Y el aire se convirtió en materia
Sin respiración, así se quedan los espectadores ante los nuevos diseños hinchables. Sus autores no son vende humos, sino todo lo contrario. Ellos usan lo intangible como su mejor herramienta.
Primero fue El chico de la burbuja de plástico, la película protagonizada por John Travolta en 1976, en la que el actor debía prescindir de sus bailes para vivir aislado, con mucho dolor, de todo contacto físico. Más tarde, estas burbujas se convirtieron en atracciones. En el Sport Center Land (en Terrassa) se puede caminar sobre el agua con ellas. El siguiente paso, y más adulto, era la conquista de la moda y la arquitectura. Y se ha dado. Anna Haupt y Terese Alstin firman pañuelos que se transforman en capuchas airbag. Kobi Levi crea zapatos con una, nada sutil, forma de muñeca hinchable. Con esta técnica, Airclad construye casas prefabricadas como solución para conseguir un espacio extra en terrazas y jardines. Otro ejemplo: Jy Yeon Suh y su línea Bojaki. El coreano juega con colchonetas de playa para crear muebles. Para tranquilidad de posibles compradores: no se necesita una gran capacidad pulmonar para conseguir su forma definitiva. Los módulos vienen equipados con su propio sistema de inflado.
De Osaka a São Paulo, y no se detiene. El Rubber Duck, de 13 metros de altura, es la obra itinerante del artista Florentijn Hofman.
D.R.
En España tenemos a los nuevos chicos de oro del mundo hinchable: Penique productions. Un equipo formado por Sergi Arbusà, Pablo Baqué, Chamo San y Pol Clusella. El pasado 28 de septiembre mostraron en París la que (hasta ahora) ha sido su gran performance: el escenario donde se presentó la colección de primavera-verano 2013 de la firma Maison Martin Margiela. «Nuestra obra es efímera; la mantenemos viva con imágenes y vídeos. Ellos vieron algunos de nuestros proyectos y nos mandaron un correo electrónico».
Entonces comenzó el trabajo duro. «Nos impresionó la cantidad de personal con batas blancas de la maison», confiesan. ¿El encargo? Plastificar el interior del lujoso Hôtel Salomon de Rothschild, casi como si estuviese envasado al vacío. «Aunque no solemos hacerlo –y la dirección artística de Margiela no estaba muy de acuerdo en un principio– dejamos al descubierto las grandes lámparas de araña doradas que colgaban del techo y que, al final, destacaban con el blanco impoluto del plástico que encerraba el desfile».
Diseño de la línea Bojaki, de Jy Yeon Suh.
D.R.
La suya es una labor que se mueve entre el arte y la funcionalidad. «Maison Martin Margiela busca mantener su alma artística a través de prendas de alta costura. Como nosotros, que, pese a haber entrado en el mundo de los eventos, nos consideramos artistas. La firma evidencia su inquietud artística en cada diseño. De hecho, su obra está permanentemente expuesta en museos de todo el mundo. De ahí que apuesten por colaborar con otros artistas; y nosotros tuvimos la fortuna de ser uno de ellos».
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.