Vacunación
“Cada semana que pasa hay menos población con riesgo de infectarse gracias a las vacunas”, ha afirmado Simón, quien ha establecido que el objetivo es vacunar al 70% de la población española a “principios del verano”, entre junio y julio. En las últimas comparecencias, tanto la ministra Carolina Darias como su predecesor, Salvador Illa, habían recalcado que este objetivo era “durante el verano”, dándose más plazo, hasta septiembre, pero Simón ha fechado el objetivo “a finales de junio, principios de julio, puede que final de julio”.
Antes que eso, el primer hito es vacunar al 80% de la población mayor de 80 años “entre marzo y abril”. Para ello, probablemente no se empleen las vacunas de AstraZeneca, que la Comisión Europea aprobó la semana pasada. Aunque los ensayos han demostrado seguridad en este grupo, la muestra no era estadísticamente significativa para determinar su efectividad en él.
Países como Alemania, Italia u Holanda ya han señalado que utilizarán este medicamento para personas más jóvenes. En España no hay una decisión al respecto. La ponencia de Alertas del Sistema Nacional de Salud se reúne este martes para analizar esta cuestión y dar una recomendación al Consejo Interterritorial. “Es posible que en la UE tendamos a la recomendación que está haciendo Alemania, es prudente, pero para decidirlo la ponencia tiene que analizar la ficha técnica de la vacuna”, explicó Simón.
De ser así, habría que actualizar el plan de vacunación, que tiene en la siguiente fase a los mayores de 80 años, y añadir también a otro grupo. Podrían ser segmentos de población más jóvenes de personas con patologías que les hagan más vulnerables. En Países Bajos, por ejemplo, está prevista para adultos entre 18 y 60 años con una dolencia previa: diabetes, problemas cardiacos y de pulmón, trasplante de riñón y diálisis, y personas con desórdenes inmunitarios, informa Isabel Ferrer. Otra opción sería destinarla a trabajadores esenciales, como policías y maestros. Esto no significa necesariamente un retraso considerable de la vacunación a los mayores, ya que si llegan vacunas suficientes de Pfizer y Moderna, podrían solaparse con otros grupos.
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