Travesía mortal para encontrar más pobreza
Miles de somalíes y etíopes huyen de sus países intentando llegar a Yemen.- Médicos Sin Fronteras ha encontrado 60 inmigrantes muertos en los últimos días en las costas yemeníes.- Desde septiembre han perdido la vida más de 100
El drama de la inmigración se desarrolla también en costas lejanas a las españolas, en países menos proclives a ser considerados un paraíso por el que jugarse la vida. Unas veces los inmigrantes se pierden y mueren en el desierto, expulsados de un país, despreciados por otro en su camino a España. Otras, recorren miles de kilómetros en movimientos migratorios con origen y destino en Asia o África. Un equipo de la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) ha encontrado en la costa de Ahwar los cadáveres de 60 inmigrantes africanos que intentaban llegar a Yemen en un barco de traficantes. "Mientras nos acercábamos a la costa a las 8 de la tarde, los traficantes vieron unas luces en tierra. Temían ser vistos por los guardacostas, así que nos obligaron a lanzarnos al mar, a pesar de que el agua era muy profunda. Varias personas no sabían nadar y se ahogaron", cuenta uno de los supervivientes a la ONG.
Los refugiados venían de la ciudad portuaria de Bosasso en Somalia, huyendo de la guerra y la extrema pobreza, en un trayecto infernal de dos días. Los conflictos y el hambre en el Cuerno de África han convertido Yemen en un objetivo deseable para miles de somalíes y etíopes que no tienen otra esperanza y se juegan la vida para cruzar el estrecho de Adén. En 2007 fueron unos 29.000 y según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para el Refugiado (ACNUR) en lo que llevamos de año lo han intentado unos 32.000. Las cifras son siempre estimativas porque el transporte es ilegal y está controlado por mafias a las que, lógicamente, no les gusta la publicidad. Tampoco se sabe cuántos llegan con vida, aunque MSF asegura que "el número de víctimas mortales es alto". Desde septiembre, en concreto, 114 han perdido la vida sólo en la región de Abyan, teniendo en cuenta que en estos casos sólo se contabilizan los cadáveres encontrados y enterrados.
El hecho de que Yemen, país pobre que ocupa el puesto 153 en la lista de desarrollo humano elaborado por el PNUD de Naciones Unidas, se convierta en un objetivo por el que jugarse la vida da idea de la situación que se vive en esta zona de África. "Lo que se hace no es suficiente, hay que hacer más a ambos lados", asegura Aloïs Hug, de MSF, en conversación telefónica con ELPAÍS.com. Los inmigrantes son sometidos a todo tipo de abusos por parte de los traficantes, que les golpean y violan y no dudan en tirarlos por la borda sin es necesario o hay algún peligro. "Estábamos en una bodega. Es como un pequeño almacén de sólo un metro. Había 20 personas metidas. Sufrimos mucho ahí dentro. Hacía mucho calor y nos faltaba el aire", relata un inmigrante somalí que consiguió llegar a las costas yemeníes en septiembre.
El final del camino
Una vez que están allí hay clases y clases, siempre dentro de la miseria, la indiferencia de las autoridades por su suerte y la falta de medios de las ONG y ACNUR. "Los somalíes obtienen el estatus de refugiado y se quedan en los barrios más pobres de las grandes ciudades, como Adén, haciendo cualquier trabajo", nos relata Hug. Los demás, sobre todo etíopes, después de la travesía tratan de llegar a Arabia Saudí para trabajar en el rico país árabe. "Algunos incluso llegan a Arabia Saudí, les expulsan a su país y lo vuelven a intentar", asegura Hug cuando narra la travesía desesperada de estos hombres y mujeres.
Esta región vive dramas de los que sólo tenemos noticia cuando se convierten en catástrofe o afectan a nuestra seguridad. "Últimamente, se ha centrado la atención en la piratería en las aguas del Cuerno de África", asegura a este respecto Francis Couter, coordinador general de MSF en Yemen. "Desafortunadamente, hay muy poca atención en el drama de los refugiados".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.