Edward Wilson, el padre del concepto de biodiversidad, premio Fronteras de Ecología
El pionero biólogo, fascinado por las hormigas, cree que el progreso en la protección de la naturaleza es muy lento
El progreso en la protección de la biodiversidad existe, pero es demasiado lento, opina Edward O. Wilson, el influyente biólogo y conservacionista que desde hoy suma a los reconocimientos que ha obtenido el premio Fronteras del Conocimiento, de la Fundación BBVA, dotado con 400.000 euros, en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación. Wilson, estadounidense de 81 años, cree que esta nueva área científico social, muy compleja, de la que se le considera fundador, está en general desatendida por los políticos y dispone de demasiados pocos fondos para su desarrollo y su aplicación a la conservación de la biodiversidad. "La biodiversidad se reduce cada año. Con muy poco dinero se podrían proteger áreas relativamente pequeñas donde existe la biodiversidad más rica, un esfuerzo muy pequeño para lo que devolverían a la humanidad", ha dicho hoy tras conocer la concesión del premio, que considera especialmente importante por reconocer un área nueva del conocimiento.
El catedrático emérito de la Universidad de Harvard ha estado fascinado toda su vida por las hormigas, de cuya organización social ha extraído conclusiones de aplicación a los humanos. "La mayoría de los niños pasan por una etapa de fascinación con los bichos; yo no he superado la mía", ha escrito.
En opinión del jurado del premio, Wilson es "uno de los pensadores más influyentes de nuestro tiempo, uno de los biólogos más excepcionales y un sobresaliente experto en historia natural". El acta añade que Wilson "acuñó y popularizó el término biodiversidad, que es la divisa de iniciativas relacionadas con la conservación de la naturaleza en todo el mundo, contribuyendo extraordinariamente a concienciar a la sociedad de su valor".
Además, Wilson -presentado habitualmente como naturalista y humanista- es el fundador de la sociobiología, que investiga las bases biológicas del comportamiento humano y ha obtenido el premio Pulitzer en dos ocasiones: en 1979 por La naturaleza humana y en 1991 por Las hormigas.
Como entomólogo, fue el primero en describir el comportamiento social de las hormigas y de otros insectos sociales. También logró desentrañar el lenguaje químico mediante el que estos insectos construyen sus rutas y se comunican y en demostrar la acción de las feromonas.
Biogeografía de islas
Estos trabajos inspiraron su teoría de la biogeografía de islas, desarrollada a mediados de los años sesenta con Robert MacArthur y considerada en la actualidad, una obra fundamental para diseñar estrategias de conservación. Esta teoría reconoce que preservar sólo una parte del hábitat de una especie no garantiza su conservación, algo que ha contribuido a "mejorar el diseño de las reservas naturales para conseguir minimizar las extinciones", explica el acta del jurado.
En cuanto a las aportaciones fuera del ámbito estrictamente biológico, el jurado, presidido por el oceanógrafo canadiense Daniel Pauly, destaca cómo sus obras "han unido la cultura humanística con la ecología evolutiva". En concreto, sus obras Sociobiología y Consilience, que no han estado exentas de polémica, "sentaron una base sólida para una nueva disciplina, la psicología evolucionista, que en la actualidad está revolucionando campos tan dispares como la antropología, la lingüística y la historia".
En el jurado de este premio, uno de los ocho que otorga anualmente la Fundación BBVA, han estado, además de su presidente, Daniel Pauly, catedrático de Recursos Pesqueros en el Centro de Pesquerías de la Universidad de British Columbia (Canadá), Paul Brakefield, catedrático de Zoología en la Universidad de Cambridge (Reino Unido), Wilhelm Boland, director del Instituto Max Planck de Ecología Química (Alemania); Joanna Burger, Distinguished Professor de Biología en la Universidad Rutgers (New Jersey, EE UU); Gary K. Meffe, ex director de Conservation Biology (la publicación más influyente en el sector) y Daniel Simberloff, titular de la Cátedra Gore Hunger de Ciencia Ambiental en la Universidad de Tennessee (Knoxville, EE UU).
Reacciones
Estas son algunas reacciones al premio:
Jordi Bascompte, profesor de investigación en la Estación Biológica de Doñana (CSIC)
"No podía haber pensado un candidato mejor. En la ciencia hay gente buena, muy buena, y luego clásicos, pesos pesados de la ciencia. Wilson lo es. Ha hecho no una contribución importante, algo ya muy difícil, sino varias es su carrera. Es el padre de la sociobiología, que nos ayuda a entender el comportamiento animal y humano, y de la teoría biogeográfica, que es una teoría matemática muy influyente en ecología. Nadie como él para un premio como éste".
Pedro Jordano, profesor de investigación en la Estación Biológica de Doñana (CSIC):
"Edward O. Wilson es uno de esos científicos que, aparte de un impacto indudable en su área de conocimiento, tiene la capacidad de traspasar los limites de la especialización para convertirse en uno de los grandes pensadores de nuestra era. Sus contribuciones en el campo de la ecología (la teoría de la biogeografía de islas), la biodiversidad (procesos de especiación) y las ciencias de la conducta (la sociobiología) fundamentan las líneas de investigación más actuales en estos campos. Pero además es uno de los grandes pensadores que ha contribuido de manera mas honesta a la reconciliación de ciencia y religión, especificando nuevas formas de ver la posición de la humanidad en relación con la naturaleza. Personalmente, siempre me inspira de Wilson su enorme conocimiento sobre la historia natural, que constituye la raíz de su excepcional trayectoria científica".
Roger Vila, investigador del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC) de Barcelona
"Más allá de la genialidad de Wilson, de la que no cabe ninguna duda, su figura representa las virtudes que todos querríamos ver en un científico: pasión por la naturaleza, gran capacidad de trabajo y de síntesis, amplitud de intereses, dedicación a la divulgación y, por encima de todo, unos principios personales y profesionales mantenidos a lo largo de toda su vida.
Yo he tenido la gran fortuna de trabajar con Wilson, de escuchar sus preguntas y sugerencias siempre acertadas, pero no podré nunca olvidar a la persona que saludaba a todos y cada uno de los que se cruzaban con él por los pasillos, que me ofrecía una bebida antes de empezar una reunión y que declinaba firmar como autor en estudios que él financiaba para no eclipsar con su nombre a jóvenes investigadores emergentes.
Sus contribuciones son fundacionales para áreas como la biodiversidad y la sociobiología, y son el resultado de la rara coincidencia de genio y humildad, pasión y responsabilidad social en una sola figura".
Joaquín Araujo, naturalista, escritor, periodista
"Darle el premio es un acierto total, es uno de los supergrandes del planeta en relación sobre todo, y especialísimamente, a la biodiversidad. Sus aportaciones son decisivas en el campo conservacionista, explicando con gran rigor y con el prestigio que supone ocupar en Harvard una cátedra como la suya, que hay que tener cuidado con la extinción de las especies. Por otra parte, sus trabajos sobre el mundo más complejo y más completo del Planeta, las selvas tropicales, muy centrados en las hormigas, también nos han permitido conocer el funcionamiento interno de los flujos de energía en las grandes formaciones arbóreas tropicales y ecuatoriales, a su vez uno de los mejores ejemplos de cómo funcionan los ecosistemas en el Planeta. Me parece fundamental el reconocimiento que se le hace".
Fernando Hiraldo, director de la Estación Biológica de Doñana
"Wilson es una figura incuestionable en el campo de la ecología y del comportamiento. El premio es absolutamente merecido tanto por su impecable trayectoria científica como por su labor como educador y como autor de libros que han dejado en muchos de nosotros una huella indeleble".
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