Richard Reynolds: ‘No tenemos nada que ver con el cliché de ecologistas’
Entrevistamos a Richard Reynolds, que tras bloguear sus primeros cultivos ilícitos se convirtió en el “jardinero de guerrilla“ más famoso del mundo.
Desde hace décadas ciudadanos de todo el mundo se encargan de crear espacios verdes allá donde las autoridades públicas no actúan, ya sea por desidia o falta de presupuesto. Cultivar flores y plantas sin contar con permiso alguno se ha convertido en una forma de protesta: la jardinería o agricultura de guerrilla (Guerilla Gardening). Una pala y un puñado de semillas son suficientes para llevar a cabo un acto político. Cuando el londinense Richard Reynolds blogueó sus primeros cultivos ilícitos se convirtió en el “jardinero de guerrilla“ más famoso del mundo. Dice haber emprendido una batalla contra la destrucción del espacio público. Desde su web guía a aquellos que quieren iniciarse en esta forma de activismo verde y conecta a personas de todo el planeta. El compromiso social no es un requisito indispensable para formar parte de esta iniciativa, cada vez más popular en España. Así lo cuenta a S Moda este treinteañero británico.
¿Por qué decidió involucarse en el movimiento Guerrilla Gardening?
Empecé simplemente como un jardinero sin jardín. Es una afición que tengo desde niño. Veía potencial en muchos espacios abandonados y quería experimentar si cultivar flores y plantas en esos lugares podía cambiar el comportamiento de la gente. Cerca de mi casa había una porción de tierra abandonada. La cultivé y colgué el resultado en mi blog. Era un modo amable de apuntar ciertas negligencias del Ayuntamiento, una protesta sin mucha ambición.
Pero esa denuncia se ha convertido en algo gigantesco…
Cuando la prensa descubrió el blog y habló de él me dí cuenta de que inspiraba a la gente. Empecé a recibir los mensajes y fotografías de mucha gente que hacía cosas similares y entonces descubrí el movimiento que ha existido durante mucho tiempo en todo el mundo.
¿Qué motiva a esta forma de activismo verde?
Suelo dividir a los “guerrilleros“ en tres secciones distintas. Los que simplemente les gusta la jardinería como cuestión estética, los que lo hacen como acto social -algo que compartir con otros y estar en comunidad- y los que quieren enviar un mensaje político que provoque el interés de la gente. Con el tiempo he descubierto que la mejor forma de mantener ese discurso político es colgando el resultado en Internet, ya que muchos de esos jardines son efímeros.
¿El networking y las redes sociales son imprescindibles para este proyecto?
No es esencial. Hay gente que prefiere hacer actos en solitario. Pero estar conectados ofrece muchos beneficios. Como he dicho antes anima e inspira a la gente. También te permite encontrar gente dispuesta a construir un nuevo jardín. También atrae la atención de la prensa, cuya cobertura es casi siempre positiva. Eso hace que las autoridades estén menos dispuestas a oponerse al movimiento.
¿Qué respondería ante el cliché que entiende la jardinería de guerrilla como algo limitado a ecologistas o veganos?
¡No tenemos nada que ver! Guerrilla Gardening es para gente que ve potencial en algo que no está siendo aprovechado de un modo adecuado y que decide convertirlo en algo mejor. Mi jardín más grande nos da unos beneficios de mil libras al año. Cultivamos lavanda en él y vendemos la producción. Así que podríamos decir que estamos más cerca del capitalismo que de lo ecológico o lo vegetariano. De hecho hay una parte horrible que también se puede considerar jardinería de guerrilla, cuando la industria agraria se apodera de ella. Crean cultivos a gran escala, incluso en plena selva, y los convierten legalmente en plantaciones de soja. Eso no es precisamente ecológico y los veganos no deberían olvidar lo malo que habitualmente es para el medio ambiente cultivar soja.
Usted empezó en Londres. ¿Considera que es una ciudad donde la gente no puede depender de las instituciones públicas?
Para nada. Las autoridades locales de Londres son negligentes, antieconómicas, cortas de miras…
Nuestro alcalde -Boris Johnson- es un idiota. Gasta millones en plantar árboles que mueren porque nadie sabe cómo hacerlo. Lo hacen en pleno verano, en el mes más seco del año. Y luego son capaces de talar los que tiene sanos porque a alguien en el Ayuntamiento no le gusta el color que tienen. Es inverosímil. Cuantos más árboles mueren más gastan en reemplazarlos. Así pueden presumir de todo lo que invierten en ello sin mentir.
España cuenta ahora mismo con muchos espacios públicos abandonados o sin los cuidados adecuados. ¿Cree que es el momento de animar a la Guerrilla Gardening española a trabajar más que nunca?
Sin duda. Las grandes oportunidades se desarrollan en momentos de recesión. Hay más gente con más tiempo libre, porque desgraciadamente están en paro. No tiene por qué costar dinero extra, ya que las semillas se pueden recoger y hay gente dispuesta a donar plantas. Hacer algo nuevo les hará a sentirse mejor, conocerán gente y ampliarán su red de apoyos que, incluso, puede ayudar a dar un cambio en su carrera o encontrar un trabajo. Muchos de los jardines comunitarios de Nueva York nacieron en un momento similar, en la década de los 70, cuando la ciudad afrontaba altos niveles de delincuencia y estaba en bancarrota.
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