Quitarse la ropa y ligar como en la Edad de Piedra
Cuatro prepara el programa Adán y Eva, un dating show donde los concursantes, desnudos y en una isla paradisíaca, deben desplegar su armamento de seducción.
Si a la mayor parte de la gente le pone de los nervios una cita a ciegas, imagínense si en esa cita, además de quedar con un desconocido, hubiera que presentarse como dios nos trajo al mundo, es decir, completamente desnudos, sin maquillaje y sin un teléfono móvil al que aferrarse como a una tabla de salvación. Así, a pecho descubierto, y provistos tan solo de la capacidad de hablar, que por cierto tenderá a desaparecer ya que cada vez la utilizamos menos. Conozco hijos que, estando en casa, envían desde su acuarto un whatsaap a su madre, que está en la cocina, para preguntarle qué hay de cena esa noche. Con este ligero equipaje y las habilidades más primitivas, los concursantes del programa Adán y Eva, que prepara Cuatro –todavía está en la fase de casting para elegir participantes– deberán encontrar pareja en una isla abandonada. ¿Algún voluntario?
Este dating show será la versión española del programa holandés Adam looking for Eve, que se estrenó el pasado marzo en el canal RLT5 del país europeo y que ha sido un éxito de audiencias, con un 10,2% de share –normalmente la misma cadena, en idéntico horario, tiene un 4%–. Alemania se encuentra ya preparando su versión, y en el pasado festival de televisión MIP 2014, la consultora francesa especializada The Wit seleccionó Adam looking for Eve como uno de los proyectos televisivos más novedosos de todo el mundo.
Las estrategias de seducción se encuentran actualmente rodeadas de artificios: maquillaje, prendas que realzan nuestros atributos o camuflan nuestros defectos, accesorios que desvían nuestra mirada y suplantan al verdadero objeto de deseo –gafas, relojes, coches– o ambientes perfectamente estudiados para crear atmósferas irreales. La pregunta que los creadores de este formato se han hecho es: ¿cómo resultaría la búsqueda de pareja sin maquillaje corrector, bb creams, jeans que moldean, wonderbras, afeitados apurados, depilaciones integrales, desodorantes que –ni aún queriéndolo– nos abandonan, cenas en restaurantes de moda y cócteles en terrazas de diseño?
Manuel Villanueva, director general de Contenidos de Mediaset España, presentó el proyecto el pasado mayo en rueda de prensa y explicó que los concursantes, seleccionados en función de sus preferencias y personalidades, se conocerán caminando desde extremos opuestos de una playa. A partir de ese momento, arrancará una experiencia a la que se irán sumando más candidatos de ambos sexos, que ampliarán las opciones de los protagonistas de encontrar pareja.
“La desnudez en Adán y Eva no es un contenido, es una circunstancia dentro del programa”, ha señalado Villanueva. “Además, esto es un dating, no un reality de supervivencia. Los aspirantes van a esta playa paradisíaca a encontrar su media naranja. Van sin prejuicios, sin ese disfraz que a todos nos aporta la ropa, y sin tapujos”.
La filosofía del programa trata de invertir los términos en los que, generalmente, se desarrolla una relación. Conocemos a alguien vestido y adornado con sus creencias, complejos, capas de protección y, tras algún tiempo, vamos descubriendo al verdadero personaje: desnudo, vulnerable e indefenso. Finalmente, los concursantes que hayan encontrado al amor de su vida en Adán y Eva deberán probar nuevas citas en la civilización, para comprobar si realmente su pareja “salvaje” le sigue gustando tanto.
El experimento me recuerda a aquellos procesos de reinserción de animales salvajes, nacidos en cautividad, a su medio natural. Deben aprender a valerse por sí mismos, a cazar, a fiarse de sus instintos y a desconfiar y huir de los seres humanos como del mismo diablo. Trasladada esta problemática al tema de la seducción, el reto está en sentirnos mínimamente confortables en pelota picada y, lo más difícil, si sabremos flirtear sin una barra de bar de por medio y sin googlear antes a la persona con la que vas a quedar, para luego darte cuenta de que todo lo que has visto en la red pertenece a un mundo fantástico sin equivalencia en el real.
Los militantes del nudismo, que cada vez son menos ya que esta práctica vive últimamente sus horas bajas, son dados a sostener que si viviéramos desnudos, el mundo sería mejor. Sin llegar a estos extremos, lo cierto es que ir desprovisto de ropa tiene muchos efectos beneficiosos para la salud física y psicológica, especialmente significativos en las mujeres. Estudios realizados en 1984 por Daniel De-Goede, psicólogo norteamericano, establecieron que entre todos los grupos evaluados –nudistas masculinos, no nudistas masculinos, nudistas femeninas, y no nudistas femeninas–, las chicas que se quitaban la ropa obtuvieron la puntuación más alta en autoestima corporal, mientras que las que no lo hacían lograron la más baja. Esta práctica promueve también el concepto del cuerpo como un todo, en vez de separar algunas partes como indeseables o vergonzosas. Muchos sostienen también que previene la anorexia, ya que elimina ideas distorsionadas sobre cómo debe ser el cuerpo o el tamaño de los genitales; además de proporcionar numerosos ejemplos de desnudos, y no solo los de las modelos o actores porno. Además, la exposición no abusiva a la luz solar mejora la salud general: provoca la síntesis de vitamina D, vital, entre otras cosas, para la absorción de calcio; estimula el sistema inmunológico y endocrino; y regula el sistema nervioso simpático y parasimpático, gracias al efecto del aire en las terminaciones nerviosas de la piel.
Pensamos que la atracción y el sex appeal están directamente relacionados con tener una apariencia de infarto, pero la realidad es otra. Según Francisca Molero, ginecóloga, sexóloga y directora del Institut Clinic de Sexología, de Barcelona, “la aceptación del propio cuerpo es una cuestión de autoestima y ésta se forja en la infancia, auque puede trabajarse y va variando a lo largo de los años. En el tema de la atracción yo diría que tienen más peso los factores psicológicos que los morfológicos. Nos sentimos atractivos y proyectamos esa idea en los demás y, por otro lado, lo que más nos atrae de alguien es saber que hemos despertado su interés”. Sin embargo, por alguna extraña razón no acabamos de creernos del todo esta teoría y seguimos echando la culpa de nuestra falta de confianza a limitadas partes de nuestra anatomía.
Imagen del concurso Adam looking for Eve.
Un estudio de 2010 publicado en The Telegraph revelaba que un 48% de las mujeres prefiere permanecer con alguna prenda durante la relación sexual y, dentro de este grupo, el 54% lo hacía porque eso les generaba más confianza. El 61% de las entrevistadas seguía prefiriendo hacer el amor con las luces apagadas y lo que la mayoría se negaba a quitarse era el sujetador. Los hombres no están al margen de esta tendencia y cada vez hay más casos de anorexia entre la población masculina. “La percepción de que ahora hay más problemas de aceptación corporal y complejos tiene que ver con la capacidad de resolverlos”, afirma Francisca Molero, “es cierto que ahora hay muchas expectativas irracionales, procedentes de las miles de imágenes que recibimos constantemente, pero también disponemos de más mecanismos para intentar solucionar el tema, por eso se hace más evidente. Y es verdad que la no aceptación del cuerpo puede impedir disfrutar plenamente de la sexualidad, llegando a producir anorgasmia, problemas de excitación o de falta de deseo. El sexo es uno de los mejores instrumentos de que disponemos para fomentar la autoestima, pero si no lo practicamos, porque creemos que no damos la talla, estamos creando un círculo vicioso del que no es fácil salir”, dice Molero.
En cuanto a nuestra capacidad de reencontrarnos con el arsenal erótico que debieron utilizar nuestros primitivos ancestros, Mario Luna, coach en seducción y coautor de Ligar es fácil si sabes cómo (Anaya Multimedia, 2012) junto a Ray Habana y Héctor Latorre, cree que “puede ser complicado al principio, pero a la larga será más fácil y puede ser muy gratificante, además de descubrirnos que generalmente nos complicamos mucho las cosas o que tenemos gustos distintos a los que creíamos. Los concursantes de este programa tendrán que volver a conectar con sus instintos a la hora de buscar pareja y ahí entran en juego habilidades e intuiciones como mirarse a los ojos, hablar con la persona, saber leer el mensaje no verbal que nos está enviando o descifrar lo que su cuerpo y su morfología nos pueden decir de su estado de salud y su personalidad. Seguramente, a nivel de seducción deberíamos fiarnos más de la intuición. La parte consciente del cerebro puede procesar 50 millones de bits por segundo; mientras la inconsciente llega a 11 millones".
La ausencia de maquillaje y adornos, lejos de ser un inconveniente, también puede ser visto como un interesante experimento, según Mario, “la belleza está muy estereotipada, pero si uno tiene oportunidad de ver cosas diferentes, a lo mejor se da cuenta de que sus gustos van en otra dirección. Muchos hombres, con la madurez, descubren que el modelo de mujer que realmente les gusta es otro diferente al que creían y empiezan a dar más valor al tacto, al brillo de los ojos o a cualidades que hasta ahora estaban en un segundo plano. ¿Y qué decir del olor? Me refiero al que tiene naturalmente un cuerpo, sin colonias ni desodorantes. Nos estamos perdiendo un elemento importante, las feromonas y toda la química que pueden desencadenar”.
¿Volverá la estética Picapiedra de la mano de este dating show? ¿Dejaremos de acicalarnos, nos asilvestraremos y elegiremos a nuestra pareja, no por su aspecto, ni por su cuenta corriente sino por su habilidad para hacer fuego o intuir que se avecina una tormenta? Dado que la pretensión, el engaño y el sano afán por adornarse han existido siempre y son también comunes entre los animales , yo más bien apuesto a que alguna de las concursantes se hará un tanga con hojas de banano, prenda que le copiarán sus amigas, y que no habrá que esperar mucho hasta que las tiendas nos lo vendan a nosotros a precio de oro. Todo bajo el lema de Primitive Chic.
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