Trabajar cuatro días a la semana: menos síndrome del quemado, más conciliación e igual productividad
Un último estudio con 2.500 empleados concluye que los trabajadores se sentían menos estresados y con más energía con una semana laboral de 32 horas. Además, disminuyeron considerablemente las bajas laborales. Consultamos a dos expertos los beneficios e inconvenientes de este sistema.
2022 será el año en que se empiece a probar en España la jornada laboral de cuatro días. Para ello, los presupuestos generales del Gobierno han incluido una partida que permitirá desarrollar un programa piloto en el que participarán, de manera voluntaria, empresas de distintos sectores.
La efectividad de esta medida, que venían demandando agrupaciones políticas como Más País, es una cuestión que genera controversia y dudas entre los agentes sociales, pero algunas iniciativas llevadas a cabo en otros países sí apuntan en una dirección: el beneficio que supone para la salud mental de los trabajadores y la organización de su vida personal.
Un ejemplo es un estudio llevado a cabo en Islandia en el que participaron 2.500 empleados que vieron reducidas sus jornadas (a 35 o 36 horas semanales) manteniendo el mismo sueldo. Las conclusiones muestran que los trabajadores, gracias a que podían dedicar más tiempo a socializar, realizar planes de ocio que les satisfacían u organizar mejor las tareas del hogar, se sentían menos estresados y con más energía durante la jornada laboral.
Por ello, y tras el debate sobre la reorganización del trabajo que ha dejado la pandemia, los partidarios de esta medida consideran que ayudaría a reducir los casos del síndrome del trabajador quemado. La gran incógnita es si, además de mejorar la calidad de vida de las personas y sus niveles de estrés, tendría también beneficios claros para las empresas.
Olaya Martín, doctora en Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social que trabaja como profesora en la UDIMA, señala la mejora en la productividad como una de las principales ventajas para los empresarios: “Hay ejemplos de otros países, como Nueva Zelanda, Microsoft en Japón, varias compañías que lo han puesto en práctica en Estados Unidos, en Suecia o en Islandia. Y en todos ellos hay evidencias de que la productividad no disminuye e incluso aumenta debido a una eficiente organización del trabajo. Lo conveniente sería identificar formas de trabajo eficientes para eliminar los llamados tiempos muertos”.
La experta en organización del trabajo explica que los resultados variarán en función de la empresa y el sector de actividad y apunta otro aspecto a tener en cuenta por los empresarios: al estar menos cansados, los trabajadores se cogen menos bajas laborales. “De hecho, los accidentes laborales son más frecuentes con jornadas largas debido a que la disminuye la atención por la fatiga de trabajo acumulada. En jornadas superiores a siete u ocho horas, el riesgo de sufrir un accidente aumenta de manera exponencial. Por lo tanto, otro de los beneficios de reducir la jornada laboral para la empresa es la disminución de los accidentes y por ende de las bajas laborales”, recuerda Martin.
A nivel social, otro posible beneficio sería la reducción en las tasas de paro. “Según algunos expertos, sobre todo especialistas en economía aplicada, la reducción del tiempo de trabajo es un instrumento de reparto de trabajo o redistribución del trabajo”, indica la profesora de la UDIMA. “La jornada laboral se ha mantenido a lo largo de estos 100 años, pero la productividad ha aumentado lo que significa que se necesita menos mano de obra para producir y ello supone un problema en la demanda de empleo. Por ello, sería conveniente una reducción de la jornada laboral para disminuir la tasa de paro estructural. Pero además, si se mejoran las condiciones laborales y cuanta mayor clase media exista, más se consumirá y ello repercutirá también en el mercado laboral”.
Una medida controvertida y con escaso respaldo empresarial
En España, los casos de empresas que apuestan por esta fórmula siguen siendo anecdóticos y la propuesta de Más Madrid ha generado distintas controversias en el sector. Las principales dudas tienen que ver con cómo repercutirá en los salarios de los empleados, en su derecho a la desconexión digital o en cómo conseguirán las empresas sufragar los posibles gastos de contrataciones extras.
Luis Fernando Rodríguez, CEO de Watch & Act —una consultora que presta asesoría laboral a las empresas para mejorar su organización—, es una de esas voces críticas. Rodríguez explica a S Moda que la implantación de la jornada de cuatro días no es un asunto que suele estar sobre la mesa en su día a día: “Nunca nos ha sido demandado, ni es un tema que salga en las conversaciones”.
Sobre las ventajas o desventajas que podría acarrear indica que “hay varios puntos de vista que pueden orientarnos en este tema (social, empresaria y personal), pero que aún no tienen demasiados intereses convergentes, y este aspecto, la todavía excesiva divergencia, hace inviable una decisión común”. Desde el punto de vista social, por ejemplo, apunta a que aún hay muchas preguntas por resolver: “¿Partimos de que el trabajo a tiempo completo de un profesional son 32 horas semanales? ¿Los viernes se cierran las empresas hasta el lunes? ¿O estamos pensando en que las empresas siguen “dando servicio” de lunes a viernes con una distribución de ocho horas laborables diarias?”.
Rodríguez también ve difícilmente asumible el coste de poner en marcha una medida de este tipo: “¿Quién paga esta fiesta? La respuesta es: los ciudadanos. Si las empresas, y no hablo ya de los servicios públicos ofrecidos por las Administraciones Públicas, con un 20% más de funcionarios, tienen que costear este sobrecoste, la ruina es total. Es inasumible”.
En este sentido, la profesora de la UDIMA señala que “desde la parte empresarial son reticentes e incluso reniegan los posibles beneficios porque tienen la idea de que la reducción de jornada lleva aparejada una disminución de productividad y un peor servicio”. Además, apunta, “existe una vertiente político-económica que justifica la necesidad de altas cifras de desempleo para que la inflación sea baja. Cuanto más baja es la deuda de un país pierde menos valor. Y, por otro lado, tenemos presente una cultura que cuantas más horas trabajemos más producimos y mejor trabajador seremos, y no es así”.
Una solución intermedia podría ser la que han planteado en España algunas grandes empresas como Telefónica o Desigual. Se trata de una fórmula que ofrece a sus trabajadores la posibilidad de sumarse a este tipo de jornada, de manera voluntaria, pero recortando su sueldo.
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