El lector que cazaba luces de neón en EL PAÍS
Fausto Rojo era el paradigma de esos lectores que desean que su periódico, que leía desde el primer número, cumpla con la calidad que promete

Fausto Rojo López no enviaba desde noviembre mensajes al Defensor del Lector con denuncias de faltas gramaticales o errores que a él le dolía tanto ver en su periódico. Aquello no era normal. Le echaba de menos, porque Rojo llevaba años enviando continuos avisos sobre esas “patadas al idioma”, como él las denominaba. Su ausencia invernal fue un mal presagio que confirmó el lunes Lara Rojo, quien me comunicó que su padre había fallecido en Barcelona una semana antes, el día 11. Convertido de facto en corrector-editor de EL...
Inicia sesión para seguir leyendo
Sólo con tener una cuenta ya puedes leer este artículo, es gratis
Gracias por leer EL PAÍS