12 fotosCasas, costumbres y familias que viven en la región del río TrombetasLos quilombolas que luchan por títulos de tierras en las que viven desde hace más de 150 años 30 mar 2014 - 05:17CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceLos quilombolas se mueven entre las casas y comunidades con canoas o en barcos con motor, como el de la foto, que también es usado para transportar gas de cocina, alimentos, gasolina y madera para construcción. En la imagen, el río Trombetas en el camino entre Porto Trombetas y la comunidad quilombola de Abuí.B.B.Dos quilombolas conversan en camino del barco que les espera, uno de ellos sujeta una olla con comida en las manos. Es común que las familias se regalen comida, platos, harina de yuca o pescado, no necesariamente en cambio de otro alimento u objeto.B.B.Raimundo do Carmo tiene 48 años y nueve hijos. Vive de la extracción del aceite de copaíba. “Tengo que caminar en la mata una hora y media, más o menos, hasta encontrar el árbol de la copaíba. Entonces hago un agujero hasta llegar a la savia, que es su aceite. Pongo un bote abajo, donde va cayendo el líquido”, explica, aclarando que en la época de sus padres, en lugar de agujerear el árbol y poner un tapón para evitar los derrames, simplemente la cortaban con un hacha. Para comer y alimentar su familia, caza “cerdo, agutíes, queixadas (jabalíes)” matándolos con su fusil oxidado y “llevándolos en la espalda”, que pueden llegar a 40 kilos.B.B.Interior de una casa quilombola, con suelo de madera. Algunas familias tienen televisión y radio, pero los electrodomésticos, por lo general, son escasos. Dos hermanos, Dhemerson (15) y Deiviti (9), miran los dibujos animados a la hora de la comida, acompañados por la vecina Sabrina (10).B.B.Una de las bases de alimentación del quilombola es la harina de yuca. La masa de la harina, todavía húmeda, entra en el exprimidor, un entrelazado de tipiti. El líquido amarillo que suelta, el tucupi, se usa para hacer salsas para pescado y aves.B.B.La última parte del proceso de la harina de yuca es pasar la masa ya casi seca por el “horno”, como los quilombolas llaman la paellera gigante que se encaja en un semicírculo de barro, donde entra la leña. Con una espátula de madera, debe ser revuelto hasta que la harina quede dura y seca.B.B.Fin de tarde en un lago del río Trombetas. Las distancias entre las casas varían, pero el acceso casi siempre es de barco o canoa, más utilizada para pescar.B.B.Una niña pela castaña-de-pará para preparar una tarta. Además de la venta de la castaña, una de las fuentes de renta del quilombola, que el año pasado generó 4,9 millones de reales solamente en Oriximiná, extraen aceite de copaíba de los árboles, un material usado en la industria cosmética.B.B.La familia de Manuel Cordeiro, de 65 años, conocido como Canela, quilombola descendente de esclavos. No han querido sacar una foto delante la casa “porque todavía falta terminar la obra”, dijeron. Canela invirtió 600 reales en madera para completarla.B.B.El quilombola Domingos Humberto de Oliveira, de 73 años, que trabaja con el ambé, un tipo de bejuco que sirve para hacer el paneiro, una especie de mochila cilíndrica usada por los quilombolas para recoger la castaña, que está en el rincón derecho de la imagen. A sus pies, cocos de erizos que antes contenían ocho o nueve castañas dentro.B.B.Francisco Cordeiro Xavier, Duí, de 73 años, junto a sus nietos y bisnietos. Su mujer es partera y atiende a las mujeres de la comunidad Tapagem. Han tenido 11 hijos, de los cuales hay 8 vivos. No les gusta la ciudad porque “hay que comprar todo” y añade: “Aquí, pillamos la fruta y comemos”.B.B.Niños se apoyan en una escalera de una casa quilombola para ver a la tele.B.B.