Las hermanas Haim: la banda indie que marca tendencia
Son hermanas, se llaman Haim y han pasado de ser un grupo más del circuito indie de Los Ángeles a convertirse en la banda referente de medio planeta. Sus canciones y su vestuario (tan divertido como ellas) tienen club de fans.
Hay varias cosas que conviene saber sobre Haim. Es una banda compuesta por tres hermanas, bautizada con su propio apellido, que significa «vida» en hebreo. Como manda la tradición judía, crecieron cumpliendo con la dieta kosher, pero se les hace la boca agua con una pizza de pepperoni (lo mantienen en secreto delante de su padre). Este es la mayor, la bajista y la más maternal, que solo sale con escritores. La sosegada Danielle, guitarra y voz, ha sido contratada por otros artistas. Alana, la benjamina, encargada de la percusión y los teclados, ha trabajado como niñera y se pierde hasta en su propia ciudad. A todas les apasiona la moda, pero a su manera. Este prefiere los vestidos, Danielle solo lleva tejanos y Alana, shorts. No hay manera de convencerlas de que se prueben otra cosa. Pero si hay algo que define a estas californianas de 26, 24 y 22 años es que son divertidas, desacomplejadas y de lo más entretenido del panorama musical.
Es el cumpleaños de Alana y, tras soplar las velas del pastel, las tres se desprenden de sus bufandas y bolsos de Givenchy y se lanzan a escoger la ropa que ha traído la estilista. Bulliciosas y con mucho desparpajo, las hermanas Haim son la mejor compañía para una sesión de fotos durante un día invernal en Londres. Ha pasado más de un año desde que fueran elegidas por la BBC como «el sonido de 2103». Un ejercicio de clarividencia sin recompensa en metálico pero con mucha puntería, ya que entre los ganadores de ediciones anteriores están Adele y Ellie Goulding. Ahora las hermanas Haim viven un momento muy dulce. Han grabado disco de debut, Days Are Gone, un pegadizo híbrido del R&B de los 90 y el rock de Fleetwood Mac que ha logrado el número uno en las listas británicas.
Este con camisa de encaje de Maje (c. p. v.).Alana con top de crepé y seda de Christopher Kane para Net-a-porter.com (850 €). Danielle con camisa de Lacoste (110 €).
Simon Emmet
Acaban de terminar una gira mundial de siete meses durante la que han tocado tres veces en el festival de Glastonbury (una de ellas junto a Primal Scream). Y por el camino han ido reclutando a seguidores célebres como Florence Welch o Arctic Monkeys. No hay que dejarse engañar por su lozanía: son algo más que jóvenes promesas.
Entre sus influencias citan a grupos de chicas como TLC o Destiny’s child; y su sonido ha sido comparado por algún crítico con el de Phil Collins. Han puesto de moda lo que parecía imposible.
Alana: No lo hacemos de manera consciente. Ese es el tipo de música que escuchábamos cuando éramos niñas. Para nosotras no es una cuestión de que mole o no. Nos gusta lo que nos gusta y no nos sentimos mal por ello.
Danielle: Damos mucha importancia tanto a la composición como a la grabación de los temas. La década de los 80 es uno de nuestros referentes. En los años 90, con el grunge, la producción empezó a decaer. Hoy, con los avances tecnológicos, puedes grabar un disco en tu cuarto y conseguir un buen sonido por poco dinero. En términos estrictamente musicales, estamos viviendo una época similar a la de los 80, porque la electrónica es muy relevante y se fusiona con el rock.
En su caso, componer es algo tan natural como respirar. De hecho, tenían un grupo con sus padres.
Alana: Era una actividad familiar. A ellos les encanta la música, pero también son prácticos: nos ponían a tocar instrumentos para que así nos cansásemos y no molestásemos demasiado.
¿Era más difícil ganarse al público entonces que ahora como artistas profesionales?
Este: Crecimos en un barrio del extrarradio de Los Ángeles, un ambiente para nada glamuroso. Y tocar en cafés o ferias callejeras no es tan fácil como hacerlo en salas de conciertos. A nuestros primeros bolos siempre venía un tipo de unos 80 años que se colocaba en primera fila.
Alana con top (345 €) y short (390 €), ambos de Emma Cook en Net-a-porter. Danielle con perfecto de Balenciaga (1.695 €). Este con vestido estampado de Marc by Marc Jacobs (586 €).
Simon Emmet
Antes de convertirse en la banda más cool del planeta (y de que el primer ministro británico David Cameron tuiteara su nombre), formaron parte de un grupo de pop adolescente, Valli Girls.
Este: Fue un poco absurdo. Al principio era divertido estar con otras niñas porque Danielle y yo teníamos 13 y 16 años. Pero a los tres meses nos dimos cuenta de que no encajábamos porque queríamos escribir nuestras propias canciones.
¿Es cierto que Julian Casablancas (de The Strokes) les dio consejos infalibles para triunfar?
Danielle: Me lo presentó Jenny Lewis cuando yo estaba de gira con ella. Llevábamos ya tres años con Haim [desde 2007]. Le dije que estábamos perdidas y no íbamos a ninguna parte. Y él me aconsejó que dejásemos de tocar una temporadita.
Este: Por aquella época no ganábamos nada con los conciertos porque todos nuestros amigos nos pedían entradas y los apuntábamos en la lista de invitados. Julian nos animó a seguir adelante. Nos dijo que teníamos talento y, de hecho, nos ofreció tocar con ellos de teloneros.
Las letras de su disco hablan de corazones rotos, pero siempre desde la perspectiva de una mujer independiente. ¿Son autobiográficas?
Alana: Siempre que he tenido un desengaño amoroso mis hermanas me han consolado diciéndome: «Tienes que superarlo», «No es tan grave», «Es algo que vas a experimentar montones de veces»… No somos de las que se meten en la cama a llorar y a ver películas románticas con un helado de Ben & Jerry’s. Mi madre nos enseñó a ser fuertes. Venimos de una familia de mujeres con mucho carácter.
Este: Nuestra bisabuela montó su propio negocio en los años 30. Ella y mi abuela nos inspiran. Fueron muy longevas. Tenían mucha alegría de vivir.
Simon Emmet
A día de hoy, ¿ser mujer supone algún obstáculo extra en la industria de la música?
Alana: Con nosotras no se mete nadie. ¡Damos miedo! Somos como una manada de lobas, nos protegemos mutuamente.
Danielle: En este mundillo nunca es fácil ser mujer. Pero vamos a lo nuestro y no nos preocupamos de lo demás. Yo he sido la única chica en un grupo [de chicos], pero tenía 20 años: me trataban como su hermana pequeña.
¿Comparten vestuario entre hermanas?
Este: Sí. De hecho, nuestras únicas peleas son sobre trapos. Danielle, por ejemplo, sabe comprar muy bien y todas queremos su ropa porque es la más bonita. Yo soy de mucha cantidad pero poca calidad. Se me rompe todo a los dos días.
Alana: Yo no sé ir de compras, lo admito; así que robo las prendas a las demás.
¿Qué es lo primero que se compraron cuando empezaron a ganar dinero?
Danielle: Cazadoras de cuero, como las de Acne.
¿Hay alguna prenda tabú en Haim?
Alana: Este lleva vestidos muy cortos y a veces tenemos que darle un toque porque se pasa. Y el problema es que se mueve mucho en el escenario.
Este: Tiene una explicación: mi madre los mete en la lavadora y se encogen.
Alana: Y no sabemos caminar con tacones. Nos los ponen para las fotos [de promoción] y es como si nos hubiéramos roto los tobillos.
Danielle: ¡La imagen es ridícula! ¡Parecemos jugadores de fútbol americano!
Eligen sus diseños con mucha desenvoltura. Al verlas, se nota que saben de moda.
Este: Nos entusiasma. Yo aprendí mucho cuando trabajaba en Wasteland, una tienda de compra-venta de ropa de firma de Los Ángeles. Tienen cosas de las mejores marcas, pero tiradas de precio. ¡Me gastaba todo el sueldo en prendas y complementos! Pero tenía un truco para conseguir chollos. A los que venían para venderme algo, les decía que el bolso que me traían era falso y así les daba menos dinero y me lo quedaba yo. ¡Lo siento por ellos!
Alana: Encontrar la chupa perfecta es vital.
Simon Emmet
¿Cuáles son sus referente de estilo?
Danielle: Nos gustan las mujeres fuertes, como Amelia Earhart, Katharine Hepburn o Jane Birkin, quien solo necesita unos vaqueros y una camiseta para resultar increíblemente chic.
Este: Danielle es la única que puede vestirse así. Si yo me pongo un tejano y una camiseta, parezco la encargada de un restaurante de carretera.
Alana: A mí me gustaría ser Brigitte Bardot o Beyoncé. Levantarme casada con Jay Z y con Blue Ivy de hija. Quizá en mi próxima vida.
Las tres presumen de melena extralarga. ¿No les tienta un cambio de imagen radical?
Alana: Por decisión de mi madre, nunca hemos tenido el pelo corto. De niñas éramos hippies de melena hasta la cintura. Una locura. El caso es que ahora me da pena cortármelo. Pero algún día tendremos que hacer un «Miley Cyrus».
Este reveló su número de móvil durante un concierto, ¿sufren todavía las consecuencias?
Alana: La llaman constantemente. ¡Cada día!
Este: Me gusta mantener contacto directo con nuestros seguidores. Pero muchas veces me incomoda porque el teléfono suena a altas horas de la noche y nos despiertan.
Aparte de llamadas intempestivas, ¿conocen personalmente a sus seguidores más fieles?
Alana: Danielle tiene muchos, y muy raros. Hay un tipo que le manda flores después de cada concierto y la llama «copo de nieve». Es el peor regalo que pueden hacernos cuando estamos de gira porque las dejamos en el camino. A mí me regalan chucherías en forma de cerdo. ¡Ya podrían enviarnos cosas que necesitamos de verdad, como champú en seco, calcetines o cuchillas de afeitar!
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