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Ratzinger pide que se retire su nombre del libro que defiende el celibato

La publicación, firmada junto al cardenal conservador Robert Sarah, ha puesto en cuestión la relación entre los dos papas

El papa emérito Benedicto XVI y el papa Francisco, en el Vaticano en una imagen de noviembre de 2016.
El papa emérito Benedicto XVI y el papa Francisco, en el Vaticano en una imagen de noviembre de 2016. MAURIX (Getty)
Daniel Verdú

El rocambolesco caso protagonizado por Benedicto XVI y la publicación de un libro en el que cuestionaba la posible ordenación de hombres casados, a pocas semanas de que el Papa tenga que decidir sobre el asunto, dio el martes un nuevo giro de guion. El pontífice, tras el revuelo mediático generado, pidió que se retire su nombre como coautor del controvertido libro que amenaza su relación con Francisco y ha vuelto a convertirle en la bandera de los opositores al Papa en una guerra ideológica que dura ya varios años. Según el entorno de Ratzinger, el alemán, de 92 años, no dio su autorización para aparecer en la portada como cofirmante. Los documentos aportados y el comunicado que lanzó por la mañana Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, dicen lo contrario. El contenido del libro, también la parte del libro escrita por el Papa emérito, se mantiene.

La publicación, firmada junto al cardenal preferido por la ultraderecha para el próximo cónclave, se opone frontalmente al celibato opcional y, sobre todo, a la ordenación de hombres casados (algo que el Sínodo de la Amazonía aprobó el pasado octubre y en lo que Francisco se encuentra estos días reflexionando). El Vaticano, que no sabía nada de la aparición del libro (se publica hoy en Francia), quitó hierro al principio asegurando que se trataba de una contribución desde “la obediencia filial al papa Francisco”. Al día siguiente publicó en su propia web las palabras del secretario personal de Ratzinger, Georg Ganswein, desvinculando al pontífice emérito y dando a entender que había sido engañado.

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Gänswein, secretario y filtro de Ratzinger con el exterior en los últimos años, aseguró que no conocían el formato en el que se presentaría la contribución de Benedicto XVI. La noche anterior, una fuente cercana a Benedicto contó a una serie de medios que el Papa emérito “solo puso a disposición de Sarah un texto sobre el sacerdocio que estaba escribiendo” y que “no sabía nada de la portada de un libro, ni la había aprobado”. El cardenal, sin embargo, respondió en Twitter aportando la correspondencia entre él y Ratzinger en la que se demuestra que estaba al corriente de cómo había quedado el texto final y daba su autorización para que el cardenal lo usase tal y como le había descrito en conversaciones anteriores.

El martes volvió a asegurar en un comunicado que Ratzinger conocía la existencia del volumen, el contenido y su fecha de publicación. El cardenal insiste en que el Papa emérito pudo ver el pasado 19 de noviembre el volumen, la portada —en la que aparece la foto de los dos— y su contenido. El 25 de noviembre, según dichas misivas, Benedicto XVI expresó su aprobación para la publicación “según la forma que había previsto”. También señala que el 3 de diciembre visitó a Joseph Ratzinger en su residencia Mater Ecclesiae, en el interior del Vaticano y donde vive desde su renuncia, y que entonces le comunicó que el libro se publicaría el 15 de enero.

Sarah, sin embargo, ha decidido pedir a la editorial que retire la firma de Ratzinger de la portada del libro en las futuras ediciones y que el Papa emérito figure nada más como colaborador. Pero la cuestión de fondo sigue presentando algunos interrogantes. Si Sarah ha mentido y abusado de la confianza de Benedicto XVI, ¿debería dimitir como prefecto de la Congregación para el Culto Divino? En la Santa Sede preocupa también la gestión llevada a cabo por el entorno de Ratzinger y el hecho de que no esté protegido de este tipo de sainetes. La renuncia al papado en 2013 y su convivencia con otro pontífice no tenía antecedentes en la era moderna y carece de una línea clara sobre cómo debe comportarse un papa emérito. Tampoco del paraguas institucional bajo el que debe estar la tutela de su legado teológico y su propia figura.

Los últimos días de Benedicto XVI como Papa fueron enormemente turbulentos. Los de su retiro, un experimento histórico que iniciado de forma impecable, empiezan también a serlo.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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