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Adaptación al medio

Cada vez más empresas adecuan sus productos a las necesidades nutricionales de cada país. El Danonino tiene más vitaminas en Brasil, y el Avecrem, en Sierra Leona

Danimals, Jumbo, Gao Le Gao Original. A priori, nada dicen estas seis palabras; al traducirlas, todo cambia. Son las versiones africanas y china del Danonino, Avecrem y Cola-Cao españoles. Denominaciones diferentes para productos adaptados a las necesidades nutricionales de los países en los que se van a consumir. Aunque en cada zona geográfica la alimentación es diferente -en cantidad y calidad-, los componentes que necesita el cuerpo para alcanzar el equilibrio son los mismos.

Un niño español no come lo mismo que uno argentino, o brasileño, o sudafricano. Tampoco sus gustos son idénticos. Sin embargo, los alimentos que ingieren todos en sus primeros años de vida, estén donde estén, marcarán a corto y largo plazo su crecimiento, su fortaleza y sus defensas frente a determinadas enfermedades.

En Argentina, los niños tienen carencia de calcio, hierro y zinc

Es habitual encontrar en los supermercados de los países desarrollados cientos de productos bajos en sal, sin calorías o sin grasas. En las regiones con menor poder adquisitivo ocurre lo contrario: los alimentos están enriquecidos. En 2003, según advirtió la FAO -siglas en inglés de la Organización de la Alimentación y la Agricultura-, 923 millones de personas tenían carencias en su alimentación. Esta situación empujó a Danone a adaptar el Danonino, conocido durante décadas como Petit Suisse y comercializado en más de 35 países, a las necesidades de los niños de cada comunidad. Ante la falta de informes sobre la situación nutricional de Brasil, la marca hizo un estudio que revelaba que el 57% de los niños no tomaba el mínimo recomendado de calcio y que el 67% de los alimentos mostraba deficiencias en vitamina D.

La fórmula del Danonino se alteró convirtiéndolo en un queso fresco fortificado, es decir, se enriqueció agregando micronutrientes esenciales con el propósito de evitar o corregir estas carencias. Se incorporaron vitaminas A y E, y se enviaron los resultados del estudio a las autoridades del país.

Otro país de Sudamérica en el que la marca de yogures ha tenido en cuenta las insuficiencias de la población infantil es Argentina. El informe Actualidad nutricional infantil, ejes para el diseño de un alimento lácteo fortificado, realizado por Danone, afirma que el retraso crónico de crecimiento es uno de los problemas más relevantes en los menores argentinos de seis años, además de una de las manifestaciones más frecuentes de la desnutrición infantil. El motivo: la falta de zinc, hierro, calcio, vitamina D y proteínas en las dietas latinoamericanas.

"Argentina es el caso más llamativo", afirma José Juan Rodríguez, profesor de nutrición y bromatología de la Universidad Autónoma de Barcelona. "Es un país con grandes exportaciones de carne y materias primas y, sin embargo, tiene altas tasas de desnutrición", añade. Según el informe, las carencias generalizadas en los niños argentinos desembocan en enfermedades como anemia, déficits cognitivos y una menor densidad ósea.

De Sudamérica a Sudáfrica, esta vez con un nombre diferente, Danimals. Otro estudio de la misma marca, realizado a través de datos epidemiológicos y con la ayuda de expertos locales en nutrición, mostró que en la población infantil, además de haber una alta prevalencia de diarreas (el 13% de niños de menos de cinco años la padecen), había deficiencias de hierro, zinc y vitamina A. El 30% de los niños tenía una carencia importante de esta vitamina.

En Sudáfrica había que tener también en cuenta la forma de distribución. "La cuestión no es solo enriquecer el alimento, sino que este llegue a los que lo necesitan", declara Rodríguez. Se ajustó el precio, 0,13 céntimos de euro la unidad, y la distribución: la realizaron las mujeres puerta por puerta.

"La tendencia de Danone es que si hay déficits de nutrientes, se complementen. Es una buena práctica empresarial, mejorar la salud es siempre algo positivo", asegura Francesc Bove, responsable de producto I+D de Danone en España.

Hasta Sierra Leona llegó, en 1978, la versión africana de uno de los productos que revolucionó las cocinas españolas durante la Guerra Civil: las pastillas de caldo Avecrem. Gallina Blanca elaboró, a finales de los años treinta, estos dados compuestos por un concentrado de carne, verduras y legumbres para que, ante la escasez de alimentos, al menos lo que se comiera tuviera gusto. Jumbo es la variante económica y enriquecida con vitaminas (en España no tiene ningún añadido nutritivo) vendida en el continente africano.

La maquinaria que pone en marcha Gallina Blanca desde que los equipos de marketing tienen una idea es "inmensa", asegura Montse Carbó, portavoz de la marca. La inversión en investigación es "millonaria". Nutricionistas, cocineros y consumidores trabajan para dar con la fórmula que guste, alimente y venda.

Además de los nutrientes, las multinacionales alimentarias juegan con los sabores y las tradiciones culinarias. En China, por ejemplo, el Cola-Cao (Gao Le Gao) es de sabores, ya que, según Nutrexpa, la variedad forma parte de la esencia de su alimentación. En Francia, los yogures tienen un toque avainillado, y en Holanda lo que cambia es el tamaño: "Suelen ser de medio kilo porque les gusta compartir el postre y comer todos del mismo recipiente", explica Estrella Alborch, nutricionista.

La cultura es una de las principales bazas con las que juega Gallina Blanca. Tras copiar las recetas tradicionales españolas, el caldo que venden tiene hasta 11 variantes. El de pollo es el más vendido en la zona mediterránea, el cocido madrileño concentra el 53% de las ventas en la zona centro de la Península y el de pueblo es el que más se consume en el sur de España. "Los consumidores están satisfechos, la mejor prueba es que se compra", asegura Carbó.

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