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La fundadora de Ariane Jewels: «Mis padres me preguntaban: ‘¿Vas a dejar tu trabajo para hacer pulseras'»

Con una inclinación innata por la moda y los accesorios, Ariadna Albero, la joven emprendedora tras Ariane Jewels, daba los primeros pasos en su proyecto con tan solo 14 años. Os contamos su historia.

Algunas de las propuestas de Ariane Jewels.
Algunas de las propuestas de Ariane Jewels.Cortesía de Ariane Jewels

Solo ha pasado un lustro desde su lanzamiento en 2016 y sus diseños se han convertido en un must para toda adepta al universo de las joyas. Pero en realidad la historia de la firma española Ariane Jewels se remonta años atrás. “Ariane Jewels ha sido siempre un sueño en mi mente desde que tenía 14 años”, explica Ariadna Albero, la fundadora de la marca, a S Moda vía telefónica.

Con una legión en Instagram que roza los 40.000 seguidores, para Albero el universo digital y las redes sociales han ejercido como un claro e indispensable trampolín en su desarrollo. “Ariane ha nacido gracias a la digitalización, de no ser así quizá no hubiera tenido lugar”, nos cuenta la empresaria. Fue en su adolescencia y con tan solo 14 años, cuando con una inclinación por la moda (y más en concreto por los accesorios) la jovencísima diseñadora se lanzó a producir sus propias pulseras “era algo muy inocente, hacia pulseras y collares con abalorios y botones”, recuerda.  Coincidiendo con el auge del universo digital y la eclosión del mundo blogger, comenzó un blog en el que compartía sus looks acompañados de sus piezas handmade: “En mi página tenía enlazado un catálogo con mis creaciones, recibía pedidos vía email y me pagaban mediante transferencia”, detalla.

Pasaban los años y Ariadna continuaba con su hobby de la adolescencia, pero cuando llegó a la universidad declinó formarse en diseño eligiendo una opción que aseguraba un abanico más amplio de posibilidades: “Estudié psicología porque veía imposible dedicarme al mundo de la moda sin un nombre previo”, afirma. Al terminar la carrera fue fichada por una multinacional para trabajar en el área de recursos humanos, pero nunca abandonó Ariane Jewels (por entonces llamada Ariadne Albero), que según avanzaba el calendario seguía creciendo de forma orgánica: ahora ya en Instagram y con una cantidad notable de seguidores. “Fueron años muy duros, compaginaba mi trabajo como psicóloga con Ariane en mis ratos libres”, apunta. Porque aún con un trabajo que le proporcionaba estabilidad y seguridad, ella lo tuvo siempre claro: “Si en ese momento me preguntaban: ¿Qué prefieres triunfar como psicóloga o con Ariane? Yo no dudaba, elegía Ariane”.

En paralelo al crecimiento paulatino de su marca, el sector de la joyería sufría una transformación con el auge de las joyas chapadas. “Hace años, cualquier abuela tenia un anillo, un collar o una pulsera de oro. Tenía uno y lo llevaba toda la vida, no compraba uno cada temporada”, sostiene Ariadna. Este acabado aterrizaría con la crisis de 2008 cambiando el paradigma en el sector. “Antes de la crisis la gente compraba joyas, no se planteaba comprar un anillo chapado. Lo que era dorado era oro y lo plateado era plata”, apunta. En ese escenario emergieron nuevas marcas que apostaban por joyas recubiertas -como Aristocrazy, la firma más joven y económica del grupo Suárez-. Fiel a su máxima “step by step” y con la idea de no recibir inversión externa, Ariadna comenzó a tejer una red propia de proveedores y diseñar piezas con un ADN marcado que se diferenciara de la oferta de aquel entonces. “Yo quería que en un futuro cuando alguien llevara un diseño de Ariane, supiera que era de Ariane”, explica.

El momento crucial llegó en el año 2016, cuando la diseñadora visualizó que su proyecto -y su sueño- podía convertirse en realidad, pero requería una dedicación exclusiva. Finalmente, decidió abandonar su puesto de trabajo para lanzarse a una piscina en la que “algo de agua había, pero tampoco mucha”, bromea. Un gran paso por el que concentró sus fuerzas en impulsar Ariane Jewels, un proyecto que ya llevaba fraguándose diez años. “Mis padres ahora me apoyan en todo, pero en aquel momento me preguntaban: “¿Vas a dejar tu trabajo para hacer pulseras?” Y yo pensaba “tengo 26 años, si no pruebo ahora, no lo haré nunca”, confiesa.

Propuestas de Ariane Jewels.
Propuestas de Ariane Jewels.Cortesía de Arianne Jewels.

El éxito de Ariane Jewels –que en el último año y en pleno estallido del coronavirus ha multiplicado su facturación por tres– radica en el carácter atemporal de sus diseños y la apuesta por trasladar el lujo accesible al sector de la bisutería. “El ticket medio oscila entre los 70-80 euros, porque dentro de la bisutería siempre he buscado ofrecer la mayor calidad posible. No es lo mismo chapar una pieza con media micra que con tres. Su coste es mayor, pero aseguras una mayor calidad y durabilidad”, explica Albero. Para la joven empresaria, sus diseños caminan estéticamente más cerca de la joyería que de la bisutería: “La forma, el estilo y el acabado de muchas piezas recuerdan más al oro”, señala. Diseños elegantes, atemporales e inspirados en el mundo vintage que ubica a la firma en una esfera independiente al eterno ir y venir de las tendencias. “Ariane son joyas relacionadas con la moda, pero no con las tendencias. Tu abuela quizá tenía un collar de bolas gigantes y con 15 años te lo ponías porque aunque no estaba de moda, evocaba algo relacionado con la moda. Es lo que buscan transmitir los diseños de Ariane Jewels”, resume.

Si cerramos los ojos e imaginamos el futuro, la diseñadora posiciona la expansión internacional como una de las prioridades de su marca. “Vendemos más en España, pero hemos visto que nuestras piezas tienen cabida también en Europa por su carácter atrevido y diferente”, recalca. Actualmente, Ariane Jewels está presente en dos puntos de venta físico: en la tienda Edit 32 (Valencia) y Sophie & Lucie (Madrid). Pero si bien su canal de venta online acapara el grosso de sus ventas -un 90%-, no descarta crear su propio espacio físico Ariane: para la emprendedora las tiendas tradicionales no deben desaparecer, sino evolucionar. “Como humanos que somos el contacto humano no debemos perderlo. Me gustaría crear un espacio que se acercara más al concepto de showroom, en el que ofrecer un trato más cercano con el cliente y que fuera una experiencia más personalizada”, concluye.

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