Proteger el lado oscuro
'Ecobarrio' es un proyecto para salvaguardar la vida que existe en el tubo volcánico más grande de Europa, situado en Tenerife
La Cueva del Viento es un tubo volcánico de 18 kilómetros de largo, el más grande de Europa, situado en la zona norte de Tenerife, en el municipio de Icod de los Vinos. Estas cavidades situadas debajo de la epidermis de la Tierra surgieron de la erupción del volcán Pico Viejo, hace 27.000 años. Las Narices del Teide, como también lo llaman, formó ríos de lava que bajaron por el valle de Icod, creando una red laberíntica de tubos subterráneos que nada tienen que envidiar a las existentes en Hawai, donde se encuentra Kamazura Cave, que con sus 65 kilómetros es la ruta subterránea más larga del mundo.
La biodiversidad tinerfeña que vive en la oscuridad más absoluta bajo la primera piel de la Tierra es espectacular. Se han descubierto hasta la fecha 107 especies de invertebrados, de las cuales 44 son troglobias (verdaderos cavernícolas, que presentan mayor grado de adaptación y de modificación anatómica, fisiológica y de comportamiento a este medio, del que no pueden salir), y de estas, cinco son exclusivas de la Cueva del Viento. Junto a ellas viven unas 15 especies troglófilas (habitan el dominio subterráneo, donde desarrollan su ciclo vital, pero también pueden salir al exterior, como los murciélagos o los lagartos).
Los yacimientos paleontológicos son otra de las sorpresas que esconde la cueva. Se han hallado restos de huesos de Gallotia Goliat y Canariomys Bravoi, un lagarto y una rata gigante hoy extinguidos. Y en varias entradas del tubo volcánico se han encontrado restos arqueológicos de los guanches, antiguos aborígenes de Tenerife.
Pesticidas y fertilizantes
Pero este tesoro subterráneo no se ha librado de la contaminación que han producido las malas prácticas del hombre moderno. En el valle de Icod un área principalmente agrícola, donde se producen exquisitos vinos y papas se han utilizado pesticidas y fertilizantes en exceso, que se han filtrado a través de la tierra dañando la vida de estos laberintos subterráneos y apagando los colores de sus minerales, que se han vuelto blanquecinos. Otro desastre es el aprovechamiento de estos tubos naturales como red de alcantarillado y el gran número de casas ilegales que se han levantado en la zona.
El proyecto del Ecobarrio en el área donde se ubica la Cueva del Viento es fundamental por su importante atractivo turístico y científico, una joya para los visitantes y amantes de la espeleología que es rentable y obligatorio proteger. Para conseguir este objetivo se estudia instalar energías renovables y controlar la depuración de aguas residuales por métodos naturales, así como realizar una adecuada gestión de los residuos. Se están impartiendo cursos para recuperar la materia orgánica y su posterior compostaje, que luego también servirá para reconvertir la agricultura actual en ecológica en todo el valle.
La primera fase del proyecto prevé una inversión de 609.000 euros y afectará a un área urbana donde viven 800 habitantes, que a partir de 2011 contarán con una nueva red de saneamiento. La actuación dará empleo verde a unas 16 personas, lo que se considera "un paso de gigante" en la conservación de la Cueva del Viento y en la creación del primer ecobarrio de las islas Canarias.
Para el grupo de espeleología de Tenerife Benisahare, esta iniciativa es un triunfo de la conservación del medio ambiente. Pero no se puede parar ahí, y esperan que se apruebe una ley para la protección de todo el tubo volcánico, lo que haría de esta zona un baluarte de la vulcanoespeleología en Canarias.
En las últimas jornadas internacionales de Ciudades sobre volcanes, celebradas en Puerto de la Cruz de Tenerife, se incidió en el papel que desempeñan los tubos volcánicos en la investigación de la vida extraterrestre en planetas como Marte. Como dice el guía de la Cueva del Viento, el espeleólogo Alfredo Laínez, de estos lugares tenemos mucho que aprender. "Para hacerse una idea de la importancia de su biodiversidad hay que tener en cuenta, por ejemplo, que después de la bomba atómica lo primero que salió a la superficie fue una cucaracha y un escorpión, que resultaron ser inmunes a la radiactividad".
El sueño de Laínez es que la Cueva del Viento se convierta en patrimonio de la humanidad, igual que el Teide.
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