Los teólogos reformistas lamentan que esté "cortado" el dialogo con los obispos
"Están cortados los cauces de comunicación de la jerarquía con los movimientos cristianos que defienden la reforma de la Iglesia conforme al concilio Vaticano II", dijo ayer el secretario general de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, Juan José Tamayo. Este fin de semana se celebra el congreso nacional de esta organización, que reúne desde hace 31 años en Madrid (en la sede del sindicato Comisiones Obreras) a un millar de pensadores religiosos. El debate de este año se centra en los fundamentalismos.
"Existe una alianza entre la jerarquía católica, el integrismo católico y el integrismo político. En vez de posibilitar el diálogo entre los diferentes sectores católicos, la jerarquía toma partido abiertamente por los grupos citados, que se convierten en confidentes y colaboradores suyos. En cierta medida, sus posiciones son muy afines con las de los fundamentalistas. No hay más que leer algunos documentos y algunas declaraciones papales y episcopales contra la teoría de género, contra el laicismo, contra determinadas leyes aprobadas por los Parlamentos", añadió Tamayo.
La tesis de los teólogos progresistas es que los fundamentalismos, lejos de retroceder, avanzan, más aún, galopan en todos los terrenos y se apropian cada vez de más parcelas de la vida personal y social, religiosa y cultural, política y económica. Entre otras manifestaciones, señalan el avance de los partidos xenófobos e islamófobos en Europa, que han entrado en los parlamentos regionales, municipales y nacionales, e incluso en los gobiernos de distintos países, y el fanatismo de no pocos ideólogos y líderes religiosos, que queman libros sagrados de otras religiones o cometen atentados terroristas en nombre de Dios.
Entre las platos fuertes del congreso destaca la presencia de Giovanni Franzoni, ex abad de una de las principales basílicas de Roma (la San Pablo de Extramuros), y participante como tal, con apenas 36 años, en el Vaticano II. Es, por tanto, a sus 83 años, uno de los pocos padres conciliares en activo. En opinión de Tamayo, "conserva el sentido crítico de la época del Concilio y parece, por ello, la persona indicada para hablar de la involución eclesial, él que la ha seguido muy de cerca, pared con pared con el Vaticano, que la conoce muy bien, que la ha estudiado y sistematizado, que la ha vivido y padecido en su propia carne".
Franzoni sitúa el comienzo del movimiento restauracionista no en los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, sino en el propio Vaticano II y el papa Pablo VI. Hablará el viernes por la tarde, después del teólogo José Arregi, de la Universidad de Deusto (Bilbao); de los sociólogos Avelino Seco y Alberto Moncada, y del presidente de la Asociación de Periodista de Información Religiosa, José Martínez de Velasco. Los tres analizarán en mesa redonda la historia de los movimientos neoconservadores en la Iglesia católica.
"Lo preocupante de los fundamentalismos hoy no es sólo el fenómeno en sí, sino que está instalado en las cúpulas de la mayoría de las religiones, de la política, de la economía e incluso de los Estados. Es una de las más graves patologías de nuestro tiempo. El fundamentalismo es un fenómeno religioso en su origen, pero se está trasladando a otros ámbitos del quehacer humano", añaden.
El congreso incluye este año un homenaje especial a uno de sus fundadores, José María Díez-Alegría, con motivo del centenario de su nacimiento (en 1911). Díez-Alegría fue el primer presidente de la Juan XXIII, a comienzos de los años 80 del siglo pasado. También habrá un recuerdo especial para otros dos presidentes de la asociación, el teólogo laico Enrique Miret Magdalena, fallecido en 2009, y Julio Lois, que murió hace dos semanas.
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