Los quirófanos se preparan para retomar la actividad habitual
Sanidad propone hacer la prueba PCR a todo el que se vaya a operar y altas anticipadas si la casa del paciente lo permite
La recuperación de la actividad quirúrgica se empieza a ver ahora posible. Pero no va a ser como antes. El Ministerio de Sanidad acaba de publicar un documento con las indicaciones para retomar la cirugía programada en el periodo de transición de la pandemia de la covid-19. “No es que nosotros no operáramos con la mayor de las protecciones, pero lo hacíamos con unos protocolos que han ido cambiando”, afirma Salvador Morales-Conde, presidente electo de la Asociación Española de Cirujanos, que ha participado, junto a las de medicina preventiva, enfermedades infecciosas, enfermería y anestesistas, en la elaboración de las recomendaciones.
Hay mucho tiempo perdido. Hasta un 73% de las cirugías no urgentes se han suspendido en el mundo durante las últimas 12 semanas por el impacto de la pandemia de covid-19 en los sistemas sanitarios, según un artículo de la revista British Journal of Surgery, que ha consultado a asociaciones de cirujanos de 120 países, entre ellos, España. En total, este trabajo calcula que en el mundo se han pospuesto más de 24 millones de operaciones: el 82% de las consideradas benignas, el 38% de las oncológicas y el 25% de las cesáreas.
En España “la proporción habrá sido similar, tres de cada cuatro", afirma Morales-Conde, “aunque con gran variabilidad”, añade. “No es lo mismo lo que nos pasó a nosotros en mi hospital, el Virgen del Rocío de Sevilla, que lo que les sucedió a los colegas de Madrid y Barcelona. Nosotros pudimos sacar adelante todas las intervenciones oncológicas, y ahora nos estamos poniendo al día con el resto; en otros sitios tuvieron que retrasar todo lo que pudieron, porque era más peligroso para todos operar con covid que no hacerlo”, dice.
Por ejemplo, cuenta el cirujano, durante los días duros de la pandemia a los pacientes se les hacía un TAC antes de operarles para ver si tenían la enfermedad. Ahora, la propuesta es que se haga un análisis de tipo PCR, que mide la infección activa, en las 72 horas previas a la intervención. “Entonces no teníamos pruebas, y en cambio el servicio de radiología, como se habían suspendido las pruebas diagnósticas, estaba libre. Teníamos un arma de gran potencia parada que te podía salvar”, dice para justificar el empleo de un medio tan extremo —y mucho más caro que una PCR— para detectar pacientes infectados. “Lo importante era saber si tenían la enfermedad, porque una persona con covid tiene en una operación más riesgo, por ejemplo si hay que entubarle, y es un peligro para el personal. Al protegerle protegíamos todo el sistema”. Pero la PCR no basta. En casos sospechosos de coronavirus —por ejemplo, porque el paciente tenga fiebre y tos—, se le tratará en el quirófano como si estuviera infectado, dice el cirujano, “porque la prueba puede dar un falso negativo”. En este momento ya se recomienda evitar el uso de pruebas serológicas, “TAC torácico y analíticas específicas” para el diagnóstico, dice el documento.
En estos casos, hay que tener especial cuidado dentro del quirófano. En los procesos que pueden causar aerosoles, habrá que usar mascarilla y protección ocular o pantallas, dice el cirujano. Uno de estos momentos es el de poner la anestesia, sobre todo si hace falta entubar. “Entonces se generan aerosoles. Por lo tanto, en el quirófano se quedarán solo el anestesista y la enfermera que vaya a participar, los dos con los correspondientes equipos de protección, mínimo mascarillas FPP2”, explica. La necesidad de adoptar todas estas medidas puede ralentizar el trabajo, admite, pero es necesario para garantizar la seguridad de todos.
Con el coronavirus aún en circulación, no solo el trabajo en el momento de la operación cambia. El mismo hospital debe reorganizarse y establecer un doble circuito para pacientes con covid y otro para pacientes sin el coronavirus, dice el documento del ministerio. “La ocupación por enfermos covid-19 debería estar como máximo en torno al 5% para poder volver a toda la actividad electiva”. Lo ideal sería que ambos nunca compartieran espacios ni personal, pero si eso no es posible, habrá que extremar las medidas de protección e higiene. Por ejemplo, el ingresado deberá usar mascarilla quirúrgica mientras esté en el centro sanitario. No solo eso. Se procurará que el paciente tenga el menor número posible de acompañantes y visitantes, mejor menores de 70 años, que también deberán usar mascarilla todo el tiempo que estén en el hospital.
También cambiarán los procesos de antes y después de la cirugía. Se evitarán todo lo posible las visitas previas para consultas relacionadas, que serán telemáticas si es factible, como la entrevista con el anestesista. Además, se promoverá que el paciente ingrese el mismo día de la cirugía y se evaluará el soporte sociofamiliar y de asistencia domiciliaria disponible para una posible alta precoz. Para ello, además de la información a la familia sobre los cuidados que precisa el paciente tras el alta hospitalaria, habrá que evaluar si son capaces de proveerlos y se analizará la estructura del domicilio que, especialmente en los casos que "presentan mayor afectación funcional y requieren mayor ayuda”, deberá ofrecer habitación y cama individual, baño o ducha que permita la higiene personal, disponibilidad de acceso a teleconsulta por imagen y la posibilidad de que haya un cuidador para la higiene, alimentación y asistencia.
Retrasos en otros procesos
Con la paulatina vuelta a la normalidad de los centros sanitarios y las consultas, los especialistas empiezan a vislumbrar una situación de aumento de la gravedad de los casos que vean debido a los dos meses de parón asistencial.
Por ejemplo, el confinamiento puede haber reducido la supervivencia de las personas con cáncer de piel. Un estudio llevado a cabo por dermatólogos del Instituto Dermatológico GlobalDer con una beca de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y publicado en el 'Journal of European Academy of Dermatology and Venereology' (https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/jdv.16555) calcula que para los carcinomas de células escamosas, un mes de retraso en el diagnóstico supone una pérdida en la supervivencia de hasta cuatro puntos a los dos años y de cinco puntos a los cinco años; en el caso de los melanomas, el retraso de un mes en el diagnóstico supone una pérdida de seis puntos en la supervivencia a los cinco años.
Por su parte, el Grupo Español de Cáncer de Pulmón (GECP), formado por 500 especialistas, señala que la cancelación de cirugías, pruebas diagnósticas y tratamientos afectará de forma directa a la atención del cáncer en España. En concreto, en el de pulmón, “un retraso de seis meses en una cirugía provocaría una reducción de supervivencia estimada del 27% en fases precoces del tumor y de hasta el 33,7% en fases avanzadas”, afirma el grupo de especialistas. “Además, se ha detectado una reducción del 25% en la detección de nuevos tumores”.
Otra actividad que se ha resentido es el de las terapias con células CAR-T, que son cultivos personalizados para personas con algunos tipos de tumores hematológicos, como algunas leucemias, linfomas y mielomas. La Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) afirma que, con la crisis del coronavirus, “se ha interrumpido un número muy importante de estos estudios, incluidos algunos que representaban la última oportunidad de muchos pacientes y, en general, casi todos se han ralentizado”, añade. Los más afectados han sido los ensayos con células CAR-T, pero también “han sufrido numerosos estudios en fase I, que suelen consumir muchos recursos que ahora mismo están destinados a la lucha contra la covid-19”. Además, “se ha retrasado hasta mejor momento la puesta en marcha de otros ensayos”.
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