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“Al ver a mi nieto se me puso un nudo en la garganta”

Lope nació el 26 de abril en el hospital Materno de A Coruña. Este lunes por la mañana su familia se citó en el exterior de su casa para conocerlo

De izquierda a derecha, Alejandro Carrillo con Lope en brazos, la madre, Sonia del Río y los abuelos del bebè, Sol Rubio y Julián Carrillo, con la pequeña Circe Carrillo, prima, en primer plano de espaldas.
De izquierda a derecha, Lope en brazos de su padre, su madre y los abuelos del bebè, Sol Rubio y Julián Carrillo, con la pequeña Circe Carrillo, prima, en primer plano, en Oleiros (A Coruña).Cecilia Carrillo

El cielo no podía haber sido más propicio para este día histórico en el álbum de recuerdos familiares de Sol Rubio y Julián Carrillo, flamantes abuelos de Lope. A pesar de los pronósticos meteorológicos, ni una nube amenazante se cernía sobre el municipio de Oleiros, vecino de A Coruña, y toda la familia se dio cita a las puertas de la casa del pequeño para conocerlo. Hubieran ido igual aunque cayesen chuzos de punta, porque era tanta la “necesidad vital” que tenían los abuelos por ver al crío en persona que nada iba a frenarlos en cuanto Galicia entrase en la fase 1. Lope nació en pleno confinamiento, a las 7.10 horas de la mañana del pasado 26 de abril, con 3,550 kilos de peso y 51 centímetros de largo. También con unos “ojazos gris claro” que todavía no se adivina si serán “como los verdes del abuelo paterno o como los azules de la abuela materna”.

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El parto en el hospital Materno-Infantil de A Coruña mantuvo en vilo a través de WhatsApp a toda la familia, confinada en sus domicilios, durante las dos noches y un día que duró. Y si unos abuelos viven a poca distancia y dentro del mismo ayuntamiento que el niño, los otros dos residen en otra provincia gallega y todavía deberán soportar la espera hasta que la fase 2 permita la movilidad.

Este lunes por la mañana, Sol y Julián, la tía del bebé, Cecilia Carrillo, y la prima Circe acudieron ufanos hasta la casa de Lope en la localidad de A Pezoca para dar juntos el primer paseo, hasta el parque José Luis Sampedro de Oleiros. Todos viven en poblaciones de menos de 5.000 habitantes, donde ya hay libertad horaria desde la semana pasada. Llevaban mascarilla, incluso la niña, mantuvieron las distancias y no pudieron tocar al bebé, siempre en brazos de Sonia, la madre, o Alejandro, el padre. El momento del primer encuentro fue, para el abuelo, músico y crítico musical, “una emoción de esas que viajan… como piedra en el pecho, como fuego en la garganta”. “Se me puso un nudo que solo se disolvió con lágrimas, ¡por fin!”, exclama. La tía, Cecilia, tomó una instantánea del momento.

Lo peor, bromea, fue cuando Lope decidió “hacerse aguardar”. “El encuentro se retrasó porque en el último momento el bebé hizo eso que hacen los recién nacidos cuando sus padres acaban de vestirlo para la gran ocasión”, explica este abuelo que ha aprovechado el confinamiento para ponerse en forma y “perder siete kilos”. Hubo que cambiarlo de pies a cabeza, y la espera de minutos pareció de horas. “Sobre todo para Circe”, la pequeña prima, ansiosa por cantarle “una de las canciones que lleva inventándose con el nombre del niño desde hace dos semanas”. Cuando al fin conoció al primo, la cría comentó extrañada: “¡Lope no hace nada!”.

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