Cuando los niños siguen jugando
El 'Calendario Solidario' recoge fotografías de imágenes de niños jugando en medio de la guerra, la pobreza y la desesperanza
Una caja de cartón se convierte en un camión que surca el Congo; una bolsa de plástico y una cuerda, en una cometa que surca el cielo de Kabul; unos trapos viejos con un poco de cinta adhesiva son una muñeca. Pese a la pobreza, la miseria, las guerras, los niños siempre tienen la capacidad de buscar un hueco para el juego.
La Fundación Meridional y Mundo Cooperante presentaron el pasado miércoles en Madrid la sexta edición del Calendario Solidario , que, como en las anteriores ocasiones, está ilustrado con fotografías y textos del periodista Hernán Zin.
Si en otras ediciones este calendario recogía fotografías de denuncia de la explotación infantil, la vida en las calle, en los campos de refugiados o en las chabolas a través de los rostros de los niños, esta edición incluye fotografías de niños jugando, con improvisados juguetes hechos con cualquier material y toda la imaginación de un niño.
"Que los niños jueguen en las guerras, en medio de la miseria es algo que no ha dejado nunca de sorprenderme y darme a la vez una suerte de esperanza en el futuro", asegura Hernán Zin, que ha retratado en éste año a niños jugando en lugares como Afganistán, República Democrática del Congo, Kenia o La India.
Una imagen tomada en Afganistán abre el calendario de este año: "Me subí a una de las colinas que rodea Kabul, para filmar el juego de cometas. En este país centroasiático las cometas son sobre todo un juego para adultos. Ese día había demasiado viento. Ví como Salim, de apenas nueve años, jugaba con un plástico atado a un cordel, como improvisada cometa", relata Zin. "Él no va a jugar a la colina; va a servir bebidas a los adultos que acuden a hacer volar sus cometas".
Con estos calendarios cada año se sufraga un proyecto solidario. En 2008, los fondos recaudados ha ido a parar al proyecto de la Women for Women Foundation, organización sin ánimo de lucro establecida en Etiopía para ayudar a mujeres marginadas socialmente por padecer la fístula obstétrica, una lesión producida durante el parto como consecuencia de la desnutrición y que las condena de por vida a pérdidas urinarias, que tiene como peor consecuencia la marginación social. Los calendarios también buscan sensibilizar sobre la situación de la infancia, para lo que se reparta en escuelas y ayuntamientos de toda España.
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