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¿Uniformes para niñas embarazadas?

Una campaña en Venezuela contra la gestación adolescente da la vuelta al mundo. No es la primera que utiliza el lenguaje de la moda a favor de una causa social.

Uniformes
Getty Images

«Regreso a clases», anuncia el cartel en el escaparate. Delante, cinco maniquís con uniforme azul, el que visten los estudiantes de entre 12 y 15 años en Venezuela. Dos de ellos, de niños. Los otros, de niñas. Y estos segundos, con cuerpos en estado de gestación. La imagen, al contrario de lo que pueda parecer al echar el primer vistazo, no es un reclamo publicitario para vender ropa infantil.

«La gente se horroriza al verlo, pero eso es lo que buscamos. Hacer visible un problema y dar argumentos a los padres para que hablen con sus hijos sobre ello», cuenta a S Moda Armando Cárdenas, director creativo de 141 Coimbra. Él fue quien, tras conocer el dato de que cada tres minutos una menor se queda encinta en su país, propuso esta campaña a las fundaciones Fundana y Construyendo Futuros. Así surgió esta iniciativa que ahora se exhibe en las vitrinas de un conocido centro comercial de Caracas y que esperan poder llevar también a otras ciudades venezolanas. «Para mostrar algo tan grave había que hacerlo con impacto. Y qué mejor que exponerlo donde la gente está habituada a ver cosas bonitas y deseadas», destaca Cárdenas.

Venezuela tiene una de las tasas más altas de embarazo precoz en el mundo y la más elevada de América del Sur, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas.

Getty Images

Ésta, sin embargo, no es la primera vez que la moda cede sus herramientas y su espacio para una causa social. A finales del año pasado, la ONG suiza Pro Infirmis saturaba los escaparates de la sofisticada avenida Bahnhofstrasse de Zúrich con maniquís que representaban a personas con discapacidades físicas. El objetivo era fomentar la reflexión sobre su integración en la sociedad. Y el pasado mes de marzo se conoció también el caso, tras llegar a las redes sociales, de la cadena de tiendas sueca Ahléns, que lleva ya cuatro años empleando maniquís atípicos, sin las medidas habituales, y que representan, según ellos, a gente con «tallas normales».

La cadena sueca de grandes almacenes Åhléns utiliza desde hace cuatro años en sus escaparates maniquís con tallas que, según ellos, corresponden a mujeres normales.

D.R.

«La vitrina es un medio de comunicación visual donde menos de dos metros separan al emisor del receptor, es próximo en distancia y cercano por compartir una calle o una tienda», explica José Luis Martínez, director de la escuela de Marketing visual de Barcelona Ártidi. «Y el escaparatismo radical es aquel que atrae una mirada acompañada de un pensamiento o reflexión. Es aquel que te provoca una sonrisa o te despierta un sentimiento en esa distancia».

Acción «Because who is perfect?» de la organización Pro Infirmis, que creó figuras con discapacidades físicas reales.

Pro Infirmis.

Activismo con sentido. Esa repercusión a la que aluden los expertos es la que buscan campañas como las de Venezuela o Suiza. Utilizar un escenario de la moda para trasladar otro mensaje. «Y, evidentemente, funciona, porque hablamos de ello y pensamos: “¿Cómo puede ser que aún hoy ocurra esto en Venezuela?”», destaca Gil Blancafort, fundador y director creativo de la agencia Yslandia. Sin embargo, la misma fórmula (o parecida) no obtiene iguales resultados para todos.

Las vitrinas de la avenida Bahnhofstrasse de Zúrich se llenaron de estos maniquís para crear conciencia entre los viandantes.

Pro Infirmis.

La pasada primavera, la provocadora firma American Apparel colocaba en el escaparate de una de sus tiendas en Nueva York maniquís femeninos con un frondoso vello púbico. La compañía quería, según defendió, mostrar la belleza real. Pero la campaña, aunque efectiva, porque dio la vuelta al mundo, se interpretó como un obsceno reclamo y la marca norteamericana no ha logrado aún dejar de ser una de las que menos fidelidad general recibe de sus clientes, como muestran los estudios que realiza la consultora Brand Keys. «Una publicidad de estas características debería estar siempre respaldada por instituciones que trabajan en esas causas, como en el caso de Venezuela», explica Blancafort. «O, simplemente, no ser utilizadas de forma inmoral o fraudulenta para vender un producto desde la polémica».

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