Vuelve el cuello cisne

Es una de las manifestaciones más claras de moda setentera que encontramos este invierno; a muchas les ahoga la idea solamente con visualizarla pero el cuello cisne es una fórmula hiperrefinada (para muestra, Inés Sastre) que estiliza, de cintura para arriba, igual que los tacones de cintura para abajo. Phoebe Philo ha sido la diseñadora que mejor le ha tomado el pulso a este tipo de no escote: la clave del éxito en sus looks minimalistas la tienen las camisetas interiores a rozar de barbilla que acompañan a modo de básico el resto de repertorio en Céline. Inspiración cien por cien Katharine Hepburn, aunque siempre ha sido el pescuezo de su colega Audrey el más copiado.

El cuello alto es, desde luego, cuestión de iconos. Incluso las más descocadas como Marilyn Monroe sucumbieron de vez en cuando a meter sus encantos en un top embudo. Jackie O. fue otra de las elegantísimas mujeres abonadas a este tipo de garganta y Grace Kelly incluso se casó con un diseño de vuelta ligeramente alzada: en Rosa Clará han tomado nota a la manera de Chloé de cara a la Primavera/Verano 2012. Steve Jobs hizo de él su uniforme, a Diane Keaton es prácticamente imposible verla enfundada en otra cosa y Karl Lagelrfeld le cede el protagonismo de su colección para Macy's.

La falta de piel a la vista en una parte tan susceptible de mostrarse como es el busto matiza cualquier look y lejos de darnos un aire mojigato puede resultar de lo más atractiva, justamente porque juega a ocultar una de las partes más sensuales de nuestra anatomía. Distinguidísimo aplicado a vestidos de noche y comodín para aquellas que odien cargar con pañuelos o bufandas, el cuello cisne, alto, vuelto, o turtleneck tal y como lo denominan los anglosajones, abriga, disimula y prolonga a partes iguales.