La justicia británica deja en libertad a los menores que asesinaron al pequeño James Bulger
Robert Thompson y John Venables, que ahora cambiarán de nombre, cometieron el crimen con sólo diez años
Venables y Thompson, de 18 años, comparecieron esta semana por separado y en lugares secretos ante el comité encargado de decidir sobre su libertad condicional. Sus integrantes -un juez, un psiquiatra y un miembro independiente- decidieron que los dos adolescentes deben quedar en libertad provisional de por vida.
Los dos jóvenes tenían diez años cuando en 1993 se llevaron al pequeño James, de dos años de edad, de un centro comercial en la localidad de Bootle, en las afueras de Liverpool (noroeste de Inglaterra). Después de torturarle, le mataron a golpes junto a la vía de un tren, en un crimen que conmovió a la opinión pública. Los dos niños fueron condenados a ocho años de cárcel, aunque el entonces ministro del Interior, Michael Howard, decidió aumentar su pena a quince años.
El pasado octubre el máximo representante del poder judicial, lord Harry Woolf, decidió que no sería beneficioso para los dos jóvenes, hasta entonces presos en sendos centros para menores, continuar en la cárcel una vez alcanzada la mayoría de edad, ya que en este caso tendrían que ser trasladados a una penitenciaría para adultos y se dificultaría su posterior integración en la sociedad.
A partir de ahora, Venables y Thompson disfrutarán de nuevas identidades, y entrará en vigor una orden judicial que impide levantar su anonimato. Según los tribunales, ambos tienen que ser protegidos ante la "posibilidad real de daños graves o incluso la muerte a manos de miembros vengativos del público o de la familia Bulger".
La decisión supone un duro golpe para la familia del niño asesinado. Su madre, Denis Fergus, se opone a que los asesinos de su hijo queden en libertad, y opina que ocho años en la cárcel es demasiado poco tiempo.
