_
_
_
_

Que no te den ‘vintage’ por liebre

En un mundo en el que cada vez cuesta más hacerse con prendas de época y las tendencias ensalzan lo ‘retro’, el negocio de la ropa de segunda mano gana terreno y con él, las prácticas que rozan la ilegalidad.

Cover vintage
Getty Images

"Vengo de un mercadillo vintage. Por fin he encontrado aquel vestido de Topshop que busqué como una loca hace tres temporadas". Aunque celebramos el hallazgo de esta ficticia y hábil compradora, lamentamos comunicarle que su adquisición dista mucho de ser de época. Desde que la fiebre (tardía, comparada con el resto de Europa) de los mercadillos second hand y las fórmulas tipo garage sales invadiese nuestras ciudades, el equívoco de comparar una adquisición vintage con una de segunda mano, o simplemente retro, se ha vuelto común en el lenguaje de los mortales y no es extraño etiquetar con el anglicismo a una prenda con apenas cinco temporadas a sus espaldas.

Tal y como aclara Mathilde Therizols -una parisina afincada en Madrid que organizará a partir del lunes la Pop Up Store Vintage de lujo, con prendas de Lanvin, Chanel o YSL traídas directamente desde París-: "la regla es simple: vintage es la prenda que tiene más de 20 años y que contiene un allure característico, ya sea por su tejido o su diseño". La razón por la que cada vez que acudimos a un mercadillo vintage acabamos con una bolsa repleta de artículos que no cumplen con la norma es sencilla. Por un lado, cada vez resulta más difícil hacerse con  prendas que resistan al paso del tiempo (las colecciones son muy exclusivas y al alcance de pocos) y, por otro, los mercadillos de segunda mano responden, básicamente, a la necesidad de consumir de forma sostenible y sin rascarse el bolsillo.

Es lo que Max Porta, uno de los ideólogos y creadores del mercadillo de antigüedades y objetos de segunda mano más codiciado de Barcelona, Lost&Found Market, apunta: "se trata de seguir la regla de las tres erres (reciclar, reducir y reutilizar), aunque no todas las personas que compran productos usados lo hagan por este motivo". En un mundo en el que las colecciones de moda se retroalimentan del pasado (sólo hay que echar un vistazo a la última y polémica propuesta de Slimane), el ansia por satisfacer con prendas retro y rarezas a los consumidores de tendencias puede haber afectado al credencial ético y sostenible que acompañaba al consumo de segunda mano.

Photographer: salvalopez.com

El mercadillo Lost&Found de Barcelona, uno de los que consigue mayor poder de convocatoria.

Lost&Found/ Salva López

"Desafortunadamente, deberíamos preguntarnos un poco más sobre los supuestos vendedores de vintage. Cada vez escasean más los comerciantes de primera clase, los que rastrean colecciones privadas, mientras afloran los que sólo compran y venden la ropa por kilo y la renombran como vintage o retro", alertaba The Guardian hace unos días en un artículo que cuestionaba la 'ética del vintage'. El texto comparaba a ciertos sectores del negocio con cadenas más cercanas al fast fashion y al mercado global que al de la exclusividad de hacerse con una prenda única. "Existen informes extraoficiales que hablan de explotación en las fábricas y los comerciantes internacionales mercadean con elevadas cantidades. El mayor distribuidor de EEUU clasifica 35 toneladas diarias de camisetas y exporta ocho millones de kg de vintage cada año. Los compradores compran por kg y a ciegas".

Críticas que también han llegado desde la organización alemana FairWertung, que lleva años monitorizando al negocio de segunda mano, en un informe de 2011. "Desafortunadamente se dan malas prácticas: importaciones ilegales y que no se llegan a pagar, bienes pasados de contrabando y corrupción en general". Manipulaciones por las que, según la organización, se "hace necesario tener que aplicar y extender una normativa al respecto".

En EEUU ya se han puesto manos a la obra y en otoño anunciaron la posibilidad de poner coto a la venta, en pequeña escala, de objetos de segunda mano. La Corte Suprema de EEUU (Scotus) puso en tela de juicio a las míticas y tradicionales garage sales y llegó a plantear la posibilidad de impedir la reventa de objetos cuyo copyright no fuese americano.

"Comparado con los EEUU, aquí queda mucho camino por recorrer . Estamos viviendo un boom de los mercadillos que se podría comparar con de los festivales de música de hace unos años. Sería lógico pensar que en algún momento la oferta se va a estabilizar y al final habrá servido para equilibrar el sector a la realidad de otras capitales occidentales, que nos llevan mucha ventaja", apunta Porta de Lost&Found. Mientras nos equiparamos al resto, procura que, para la próxima, no te den vintage por liebre.

Brick Lane Hosts Vintage Pop-Up Market
Oli Scarff (Getty Images)

Getty

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_