_
_
_
_
prostitución
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La abolición de la prostitución es irrenunciable

Ada Colau, que repite como alcaldesa, asegura que Barcelona seguirá siendo una ciudad feminista pero las feministas nos preguntamos en qué momento lo ha sido

Anuncios de negocios de prostitución en el parabrisas de un vehículo en Madrid.
Anuncios de negocios de prostitución en el parabrisas de un vehículo en Madrid.santi burgos

Las feministas sabemos que la prostitución es una institución fundacional patriarcal que ordena servicio sexual de mujeres a hombres, una práctica social opresiva cimentada en la explotación sexual de mujeres y niñas. La teoría feminista lleva 300 años conceptualizando en este sentido. Sin embargo, Ada Colau y su equipo de gobierno autoproclamado feminista o no lo saben o fingen no saberlo, y reproducen el discurso del lobby proxeneta. Y es discurso del lobby proxeneta porque beneficia en primer lugar al proxeneta y, en segundo lugar, al cliente-prostituidor o putero. Son ideas que legitiman socialmente la explotación sexual y económica que supone la prostitución y que han sido defendidas desde el Ayuntamiento de Barcelona. Recordemos, por ejemplo, las subvenciones otorgadas por el gobierno municipal a Aprosex, una asociación que ofrece cursos para iniciarse en prostitución.

Señora Colau, usted se dice feminista y de izquierdas. ¿Desde cuándo la izquierda defiende la mercantilización de nuestros cuerpos? ¿Desde cuándo el feminismo afirma que ser penetradas anal, bucal y vaginalmente por hombres que no deseamos es una justa estrategia de supervivencia que respeta nuestros derechos humanos?

No he visto tergiversación ideológica más pueril y evidente que tratar de defender la prostitución desde el feminismo y la izquierda. Y Ada Colau lo seguirá haciendo desde el Ayuntamiento, gracias al apoyo otorgado por los ocho concejales socialistas y tres de los regidores de la plataforma de Manuel Valls. Collboni, el candidato a la alcaldía por el PSC, se comprometió en campaña electoral a instaurar una ordenanza municipal abolicionista, con sanciones al putero y asistencia integral a las mujeres prostituidas. Presumió asimismo de que el suyo es “un feminismo real y no de boquilla”. ¿Dónde han quedado estas palabras? Otra vez, asistimos a una mera declaración de intenciones, a un compromiso feminista devenido vacío, diluido en una práctica política antifeminista.

Como movimiento feminista, como ciudadanas, no nos queda más que la indignación y la exigencia. Interpelamos al PSC de Collboni para que nos explique de qué forma sacará adelante una ordenanza abolicionista que urge en una ciudad, con una cantidad inusitada de mujeres explotadas y con una complacencia institucional que nos daña, cada día. Exhortamos al Gobierno central a no pactar con partidos que pretenden legislar en favor de quienes explotan sexual y reproductivamente a las mujeres.

Sabemos que en política son necesarios los pactos. Pero las feministas estamos hartas de postergar nuestros objetivos bajo el pretexto del consenso y la gobernabilidad. La prostitución es una violación de los derechos humanos incompatible con la igualdad. Su abolición es irrenunciable. No admitimos más pactos que evidencien esta absoluta indiferencia al sufrimiento de las mujeres y niñas. No toleramos más contratos de gobernabilidad firmados sobre nuestros cuerpos.

Paula Fraga es jurista y portavoz de la plataforma de Mujeres por la Abolición.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_