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Ciudad moderna busca dinero

Los proyectos deben autofinanciarse para sortear la falta de fondos en las administraciones públicas

Si el mundo de nuestros días fuera una Arcadia económica y social, el desarrollo de las ciudades inteligentes solo traería buenas noticias a las empresas que quieren impulsarla. Al fin y al cabo, plantean fórmulas para reducir la contaminación, usar mejor los limitados recursos del planeta, aumentar la eficiencia energética, construir de una manera más sostenible y racional.

Por tanto, el negocio debería girar en consonancia con tan buenas intenciones y expectativas, y así nos lo quieren transmitir los grandes protagonistas. Siemens cuenta que el mercado de infraestructuras para ciudades moverá al año en todo el planeta 300.000 millones de euros. De hecho, la parte que está bajo control de las administraciones crece a una tasa especialmente rápida del 5%, y alcanzará los 100.000 millones en 2015, explica un portavoz. Y solo un año después, las redes eléctricas inteligentes supondrán 45.000 millones de euros.

Las enormes deudas de los municipios impiden que muchos de ellos puedan convertirse en 'smart cities' en los próximos años

Sin duda, el negocio está ahí fuera, pero más en otros países (Holanda, Estados Unidos, Alemania, Japón) que en España. Aquí, el enorme déficit de las corporaciones locales limita la implantación y el recorrido empresarial de estas propuestas. ¿Puede transformarse a corto plazo Madrid, con una deuda de unos 7.000 millones, en una ciudad inteligente? Difícil.

Así las cosas, Jordi Roca, socio de Accenture, plantea la pregunta: ¿Quién paga la fiesta? Y su reflexión tiene lógica: Todo esto cuesta dinero. Lo que no resulta sostenible es que se desarrollen grandes iniciativas que estén subvencionadas por un Gobierno. Para ciertas propuestas hace falta una subvención estatal, pero esto es finito. Hay que desarrollar proyectos que tengan su propio business case".

Esta autofinanciación resulta básica porque si no, los números giran sobre sí mismos y no producen movimiento. De poco vale que Siemens Financial Services asegure que en España van a necesitarse 178.000 millones de euros para el desarrollo de infraestructuras si no hay manera de financiarlas. O que IBM afirme que sus ingresos procedentes de lo que ellos denominan smarter planet (generados por proyectos de ciudades inteligentes) ascendieron a 3.000 millones de dólares en 2010 y que durante 2015 serán ya 10.000 millones. Es obligatorio darle viabilidad económica a la ciudad.

El 80% de los ingresos vendrá por la eficiencia que estos servicios generen, y el 20% restante, por el plus que la gente esté dispuesta a pagar, avanza Miguel Ángel Rodríguez, director de marketing y estrategia de Ericsson España. "Otro camino es a través de un modelo de colaboración público-privado y la participación de los ciudadanos", gracias a lo cual "se pueden conseguir ahorros de costes suficientes para financiar las inversiones", calcula Santiago Olivares, consejero delegado de Ferrovial Servicios.

A la búsqueda de este equilibrio entre necesidades e ingresos encontramos a Iberdrola (aunque también a Abertis, Ingeteam, Alcatel-Lucent, Alstom, Enel, Green Power, Ericsson). Lo suyo son las redes eléctricas inteligentes (smart grid), una de las propuestas quizá más avanzadas dentro de estas nuevas ciudades. La duda es: ¿encarece el recibo tanta vanguardia? "Si se hace el esquema regulatorio adecuado, no tiene por qué", asegura Miguel Ángel Sánchez, director de sistemas de control y telecomunicaciones de Iberdrola. Así lo demuestran proyectos como los creados para Castellón (interconexión de 100.000 puntos de suministro) o los que están previstos en Bilbao y Portugalete.

Y es que, a pesar de las dificultades de las arcas públicas, hay muchas esperanzas en estas iniciativas, como reconoce Sergio Solivera, director de industrias estratégicas de Alcatel-Lucent. El reto en nuestros días reside, una vez más, en encontrar su viabilidad empresarial. En España no estamos viendo grandes proyectos de infraestructuras, pero sí existe mucho interés, indica Solivera. Y cita, entre otros, el coche eléctrico.

De hecho, están calando tanto estas nuevas urbes que incluso las empresas de tamaño mediano quieren formar parte de este negocio. La firma vizcaína Ingeteam lleva casi 40 años participando en el negocio eléctrico y lo hace en generación, distribución y consumo. "Pero además al instalar nuestros equipos y software, también aportamos un beneficio a la sociedad. Ayudamos a desarrollar un consumo energético más sostenible", describe Alberto Guerrero, director corporativo de tecnologías básicas de Ingeteam.

En este aún incierto escenario tecnológico, de lo que no hay duda es de que las ciudades cambiarán radicalmente. En 2050 habrá 9.100 millones de personas en el mundo, de las que casi el 80% vivirán, sobre todo, en grandes urbes. Esta presión demográfica extrema hará que las propuestas de smart cities pasen de lo necesario a lo urgente. La clave, para Miguel Ángel Rodríguez, de Ericsson, está en la interconectividad, que es la base de la ciudad inteligente. En 2010 había nada menos que 50.000 millones de conexiones (Internet, smartphones, dispositivos móviles) en el mundo, o, lo que es lo mismo, una media de 15 o 20 conexiones por persona. Este planeta interconectado abrirá enormes oportunidades al negocio de la e-health (servicios médicos no presenciales) o el e-training (formación a distancia), por citar dos de ellos.

En el fondo hablamos de lo que Alex Mestre, gerente de marketing de Abertis Telecom, denomina crear sinergias entre las distintas verticales (movilidad, medio ambiente y seguridad) que tiene, por ejemplo, un Ayuntamiento.

¿Por qué ha de pasar una vez al día el camión de la basura si debido al volumen de desperdicios que se producen en una calle bastaría con tres veces a la semana? Esto se solucionaría instalando un sensor volumétrico en el cubo. O sea, uniendo movilidad y medio ambiente. "¿Los ingresos? Deben llegar a través de los ahorros que impulsan estas plataformas", apostilla Alex Mestre.

Uno de los aspectos más interesantes de estas propuestas es que el ciudadano se convierte en creador de recursos. Desarrollos como el famoso Open Data (la Administración pone a disposición de la sociedad gran parte de la información que maneja y genera) abren una vía de negocio para las empresas que produzcan aplicaciones utilizando esos datos. Por ejemplo, estableciendo rutas de distribución comercial en función de los tráficos que comunica el Ayuntamiento. Tomen nota. Los atascos en Europa generan unos costes de más de 100.000 millones de euros al año. Si al menos una parte de ese gasto se transformara en ingresos, el negocio estaría servido.

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