“Hasta que llegué yo, en el surf solo había carpinteros”
De las manos de este estadounidense han salido las mejores tablas para olas grandes en décadas
Desde niño, Dick Brewer demostró que tenía las aptitudes necesarias para acabar siendo un gran profesional del diseño, eligiera el camino que eligiera. Pero solo la decisión de hacer de su pasión, el surf, un modo de vida y la voluntad de no separarse nunca del mar le llevaron a ser el número uno en la que ha sido su profesión durante décadas: el diseño y la fabricación a mano de tablas de surf.
Brewer nació en 1936 en Minnesota, el Estado de los 10.000 lagos pero casi ninguna ola. Por suerte para él, su familia se mudó cuando tenía tres años a California, donde su padre, ingeniero de carrera como su abuelo, abrió un almacén de maquinaria. Y allí creció, enredando con los cacharros de la tienda e ideando aviones de juguete hasta que, a los 16 años, conoció las olas y eligió el camino del surf. “En aquella época ya sabía manejar cualquier tipo de máquina y aprendía deprisa”, comenta. Por eso, estudió ingeniería, pero no se graduó al optar por dedicarse al surf al 100%. “Lo dejé en el último año para instalarme por mi cuenta en Hawai y vender mis propias tablas”, recuerda mientras sorbe un café solo sin azúcar.
Café Lombay. Madrid
Dos cafés solos: 4 euros
Un zumo de naranja: 2,40 euros
Total: 6,40 euros
Aunque destacó como deportista —“he surfeado algunas de las olas más grandes que hayan sido fotografiadas nunca hasta la irrupción del Tow Surfing y las motos de agua en los noventa”, explica—, su verdadera aportación llegó de la mano del lápiz y la lijadora. “Siempre he sido el número uno haciendo tablas para olas grandes”, afirma con orgullo, aunque lo contrario hubiera sido falsa modestia. El resultado de sus creaciones con las formas y los cantos de las planchas, en algunos casos 100% reconocidas como propias y en otros de paternidad difusa, ganaron campeonatos, revolucionaron la forma del surf y han perdurado hasta hoy. “Amo las tablas”, confiesa al justificar que siga haciéndolas a su edad. A Brewer, que gesticula poco y sonríe mucho, le gusta contar su historia, que es lo que precisamente ha venido a hacer en Madrid dentro del Venture Day 2014 del IE Business School sobre emprendedores.
“Hasta que yo llegué, los fabricantes de tablas eran carpinteros y solo pensaban en medidas, fracciones de pulgada y en la sierra. Pero yo entendía de aerodinámica, lo que hacía que mis diseños fuesen mucho más refinados y completos”, destaca antes de volver a la adolescencia y revelar que, gracias a sus habilidades innatas con el diseño, quedó tercero en un campeonato nacional de aeromodelismo con solo 16 años.
Más de medio siglo después, este estadounidense de estatura modesta mantiene fuertes unas manos curtidas por la lija y los productos químicos, pero que no son las de un empresario. De hecho, pese al éxito que ha acompañado toda su carrera como diseñador, tuvo unos inicios complicados en el mundo de la empresa, incluso tras fundar una marca con su nombre en los setenta. La costumbre de prescindir de los contratos le enemistó con sus socios y le obligó a empezar de cero en un par de ocasiones, por lo que tuvo que trabajar de agente inmobiliario mientras seguía dándole a la pulidora en el taller de su casa. Pero ni el recuerdo de los malos momentos trastoca su sereno semblante. Si algo ha aprendido del mar y del surf es que con confianza en sí mismo, talento y pasión, se pueden llegar a cumplir los sueños.
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