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Se alquilan hombres guapos para llorar

¿Estrés laboral? En Japón una empresa ofrece varones apuestos para secar las lágrimas de mujeres trabajadoras ahogadas por un entorno laboral patriarcal y cargado de tensión.

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Cordon Press

Los Ikemeso (palabra derivada de ikemen, algo así como “buenorro” y mesomes, “llorar”) son hombres guapos que desde hace unos días las japonesas pueden “alquilar” durante un rato para que las acompañen en un llanto de alivio por apenas 55 euros la hora.

Antes de cabrearnos y decir algo tan obvio como que ya está tardando el promotor de la idea en ofrecer el mismo servicio para varones o reivindicar que, además de elegir el perfil social deseado (por el momento se puede escoger entre “dentista”, “chico malo” o “viejo sabio intelectual”), se pueda también elegir el sexo de tu clínex humano –por aquello de que la diversidad lacrimógena no debería tener límites–; analicemos si este servicio tan íntimo tiene razón de ser o no. Y olvidemos que, de momento, se trata solo de un servicio para mujeres japonesas y, por lo que parece, heterosexuales.

Que levante la mano quien no sepa lo que es tener un día de tanto estrés, presión y mal rollo en el trabajo que solo un buen llanto puede enderezar. Ahora ya se sabe, porque películas como Inside Out nos cuentan que las emociones supuestamente negativas son necesarias para el correcto funcionamiento de la máquina. Pero reconozcamos que a pesar del cine, del marketing emocional y de que ya sepamos que la vida es dura, el trabajo no es un lugar al que esté bien visto llevar nuestros dolores personales. Como si esa mochila metafórica se pudiera meter en una taquilla al fichar. Y como si no supiéramos que el trabajo es un gran antídoto contra la angustia y a favor de nuestra autonomía pero a veces también incompatible con un estado de ánimo más quemado que la Torre Windsor, en especial para muchas mujeres que en Japón –y en otras partes del mundo–  tienen que soportar cargas extra de presión solo por su condición femenina.

El responsable de la idea, Hiroki Terai asegura que su servicio “es de fiar” y que si eres una mujer japonesa un pedido de Ikemen puede ayudarte de la siguiente manera. Primero te ayudará a que llores, aunque no se especifica si existe un protocolo para lograrlo o si la usuaria debe asegurar el desenlace mediante alguna prueba previa. Luego, cuando tus glándulas lagrimales hayan lubricado y oxigenado tus ojos (y seguramente también tu cerebro) tu Ikemen procederá “como los seductores en las películas”, y colocará una mano en la pared, detrás de ti. Te tocará la mejilla con dulzura y limpiará tus lágrimas con un pañuelo de papel. Claramente reconfortante.

Ahora solo falta, insistimos, que deje de atribuirse esa necesidad de llorera a las hormonas femeninas y se ensanche a toda la población. A juzgar por la trayectoria de Terai –que ya puso en marcha un grupo de terapia colectiva de llanto y un libro de fotografía titulado Handsome men in tears (Hombres guapos llorando), posiblemente estemos cerca del día en el que las antiguas salas de fumadores pasen a convertirse en salas de personas que tienen que llorar un rato antes de seguir.

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