Flaco favor a la seguridad vial
No por esperada es menos sorprendente la noticia del posible aumento de la velocidad máxima en autopistas y autovías propuesta por CiU. Esperada, porque este interesado debate nunca se ha cerrado. Es un mensaje del agrado de fabricantes, clubes de automovilistas, petroleras y, especialmente, de quienes toman las vías públicas por un circuito privado donde es más importante alardear de coche que respetar a los demás.
Son muchos, quienes, incluso desde responsabilidades políticas, con la máscara de defensa de la libertad individual, esconden intereses económicos y de populismo electoral. Equiparan velocidad y prisas a progreso, llegando a justificar y defender velocidad sin límite, las prisas como algo inherente al éxito y la mezcla de alcohol y conducción como algo socialmente necesario.
Sorprende por ser iniciativa del señor Jordi Jané, diputado de CiU y expresidente de la Comisión de Seguridad Vial del Congreso, que siempre ha escuchado a las víctimas y sabe que hay cientos de muertos al año por la velocidad, muertos que, esto no es un recurso retórico, dejan familias destrozadas. Cataluña, donde CiU gobierna, ha estrenado el año con un aumento del 30% de los muertos en carretera en el primer trimestre, muchos de ellos por la velocidad. Extrañas contradicciones.
Noticia sorprendente, porque el mismo ministro del Interior anteponía su aprobación a las políticas medioambientales y trataba como algo de menor importancia “el posible aumento de la siniestralidad” y, apostillamos nosotros, “por tanto de heridos y muertos”.
Los mismos que reclaman el límite de 140 hablan del mal estado de las carreteras o la falta de mantenimiento, que hacen peligrosa la conducción e impiden ir a gran velocidad. Pero, por otro lado, rechazan que los vehículos, que son los que usan y deterioran las vías, paguen impuestos o peajes. Ahora mismo, por diferentes razones, ya se circula a 135 kilómetros por hora por autovía sin ser sancionado. Si permitimos los 140 estamos ampliando el límite real a casi 160. Ya tenemos bastantes muertos, casi todos jóvenes, por la velocidad como para tentar la suerte.
Seguro que hay iniciativas mucho más útiles que trasladar al Gobierno y no esta que genera un gasto importante, no aporta ninguna mejora al tráfico, es demagógica, distrae de problemas reales y despista a quienes ya tenían claro que la velocidad mata. Es un flaco favor a la seguridad vial y a las personas.
Francisco Canes es presidente de la Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes.
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