En busca de los cambios bruscos en el Ártico
Barcos, satélites, submarinos... Todos los medios de observación son útiles y necesarios para tomar el pulso constantemente al Ártico, la región del planeta donde el deshielo registrado en las últimas décadas se ha convertido en uno de los indicadores principales, más evidentes y más preocupantes del cambio climático.
La campaña científica internacional del programa europeo dedicado a la investigación de los cambios bruscos en el Ártico, sobre todo de lo que cabe esperar en el futuro próximo, ha comenzado hoy a bordo del buque noruego Jan Mayen, que ha partido del puerto de Tromso (Noruega), a 69.39 grados de latitud Norte. A bordo van 24 científicos (incluidos seis españoles) de 11 países que, durante dos semanas, navegarán por el Ártico tomando muestras de microorganismos, midiendo temperaturas y concentraciones, y evaluando el panorama de los hielos. Un objetivo esencial es analizar las respuestas de los ecosistemas a las alteraciones disparadas por el calentamiento global. La expedición dura 15 días y alcanzará los 81 grados de latitud Norte, considera el capitán del buque, John Almestad.
El deshielo es menos drástico en la zona europea que en la zona del Pacífico Norte porque los vientos y las corrientes empujan hacia este lado del Polo Norte, explica Paul Wassmann, científico alemán afincado en Noruega que dirige el proyecto. Él ha participado en más de 20 campañas por estos mares desde1974 y afirma que la pérdida de hielo registrada en los últimos años no es algo que haya que medir con exactitud para comprobarlo, es algo obvio, a simple vista, para cualquiera que navegue por la zona. "En las dos últimas semanas hemos visto que la extensión de hielo parece próxima a la media, no es tan reducida como en 2007-2008. En cuanto al grosor, es complicado medirlo, se hace con sónar desde submarinos que pasan bajo el Ártico", comenta. Pero lo cierto es que la capa de hielo más delgada se desplaza más rápido y facilita su movimiento hacia la zona europea.
También Almestad resalta la tendencia del deshielo en los últimos tiempos. "Hace cuatro o cinco años pudimos navegar rodeando completamente las islas Svalvard en el mes de mayo, cuando normalmente sólo se puede hacer en agosto, pero este año no es posible hacer esa navegación".
La campaña de cambios profundos comienza con cuatro horas de navegación por el fiordo Tromso Sound hasta salir a mar abierto. El primer muestreo está previsto para 36 horas después. Tras dos semanas de trabajo en el mar, los científicos tienen planeado continuar en tierra, en Svalvard, donde harán experimentos sometiendo microorganismos tomados en las muestras a calentamiento controlado hasta diferentes niveles de temperatura para conocer cómo reaccionan y poder estimar cómo se reorganizarán los ecosistemas en respuesta al calentamiento.
35 personas a bordo del 'Jan Mayen'
Un total de 35 personas han embarcado en esta campaña científica a bordo del buque oceanográfico Jan Mayen: 24 están asignados al proyecto científico (incluido un equipo de la televisión noruega, fotógrafos y dos periodistas); 11 forman la tripulación. El buque, de 64,8 metros de eslora, no fue siempre una instalación científica; desde 1988, cuando se botó, hasta 1992 fue un barco pesquero y factoría dedicado a la captura de gambas en el Atlántico norte, luego pasó a la ciencia, a la Universidad de Tromso. Cada año navega 300 días realizando campañas de hasta cuatro semanas, cuenta su capitán, John Almestad. El barco está preparado para navegar entre el hielo -sin ser rompehielos propiamente dicho- y el capitán cuenta con tener que hacerlo durante esta campaña.
Lo que fueran instalaciones pesqueras a bordo se convirtieron en amplios laboratorios, unos más químicos, aislados del resto, otros asignados a quienes trabajan con muestras que no deben contaminarse, etcétera.
Los científicos, tras repartirse el espacio en los laboratorios según las necesidades de los diferentes equipos, han dedicado la mañana, antes de zarpar, a desembalar el material que se han traído para la campaña -más de dos toneladas sólo los seis españoles-, instalando y colocando filtradores, incubadoras, sistemas de filtración de oxígeno para las muestras, placas de cultivo, centenares de pequeños botes y contenedores.
La mañana y las primeras horas de la tarde del primer día de campaña se han dedicado a completar la estiba del barco, conocer las medidas de seguridad a bordo y realizar una prueba de abandono del buque con chapuzón en las aguas árticas de cuatro voluntarios pertrechados con trajes especiales.
Dos cubiertas están prácticamente ocupadas por laboratorios y refrigeradores para almacenar material científico. El resto con camarotes, cocina-comedor y sala de estar, sala de instrumentos y puente. En la bodega para el pescado está instalado un pequeño gimnasio y una mesa de ping-pong. Hay que tener en cuenta que este buque, explica Almestad, navega 300 días al año, con dos tripulaciones que se alternan.
Jan Jacobs Mayen fue un ballenero holandés de los que, en el siglo XVII, cuando navegaban por la zona británicos y holandeses, avistó unas islas situadas al Este de Groenlandia y que han dado nombre después a este buque, cuenta el capitán.
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