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“Los radares, mejor en todas partes”

El presidente de la Asociación Española de la Carretera insta a respetar los límites de velocidad

Patricia R. Blanco
Miguel María Muñoz fue director general de Tráfico entre septiembre de 1988 y marzo de 1996.
Miguel María Muñoz fue director general de Tráfico entre septiembre de 1988 y marzo de 1996.SAMUEL SÁNCHEZ

“Los españoles somos muy aficionados a decidir qué normas cumplimos y cuáles no, pero la gente tiene que acostumbrarse a que las normas están hechas para ser cumplidas”. Y, entre ellas, los límites de velocidad. Miguel María Muñoz (Madrid, 1944), presidente de la Asociación Española de la Carretera (AEC), lleva más de 40 años trabajando en seguridad vial, casi ocho de ellos como director general de Tráfico (1988-1996), y sabe bien que la velocidad siempre es polémica. Lo fue en, 2011, porque se redujo el límite máximo a 110 kilómetros para ahorrar energía, y también lo es ahora, porque el Gobierno estudia aumentar la velocidad permitida a 130 en autopistas y autovías.

Pero además de polémica, es también un peligroso objeto de culto. “La gente suele decir 'yo conduzco muy bien, mi coche es una maravilla y puedo ir a 160 sin que pase nada', pero sí que pasa”, afirma Muñoz. Porque el tiempo que se tarda en poner el pie en el freno es el mismo “si vas en un seiscientos”. Lo que no es igual es “recorrer 30 o 60 metros” en ese tiempo. Puede ser la diferencia entre sufrir o no un accidente mortal.

Por eso, según Muñoz, los radares no se pueden instalar solo en tramos peligrosos, como proponen algunos clubes de automovilistas. “En uno seguro tampoco se puede conducir a 160 por hora, y, si la gente sabe que nadie le va a controlar, un porcentaje circulará más rápido”, considera el presidente de la AEC. “Es mejor que estén colocados en todas partes”, concluye sin vacilaciones.

La inversión en conservar vías no tiene el 'glamour' de las inauguraciones

Otro asunto distinto es la velocidad máxima permitida. A Muñoz no le “parece mal” la posibilidad de aumentarla a 130 kilómetros por hora en autopistas y autovías, siempre que las condiciones lo permitan. Pero él sugiere lo que considera una alternativa mejor: “La propuesta de la AEC, basada en estudios de las universidades politécnicas de Madrid y Valencia, es mantener el límite a 120 en autopistas y autovías, subirlo a 140 en los tramos donde la siniestralidad sea claramente menor, y, donde sea más alta, bajarlo a 100”.

“La velocidad no es un factor neutro, lo importante es adaptarla”, afirma, antes de desmitificar Alemania como paraíso de la velocidad libre. “Solo ocurre en las autopistas, pero, en cuanto hay la más mínima complicación, la velocidad se limita”, explica. Y lo más importante: “Todo el mundo respeta los límites rigurosísimamente”. Además, según recuerda el presidente de la AEC, la recomendación alemana es circular a 120: “Las aseguradoras pueden inhibirse en caso de accidente si el conductor iba más deprisa”.

Pero es el deterioro de las carreteras por la falta de inversión, que “se arrastra desde el año 2000”, la gran preocupación del presidente de la AEC. “El dinero para conservar vías no tiene el mismo glamour que las inauguraciones y los cortes de cintas”, asegura Muñoz, con un cierto cinismo que él mismo admite.

En clara crítica a los políticos, insiste: “Durante muchos años hemos asistido a la euforia de inaugurar tramos de carretera, pero se olvidan de que lo que se construye hay luego que conservarlo”. Y el “euro que no se invierte hoy se multiplica por tres en dos años y por cinco, en cuatro”.

Aunque no es este el principal problema. No conservar las vías pone “en grave riesgo los índices de seguridad vial, que podrían deteriorarse”, estima Miguel María Muñoz. Y ofrece una solución: “Con aplazar la construcción de 91 kilómetros de AVE, se pueden poner las carreteras al día”.

Sobre el último gran debate abierto en Tráfico, la prohibición total de consumir alcohol si se va a conducir, cree que “es poco realista, porque pueden aparecer indicios de alcohol por la fermentación de algunos azúcares, como los de la fruta”. Con rotundidad, despacha la cuestión: “Es preferible exigir a rajatabla el 0,5 [gramos por litro de sangre] y hacer que se cumpla con enorme severidad”.

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

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