Los saraos más esperados de Cannes
Armani, Bill Clinton y Sean Penn organizan fiestas en el festival, pero las estrellas más escurridizas, como Pattinson y Stewart, se esconden en rincones menos concurridos.
La 65º edición del Festival de Cannes acaba de arrancar y ya está influyendo en la moda. Es sabido que Wes Anderson concede una enorme importancia al look de sus películas (de hecho, para sus críticos son solo eso, look) y la última, Moornise Kingdom, no es una excepción. Y más allá de los uniformes de scout, se puede prever que la película influirá en al menos una tendencia de belleza: la sombra de ojos azul eléctrico (que hasta ahora arrastraba una fama tirando a marbellí), tal y como la luce durante toda la película la jovencísima protagonista, Kara Hayward. Pero ojo, hay reglas: hay que llevarla aplicada de cualquier manera, como una niña que estuviera jugando ilícitamente con el maquillaje de su madre, sin apenas otras pinturas y con el pelo revuelto. El personaje de Hayward puede hacer por la sombra azul lo que Margot Tenenbaum (Gwyneth Paltrow) hizo con los ojos ahumados, la raya al lado y los abrigos de piel vintage, salvando las distancias.
El equipo de Anderson, que llegó a la Croistette acompañado de Bruce Willis, Edward Norton, Tilda Swinton y Bill Murray, además de los dos niños protagonistas del filme, sostuvo el reinado en la alfombra roja durante la primera jornada y dio también la primera fiesta sonada del festival, con una estética de cabaña chic similar a la del filme.
Así de guapo posaba ayer por la mañana Bill Murray con Wes Anderson presentando ‘Moornise Kingdom’.
Getty
Menos quirky y más historiados serán seguramente algunos de los saraos más esperados de la semana. Aunque los nuevos Príncipes de Mónaco están lejos de revitalizar la industria del corazón como lo hacen los duques de Cambridge, el diminuto Príncipado está esforzándose por recuperar su perdida imagen de glamour. Dentro de esa campaña se inscribe la fiesta que ofrecen Alberto y Charlene junto con Bill Clinton (ya, la mezcla rara es intrínseca a Cannes) organizan la primera fiesta Nights in Monaco en el Hotel de Paris de Monaco, a beneficio de sus dos fundaciones. Los invitados estrella a los que seguramente aspiran serían las dos parejas más potentes del festival, Robert Pattinson (que está en Cannes presentando Cosmopolis, de David Cronenberg) y Kristen Stewart (que estrena On the Road, de Walter Salles) y los Brangelinos. Él trae al festival Killing me softly y ambos tienen una casa cerca de la ciudad.
Grimaldi y los Clinton no son los únicos que aterrizan en la escena nocturna del festival y le intentan robar el protagonismo a galas clásicas como la de amfAR, que recoge fondos contra el sida. Se celebra siempre en el Hotel du Cap de Antibes y en el pasado han asistido Elton John, Johnny Depp, George Clooney, Madonna y Natalie Portman entre muchos otros. Pero, como decíamos, el calendario de las estrellas (y los figurantes) se aprieta. Sean Penn, Giorgio Armani, la modelo Petra Nemcova y Paul Haggis, el director de Crash, dan su propia fiesta con el objetivo de recoger fondos para Haití. Se celebrará mañana (VIERNES) y Penn, siempre tan preocupado por lo auténtico, se trae a músicos haitianos para la ocasión. Pueden decirle al respetable aquello de John Lennon cuando los Beatles actuaron para la reina: los de los asientos baratos aplaudan, el resto de ustedes, sacuda sus joyas.
Y hoy Chopard entrega su premio a dos jóvenes estrellas prometedoras y celebra una fiesta posterior en el legendario Hotel Martínez a la que se espera que asistan Sean Penn, Marion Cotillard (que ya llega acompañada de la aureola de reina del festival por su papel protagonista en Rust and Bone) y Lana del Rey entre otras estrellas.
Más allá de estas fiestas, los actores más escurridizos, como Pattinson y Stewart, suelen celebrar sus propios eventos cerrados al público en establecimientos como el Hotel du Roc, donde al parecer Kirsten Dunst se desmadró el año pasado. Y los mortales, los que no consiguen invitaciones a ninguno de estos saraos, se congregan en el abarrotado bar Petit Majestic, donde las copas se sirven en vasos de plástico y no hay peligro de encontrarse a ninguna celebrity, a no ser que quiera ir muy, muy de incógnito.
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