Yolanda Polo, de la Coordinadora de ONGD
Eficacia. "Afirmar que la efectividad de la cooperación internacional depende exclusivamente de la acción de las ONG es un análisis limitado. Las causas de la pobreza son múltiples como lo son los actores que intervienen en su generación. El problema de los países empobrecidos no es que la cooperación funcione o no, sino las reglas de un sistema internacional profundamente injusto en el que se producen relaciones comerciales desequilibradas, explotación de recursos naturales, comercio de armas, persistencia de paraísos fiscales, estrategias militares, etc . La ayuda al desarrollo choca de frente con esas políticas que crean desigualdades internacionales, corrupción, pobreza, violencia y destrucción del medio ambiente. En ese sentido, las ONGD tienen un rol residual, David contra Goliat. Son, sin duda, una pieza importante de la cadena, la pieza que coloca la sociedad civil y que intenta contrarrestar esas reglas injustas que mantienen la pobreza. Incluso si hablamos del llamado sistema de cooperación, las ONG son un elemento más dentro de un contexto en el que intervienen distintos actores. El mismo Nerín así lo reconoce cuando afirma que las ONG españolas sólo controlan un 10% del total del presupuesto destinado a cooperación; la gran mayoría queda en manos de gobiernos e instituciones internacionales.
Indudablemente, todo es mejorable y si algo nos caracteriza como sector es precisamente esa necesidad constante de mejora. El trabajar en contextos multiculturales nos permite abrir los ojos a los y las otras, interrogarnos y evolucionar. Fruto de ese proceso, atrás quedaron esos proyectos a los que Nerín se refiere en los que construíamos pozos, escuelas y hospitales. Actualmente, una de nuestras principales líneas de actuación es la presión política y la denuncia de esas reglas injustas comerciales, económicas, financieras que son las que causas la pobreza. Es curioso que el propio Nerín, en una entrevista concedida a la Revista de pensament politic, solidaritat, cooperació i relacions internacionals, menciona el carácter activista de las ONG; él mismo reconoce los buenos resultados obtenidos en iniciativas de ese tipo como la relativa a la deuda externa de los países más empobrecidos o la realizada para exigir transparencia a las industrias extractivas. Lamentablemente, el enfoque del libro es limitado y obsoleto y eso hace que no se mencionen campañas exitosas como ha sido la relativa al control de armas o la Tasa Tobin, demandada durante años por las ONG y ahora tan de actualidad, la denuncia de la especulación financiera con los alimentos o el acaparamiento especulativo de tierras en África. Como recientemente afirmaba Montse Santolino, de la Federació de ONGD Catalana, "este libro quizás era necesario, pero es sobre todo, y desgraciadamente, una oportunidad perdida para explicar el trabajo que hay y que vale la pena hacer".
Objetivos. No hay ningún país africano que se haya desarrollado gracias a políticas de cooperación. Lo que se necesita son medidas y acciones políticas que las mismas ONG no parecen dispuestas a exigir.
Efectivamente, se necesitan acciones políticas que generen verdaderos cambios en esas estructuras injustas a las que nos referíamos; si no se atacan de frente las relaciones Norte-Sur, cualquier iniciativa que se lleve a cabo, estará abocada al fracaso. Ahora bien, afirmar que las ONG no parecen dispuestas a exigirlo demuestra un profundo desconocimiento de lo que hacemos. La denuncia política forma parte de nuestro quehacer diario desde hace años. Prueba de ello es que algunas ONG han sido expulsadas de países por denunciar violaciones de derechos humanos. Como decía el presidente de la Federació Catalana de ONGD, Fransesc Mateu "somos los primeros en denunciar la onogedependencia de los países empobrecidos, la utilización de la cooperación oficial como una extensión de la política exterior, las actitudes de superioridad y paternalismo". Sobre el supuesto fomento de la pasividad africana hemos de decir que las ONG que formamos parte de la Coordinadora llevamos a cabo nuestro trabajo en directa cooperación con las organizaciones locales. En algunos casos, las ONG ni siquiera tienen personal español en el país, sino que trabajan únicamente con personas del lugar que definen sus necesidades y llevan a cabo los proyectos. Hay que destacar todo el trabajo que en materia de acción humanitaria realizamos; la vida de muchas personas depende de la actuación inmediata que llevemos a cabo en las emergencias humanitarias. Es cierto que tenemos nuestra parte de responsabilidad a la hora de explicar qué es lo que realmente hacemos, la complejidad del mundo en el que trabajamos no ha ayudado a difundir con claridad cuáles son nuestros objetivos y formas de trabajo. Las lógicas periodísticas tampoco nos ayudan a explicar los procesos de desarrollo que apoyamos, las estructuras que cuestionamos, las campañas internacionales que llevamos a cabo... Procesos que son a largo plazo y que, por tanto, escapan a la inmediatez periodística. Hace tiempo que venimos trabajando con periodistas comprometidos con los temas que nos ocupan construyendo otros enfoques informativos que permitan explicar con rigor nuestro trabajo.
Modelos. El modelo de cooperación actual "refuerza el sentimiento de superioridad del Norte, pero también el sentimiento de inferioridad del Sur: el europeo da; el africano sólo recibe".
La perspectiva que superpone al Norte (caritativo) con el Sur (receptor y pasivo) responde a modelos de desarrollo antiguos que nada tienen que ver con la realidad actual. Las críticas que Nerín presenta en este sentido son ya antiguas en nuestras organizaciones; hace mucho tiempo que dejamos atrás enfoques caritativos donde el "el Norte da y el Sur recibe". Los procesos de cooperación realizados por la ONG son participativos, se llevan a cabo mano a mano con las organizaciones locales y, en muchos casos, cuentan con gente como Nerín -antropólogos expertos en las regiones en las que trabajamos- para realizar acciones lo más adecuadas posibles a las realidades en las que trabajamos. Las ONG no están formadas exclusivamente por gente española, en sus plantillas hay un gran número de personas originarias de los países en los que trabajamos (según el último informe sobre el sector de la Coordinadora de ONGD, de las 8.286 personas que trabajan en las ONGD españolas, 3.493 son personal local, es decir, un 42,16%). Por otra parte, no podemos olvidar que, en el mundo global en el que vivimos ya no tiene sentido hablar de un aquí y un allá, la crisis actual ha demostrado que lo que ocurre en un lugar del mundo tiene repercusiones en otras zonas. La especulación con alimentos, por ejemplo, tiene mucho que ver con la crisis en el Cuerno de África.
-Personas. Carga contra el cooperante. Vivir como un blanco en un país de negros titula uno de los capítulos.
Nerín describe en su libro anécdotas que acaban siendo presentadas como comportamientos generalizados en el sector de la cooperación. Nos resulta injusta la ambigüedad con las que se refiere a los "cooperantes", mezclando en ese concepto tanto a personas que trabajan en ONG como gente que trabaja para organismos internacionales cuyas condiciones laborales y salariales lejos están de las que tenemos en nuestras organizaciones. Como en cualquier otro sector, hay diversidad de personas. Lógicamente no todo el mundo reacciona y se comporta de igual manera, ahora bien, este tipo de afirmaciones resultan especialmente dolorosas cuando apenas tenemos gente trabajando en terreno -en ocasiones en condiciones de trabajo duras y con salarios muy bajos- y en estos momentos por una reestructuración laboral. Nos resulta llamativo que además lo haga mientras defiende el papel de las empresas en materia de desarrollo. En cuanto a sus cuestionamientos sobre la honestidad de las ONG, nos parecen injustas, y sostenidas por argumentos carentes de datos claros y contrastados. Las ONG están sometidas a estrictos controles de transparencia y rendición de cuentas, tanto externos como internos. Nuestro compromiso con la rendición de cuentas es escrupuloso, tanto que tenemos nuestras propias herramientas de control de obligado cumplimiento.
Publicidad y campañas. Mensajes con imágenes patéticas, los africanos siempre como víctimas. Cuestiona la publicidad sobre África y los africanos, siempre para provocar pena y reforzar la imagen estereotipada de un África pasiva.
Efectivamente, hubo un tiempo en el que las campañas de las ONGD respondieron a imágenes no siempre adecuadas de la realidad en la que trabajamos, pero ya en el año 1998, se aprobó el Código de Conducta, de obligado cumplimiento para las organizaciones miembro, y que cuenta con una parte específica relativa a "Pautas comunicativas, publicidad y uso de imágenes". En el Código se dice literalmente:
"La comunicación para las ONGD es un instrumento de sensibilización y educaciónpara el desarrollo y deberá servir para:
Promover la toma de conciencia sobre los problemas del desarrollo; conocer y comprender las causas de la pobreza y sus posibles soluciones; la interdependencia de todos los pueblos del planeta; la necesaria reciprocidad para un conocimiento mutuo y el respeto por las diferentes culturas.
Aumentar la voluntad de participación ciudadana en los procesos de cooperación para el desarrollo, fomentando el debate público necesario para impulsar políticas correctas de cooperación, intensificando la solidaridad entre el Norte y el Sur y luchando para cambiar las estructuras vigentes".
Las reglas prácticas de comunicación recogidas en el Código establecen que: "Toda persona debe ser presentada con la dignidad que le corresponde" además, deben "Evitarse mensajes e imágenes que expresen una superioridad del Norte y/o que presenten a las poblaciones del Sur como objetos de nuestra pena y no como socios en el trabajo conjunto de desarrollo. Debe ponerse de relieve la capacidad de las personas para hacerse cargo de sí mismas".
Medios. La cooperación es un show. Complicidad de los medios.
Acusaciones como las que realiza Nerín nos resultan maniqueas e infundadas. De igual forma que comportamientos individuales no pueden ser presentados como generalidades para el sector de las ONG, tampoco puede hacerse con respecto a los medio. Desde hace tiempo, la Coordinadora de ONGD y las organizaciones que la forman, vienen trabajando con profesionales cuyo compromiso ético con la labor informativa es indudable. Aunque la inmediatez periodística en algunos casos no permite analizar con profundidad temas tan complejos como los que trabajamos, existen espacios para ese tipo de información que, afortunadamente, van más allá de la "propaganda" sobre las ONGD. Defendemos el análisis y la difusión de los temas que nos ocupan (y nos preocupan) no tanto de nuestros nombres y trabajos concretos. No podemos hablar en ningún caso de "simbiosis entre periodistas y ONG" porque cada uno de estos sectores tiene responsabilidades y funciones diferentes. Ni las ONG son periodistas ni los periodistas deben ser ONG. Eso no quiere decir que no mantengamos un diálogo fluido con la prensa, pero de igual forma que lo mantenemos con otro tipo de interlocutores necesarios para conseguir nuestros objetivos de cambio social y político".
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