Escenario de emergencia
En Euskadi se realizan de media 180 búsquedas o rescates al año - El Gobierno cobrará el salvamento a los deportistas sin licencia
Las imprudencias se pagan. En adelante, de forma literal. El Gobierno pretende cobrar los rescates a todos aquellos deportistas que practiquen modalidades de riesgo sin la respectiva licencia federativa. Una medida coercitiva con la que pretende combatir las imprudencias y reducir el número de accidentes. Los servicios de emergencia del País Vasco afrontan cada año más de 180 búsquedas o salvamentos, un número que no ha dejado de crecer en los últimos tiempos gracias a los avisos que facilitan los teléfonos móviles. Su coste se eleva hasta los tres millones de euros por ejercicio.
Ya sea en mar, alta montaña o medios rurales, cada dos días se activa el operativo de búsquedas y rescates, aunque no siempre debido a imprudencias. La escarpada orografía de Euskadi y su bravo frente costero advierten de un hostil escenario que se ha cobrado cientos de emergencias en los últimos años. La mayoría se han saldado con final feliz. Otras, con menos fortuna. Como la que en agosto de 2009 costó la vida a un joven bañista camerunés al que arrastró la corriente en la playa de La Salvaje. "Fue muy duro, porque movilizamos todos los recursos disponibles, pero encontramos el cuerpo sin vida", recuerda Gaizka Etxabe, jefe de Intervención de la Dirección de Atención de Emergencias y Meteorología.
Movilizar un helicóptero exige un desembolso de 2.200 euros por hora de uso
Las cuevas son la localización más adversa para la intervención de los especialistas
No solo en lo más agreste del territorio intervienen los servicios de emergencia. En ocasiones, su acción se acerca a los núcleos urbanos, aunque no es ello síntoma de menor complejidad en las operaciones. La búsqueda de Iker, un niño de 12 años que hace casi un año desapareció en Amorebieta, obligó a movilizar a más de 300 personas. "Al menos dio resultado y lo encontramos a salvo", considera Etxabe, al que los casos con menores le "siguen impactando", pese a sus dos décadas de trayectoria.
La montaña no es menos hostil. Ni la inestimable ayuda del helicóptero, cuya movilización cuesta 2.200 euros por hora, es suficiente en ocasiones. Puede dar fe de ello el joven que hace un lustro desafió a la meteorología y decidió celebrar la llegada del Año Nuevo con una excursión nocturna al Gorbea. En el descenso patinó por el hielo y cayó por un barranco. Lo encontraron vivo dos días después, para sorpresa de todos. "Tuvo la suerte de caer en una pequeña hondonada que le permitió resguardarse del frío".
El medio más adverso, sin embargo, es el subterráneo. Las cuevas son oscuras y peligrosas, resultan inaccesibles para medios aéreos y obligan en ocasiones a realizar voladuras en busca de los desaparecidos. Hace no muchos años, un grupo de seis excursionistas se vieron sorprendidos por una intensa lluvia que inundó la sima alavesa por la que transitaban. Tres sufrieron hipotermia, dos resultaron heridos y el sexto se dejó la vida en la aventura. Etxabe avisa. "El personal de emergencias es muy profesional, pero a veces no se pueden corregir las imprudencias".
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