Grupos burbuja en el centro de acogida que tuvo 56 contagios

La Comunidad Valenciana ha registrado desde la vuelta a la nueva normalidad centenares de nuevos brotes en todo el territorio. El virus se ha cebado con las residencias de mayores pero ni empresas, colegios ni hospitales se han librado de su presencia. Hace algo más de dos semanas el virus entró en el centro de menores de Villena, donde se detectaron un total de 56 positivos entre residentes y trabajadores. Un pico de fiebre en uno de los chicos alertó del brote y el centro y Salud Püblica, confirmado el positivo por PCR, desplegaron el plan de contingencia. Los empleados afectados se enviaron a casa a pasar la cuarentena, se contrató a personal para sustituirlos y los menores se confinaron en el centro. La gran mayoría eran asintomáticos.

El alcalde de Villena, Fulgencio José Cerdán, asegura que desde el principio “nos preocupamos y pusimos a disposición de la Generalitat y del centro los recursos municipales para echar una mano”. En una conversación con la consejera de Políticas Inclusivas, Mónica Oltra, el regidor sí pidió que se averiguara por qué se habían dado tantos casos. Cuando este brote estalló, el número de positivos en Villena, según los datos oficiales de Sanidad, ascendía a un centenar. Por si acaso, el Consistorio ha tomado una serie de medidas preventivas adicionales hasta el 5 de octubre con el objetivo de imitar el uso y aforo de instalaciones y servicios públicos.

Quien se ha hecho eco de lo sucedido en el centro de menores de Las Virtudes es la Sindicatura de Greuges, que ha abierto una queja de oficio y recordado que la capacidad total del centro debería de ser de un máximo de 30 plazas con grupos educativos de 6 plazas y, sin embargo, el centro cuenta con 96 (44 de acogida y 52 de emergencia). Asimismo, según normativa la capacidad máxima de los dormitorios debía ser de dos personas y en el recinto hay dos dormitorios con 24 plazas cada uno. El edificio, según replica la Consejería de Políticas Inclusivas, que dirige Mónica Oltra, dispone de 96 plazas entre las de emergencia, acogida y recepción, pero niega que exista hacinamiento, pues solo hay 74 plazas ocupadas y las instalaciones son, además de modernas, bastante amplias, alegan.

En los alrededores del centro de menores de Villena, alejado varios kilómetros del casco urbano de Villena y localizado en una zona de segundas residencias, apenas se ve movimiento. La heladería y cafetería situada a pocos metros del centro de menores está cerrada y los empleados del bar situado unos metros más abajo abrieron hace poco el establecimiento y solo saben del brote lo que han oido a otros. “Desde hace tres semanas que se ven muy poco, se ve que están confinados. Llevan tiempo sin salir y cuando tienen que hacerlo, el centro los traslada en furgonetas del centro”, comenta Antonio, un vecino de la zona.

“Somos un centro de protección de menores. Aquí no hay chicos con causa judicial pendiente sino menores que necesitan ser protegidos”, argumenta un portavoz del Grupo Castillo, propietario y gestor del centro concertado con la Generalitat. Para los residentes, el centro es su casa pero, como el resto de niños, tienen que socializar, ir a clase. “Intentamos que cuando salgan del centro se lleven algo útil para ellos y para la sociedad. Es un trabajo arduo, con un programa de psicólogos, trabajadores sociales, terapeutas y educadores”, añade. Más de un centenar de empleados se ocupan de su formación.

Habitualmente, los niños, ya sean extranjeros o nacionales, entran y salen en función de sus actividades diarias. Están en un régimen abierto. “Muchas veces tenemos la idea, cuando hablamos de centros de acogida de menores, de que es un sitio cerrado, vigilado y controlado. Y esto es un centro socioeducativo, no penitenciario. Estudian cocina, peluquería, o están en el colegio todavía. Cuando hay un brote en un colegio, se manda al niño a casa a pasar la cuarentena. Cuando se detecta en una empresa, el trabajador se va a casa. Pues bien, aquí, cuando los niños acogidos se ven afectados por un brote se les envía también a casa, y el centro es su casa”. continua el portavoz.

El despliegue de medidas preventivas contra el virus se llevó a cabo hace tiempo, según los gestores. Antes del pasado mes de marzo se empezaron a tomar medidas anti-covid, no solo en el centro de menores sino en los 30 centros sociosanitarios (mayores, discapacitados, centros de menores) que gestiona este grupo, implantado en la Comunidad Valenciana y Murcia. Analizan las aguas residuales regularmente y tienen un stock de EPI para cuatro meses por si el mercado volviera a fallar. Además, los menores usan las mascarillas desde abril cuando salían a la calle, asegura la empresa gestora.

Desde que se declaró el brote no han salido ninguno de los menores, ni los positivos ni los negativos. Todos los que son negativos están en un grupo burbuja, separado de los positivos, que también se han dividido en pequeñas cohortes. Se han habilitado salas polivalentes para que no haya aglomeración de personas. Ahora mismo el centro está cerrado a las salidas, hay controles de temperatura a diario y se aplican todas las instrucciones de Salud Pública.

“No ha habido mayor problema en el centro, no ha habido sintomatología en el interior, ha habido fiebre en algún menor, pero la mayoría son asintomáticos. y el personal afectado hace la cuarentena en casa y se ha contratado más personal para sustituirlos", concluye.

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