La increíble historia de Sinéad Burke: un metro de poder e influencia (de Davos al ‘front row’)
Sinéad Burke padece acondroplasia, la forma más común de enanismo. Tras avergonzar a las firmas por no hacer ropa para personas como ella, ha protagonizado diversas portadas, acude a los mejores desfiles y es una de las voces activistas por la inclusión más respetadas del sector.
Dicen que Sinéad Burke (1990, Irlanda) tiene el armario a rebosar de ropa de Burberry adaptada a su estatura. La verdad es que el rumor se queda corto. Esta activista, profesora e influencer de un metro y cinco centímetros de altura también acumula prendas de Gucci, Prada, Ferragamo o Christopher Kane como Marc Jacobs colecciona pañuelos. Pero no siempre fue así. Burke se pasó toda la adolescencia envidiando a sus cuatro hermanas, de estatura estándar, por poder comprarse prendas que en ella se antojaban enormes. Por eso decidió poner en jaque a la industria de la moda exigiéndole mirar hacia todos aquellos tipos de cuerpos que, como el suyo, habían estado olvidados durante años. Ahora no solo viste las prendas de las mejores firmas del sector, también acude a eventos y desfiles y ha vuelto a acaparar la atención mediática tras sentarse al lado de Helen Mirren en el último show de Victoria Beckham. Solo un ejemplo del revuelo que su presencia ha causado en la semana de la moda de Londres, donde las marcas estuvieron a sus pies proporcionándole, incluso, un pequeño peldaño para que pudiera alcanzar más cómodamente su asiento.
«Mi dinero y mi existencia son tan válidos como los vuestros. Me he pasado toda la vida tratando de convencer al mundo de que soy inteligente, elocuente, profesional y adulta. Y, sin embargo, la industria de la moda, sin quererlo o no, hace justo lo contrario a lo que promociona», sentenció en un evento organizado por Business of Fashion en 2017. Poco antes había saltado a los titulares tras dar una conmovedora charla TED en la que bajo el título ‘¿Por qué el diseño debería incluir a todos?’ compartía lo complicado que es viajar en avión o utilizar un baño público cuando se padece acondroplasia, la forma más común de enanismo. «El diseño inhibe mi autonomía y mi independencia. A menudo olvido mi estatura, pero el entorno físico y la sociedad me lo recuerdan», afirma en el ya famoso discurso.
Sus palabras no tardaron en reportarle la atención que merecía. Burke fue invitada a dar varias conferencias en el Foro Económico Mundial en Davos y el Consejo de Estado de Irlanda la fichó entre sus miembros como asesora en temas de accesibilidad y educación. También logró el favor de la industria de la moda: la edición británica de Vogue la incluyó en la lista de las mujeres trabajadoras más poderosas de Gran Bretaña en 2018, Burberry decidió hacerle un guardarropa completo a medida y se convirtió en rostro ubicuo en fiestas y desfiles (Prada o Salvatore Ferragamo la han invitado a sus shows y acaba de consagrar su popularidad en el front row asistiendo a los de Victoria Beckham, Roksanda o Richard Malone en la semana de la moda de Londres).
Su ascenso meteórico a los altares de la moda ha sido tal que en menos de dos años desde su popular charla TED ya ha protagonizado las portadas de dos publicaciones especializadas. Además de posar para Tim Walker en la cubierta de Business of Fashion (una edición dedicada a la ‘era de la influencia’ en la que también participó Kim Kardashian), la mismísima Meghan Markle la incluyó en la portada de septiembre de Vogue UK, número en el que ejerció como editora invitada y para el que seleccionó a 15 mujeres pioneras. Un sueño cumplido teniendo en cuenta que Burke compraba religiosamente la revista cada mes desde que era pequeña.
También se convirtió en la primera persona con enanismo en acudir a la gala MET. Para la ocasión, Alessandro Michele, director creativo de Gucci, adaptó uno de los vestidos de su colección a sus medidas (uno decorado con tres lazos que, por cierto, meses antes había lucido Alexa Chung). «Esta es la primera vez que una ‘persona pequeña’ (del inglés ‘little person‘) asiste a la Gala Met», escribió tras posar en la alfombra roja más relevante de la industria de la moda. «Antes de la gran noche, probé las escaleras e hice una auditoría de accesibilidad de los asientos, los baños, los ascensores y los pasillos para estar segura de que podría ser lo más independiente posible en una cita tan glamurosa». También preparó el vestido que luciría mano a mano con Michele: «Ha habido muy pocos momentos en la cultura pop en los que una mujer como yo haya tenido capacidad de decisión sobre su propia estética. Tuvimos mucho cuidado de llevar algo que no fuera un disfraz, sino un reflejo de mí como persona».
Con más de 100.000 seguidores en Instagram, una cifra modesta comparándola con otras influyentes figuras del sector, pero nada desdeñable, Burke alza la voz a diario para luchar por una inclusión total en el diseño, y en el mundo, de las personas como ella. Recientemente ha lanzado su propio podcast, As me, y ha apartado su trabajo como profesora para hacer un doctorado e «incorporarse a la industria de la moda, cuestionando los supuestos y el posicionamiento de las personas con discapacidad». Aunque a los 11 años se planteó someterse a una operación para alargar sus extremidades, a día de hoy se reafirma en la decisión que tomó: no satisfacer las necesidades de los demás ni rebajar el grado de incomodidad que, según dice, su discapacidad causa en el resto. «Mis alumnos a menudo me preguntaban por qué soy tan pequeña y si utilizaría, si pudiera, una varita mágica para ser normal», recuerda. «Amo ser una pequeña, adoro mi cuerpo y tengo la suerte de haber nacido en una familia que celebró mis diferencias. Si tuviera una varita mágica, la usaría para democratizar las oportunidades y garantizar la igualdad de acceso e inclusión para todos. No cambiaría quién soy».
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