La piel oscura sigue siendo un problema en Hollywood: polémica por la falta de diversidad en el filme latino del año
Acusan a Lin Manuel Miranda de utilizar sólo a interpretes “que podrían pasar por blancos” en su musical ‘In the Heights’. La polémica reaviva el debate del colorismo, que hace que todo sea más fácil para las personas con menos melanina.
Tenía que ser la película latina del año, si no de la década. El viernes pasado se estrenó In the Heights, el musical escrito por Lin Manuel Miranda y Quiara María Hudes, hablado y cantado en spanglishy concebido como una celebración de todos los hispanohablantes de Estados Unidos, y de un barrio de Manhattan, Washington Heights, “que estaba hecho de música”, como reza el tráiler. Sin embargo, de lo que se está hablando, además de unos números de taquilla algo decepcionantes (comprensible, puesto que la película se estrenó también en HBO Max), es del color de sus protagonistas, o mejor dicho, de la falta de color.
El mismo día que se estrenó la película, la periodista de origen afrocubano Felice León, del medio The Root, publicó un artículo denunciando que todos los actores y actrices principales son latinos de piel clara y “que pueden pasar por blancos”. Los únicos negros latinos aparecen en los números de baile, como acompañamiento, o como extras con un par de líneas de diálogo. León preguntó al respecto al director de la película, Jon M. Chu (Crazy Rich Asians) y a varios intérpretes y sus respuestas no ayudaron a acallar la naciente polémica, al contrario. “Contratamos a la gente que era mejor para el papel”, dijo Chu, ofreciendo la misma respuesta que tradicionalmente han dado los productores blancos para explicar la falta de diversidad en sus repartos y que, de alguna manera, coloca la responsabilidad en los perjudicados. “No es culpa nuestra si no son lo suficientemente buenos”, se viene a decir. “En el proceso de castings, que fue muy largo, había mucha gente afrolatina de piel más oscura, pero estaban buscando a las personas adecuadas para el papel”, añadió la actriz mexicana Melissa Barrera, que interpreta a Vanessa, una peluquera que quiere salir del barrio.
El asunto del colorismo, un término atribuido a la escritora Alice Walker que describe el tipo de discriminación concéntrica que se da dentro de las comunidades no blancas, y que hace que las cosas sean siempre más difíciles cuánta más melanina tiene su piel, no es nuevo en Hollywood. Pero suele centrarse en la comunidad afroamericana. En 2016, hubo protestas por el hecho de que Zoe Saldana interpretara a Nina Simone en su biopic, cuando la cantante tenía la piel mucho más oscura. Saldana se oscureció la piel con maquillaje y utilizó una prótesis de nariz para el papel. De nuevo, se oyeron voces críticas por el hecho de que en la franquicia X-Men, el papel de Storm, nacida en Kenia, recaiga en actrices birraciales como Halle Berry y Alexandra Shipp.
Las intérpretes más jóvenes y acostumbradas a no esquivar este tipo de debates políticos, como Zendaya y Zoe Kravitz, reconocen que ellas han tenido ventajas de las que no hubieran disfrutado de no tener la piel tan clara. Matthew Knowles, el padre y exmanager de Beyoncé y Solange, ha dicho en más de una ocasión que sus hijas, sobre todo Beyoncé pudo, gracias a su aspecto (además de su talento descomunal), sortear barreras en la música en sus inicios. “Hay otras 400 chicas con la piel más oscura –señaló– que no llegan a sonar en las radios generalistas, directamente las ponen solo en las de música negra y R’n’B”.
Que haya actrices de piel más oscura, como Viola Davis o Lupita N’yongo, consiguiendo papeles protagonistas y premios, no anula el problema. Davis, que nunca pierde oportunidad para señalar que ella debería tener exactamente el mismo estatus que Meryl Streep (y el mismo sueldo) en el cine, ha hablado en varias ocasiones de los problemas extra que le supuso el tono de su piel cuando empezaba en su carrera y de lo tarde que le han llegado los reconocimientos. “Si eres más oscura que una bolsa de papel, entonces no se te considera sexy, no eres una mujer”, dijo en una entrevista, utilizando una expresión muy extendida, el “test de la bolsa de papel marrón”, que tiene raíces muy traumáticas. Cuando estaba vigente el esclavismo, había dueños de plantaciones que daban privilegios, como trabajar dentro de casa, y no fuera, a los esclavos de piel clara (a menudo fruto de violaciones a las esclavas). Para determinar quien se quedaba dentro y quien salía, se utilizaba una bolsa de papel marrón. Si su piel era más clara, pasaban el test. Si era más oscura, lo suspendían. Cuando Oprah Winfrey le preguntó a N’Yongo, si existía un problema de colorismo en Hollywood, lo primero que se le escapó fue un sardónico «¡ja!». «Cuántas más actrices de piel oscura trabajen, mejor. Esto tiene que ver también con los cambios que se están produciendo detrás de las cámaras», añadió, refiriéndose a la necesidad de que existan más directores, guionistas y directores de casting de todos los pigmentos trabajando en una industria que produce símbolos que se exportan a todo el mundo.
En los últimos años, además, se ha constatado que el colorismo afecta de manera mucho más significativa a las actrices que a los actores. Idris Elba, Daniel Kaluuya, John Boyega y el fallecido Chadwick Boseman pudieron labrarse una carrera como leading men, la clase de actor protagonista alrededor del cual se construyen los proyectos multimillonarios, teniendo la piel muy oscura. Mientras que sobre ellas aun pesa ese prejuicio del que hablaba Davis. Un estudio de este mismo año del Geena Davis Institute –la actriz de Thelma y Louise lleva años dedicada a fomentar y financiar una entidad que elabora informes muy rigurosos sobre desigualdades en la industria– concluyó que casi el 80% de los papeles se los llevan actrices afrodescendientes de piel clara o muy clara. Y el 57% llevan peinados “que se conforman a estándares europeos de belleza, en lugar del pelo negro natural”. Otro informe, del Museo Nacional de Historia Afroamericana, explicaba que el colorismo en el cine es tan viejo como el mismo cine.
En los noventa y dosmiles, cuando hubo una explosión de telecomedias protagonizadas por afroamericanos en televisión, se daba la circunstancia de que las hijas, que casi siempre representaban el papel de la chica sexy pero inocente, cuya sexualidad aterra al paterfamilias, siempre eran de piel más clara que los hijos. A Denise Huxtable, la hija de mayor de los Cosby, la interpretaba Lisa Bonet, que tiene la piel muchísimo más clara que el actor que hacía de su hermano Theo, Malcolm Jamal-Warner. En el spin-off de la serie que se hizo a medida de Lisa Bonet, Un mundo diferente, también casi todas las actrices con papeles importantes tenían la piel clara (Cree Summer, Jada Pinkett Smith), pero no así los actores. Cuando se sustituyó a la Tía Vivian, para disgusto de casi todos los fans de El príncipe de Bel Air, también implicó cambiar a una actriz de piel oscura, Janet Hubert, por otra de piel más clara, Daphne Reid, señalaba un artículo sobre este fenómeno en la revista SorellaMag.
No es la primera vez que el director Jon M. Chu, que estaba visiblemente incómodo respondiendo a preguntas sobre esta cuestión, se ve envuelto en una polémica sobre colorismo. Su anterior película, la súper exitosa comedia romántica Crazy Rich Asians, por un lado se recibió como un símbolo de apertura y de que los asiáticos podían protagonizar historias de amor y lujo en el cine sin quedar relegados a papeles secundarios, pero por otro generó también algunas críticas, ya que todos los intérpretes son asiáticos de piel clara. En Singapur, donde sucede la película, el 15% de los habitantes son de origen malayo y casi el 7% indios, pero ellos no aparecen en las suntuosas fiestas del filme ni como figurantes.
Ahora es otra comunidad, la afrolatina, quien reclama la voz en este debate. A menudo se señala que resulta políticamente complicado, cuando no estéril, hablar de “latinidad” puesto que poco tienen que ver un cubano de Miami con un puertorriqueño de Nueva York (como es Lin Manuel Miranda) con un mexicano de California. “Los latinos somos mucho más que una historia, un tono de piel, una identidad”, escribe la periodista de origen cubano Monica Castillo en la NPR. A Castillo le emocionó In the Heights pero lamenta que a las dos directoras de casting, blancas, se les haya podido escapar la falta de diversidad.
El tema está lejos de zanjarse, pero de momento Miranda ha cumplido con el rito de emitir una nota de disculpa. “Empecé In the Heights porque no me veía reflejado y es lo que he buscado en los últimos 20 años, que todos nosotros nos veamos reflejados”, dice. “Veo la discusión sobre la representación de afrolatinos en nuestra película y está claro que esa comunidad no se siente suficientemente representada, sobre todo en los papeles protagonistas. Oigo el dolor y la frustración sobre el colorismo (…). Al tratar de pintar un mosaico de esta comunidad, fallamos. Lo siento mucho. Estoy aprendiendo de vuestras respuestas. Gracias por lanzarlas; os escucho”.
De momento, ya tiene el apoyo de una leyenda latina de Hollywood, Rita Moreno. “Parece que nunca puedes acertar”, dijo en el programa de Stephen Colbert. Cuando ella rodó West Side Story en 1962, se tuvo que conformar con el papel secundario de la amiga, Anita. Mientras que el estelar, el de la puertorriqueña María, se lo quedó Natalie Wood, nacida en Rusia.
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