¡Andá, los ‘porsiacasos’!, por Eva Hache
«Dentro del zapato mete un collar de Swarovski y luego aprieta fuerte con una docena de bragas»
Para mí la maleta perfecta es ésa en la que cabe todo tu armario y no tienes que portear tú mismo, pero es poco probable viajar con sherpas y que la compañía aérea nos permita llevar algo más grande que tres cajas de cerillas unidas con celo. Por eso, independientemente de que seamos muy ordenados o volquemos nuestro equipaje en el suelo haciendo una montaña de ropa que ya veremos después si vuelve, lo mejor es hacer caso a los expertos que nos explican cómo se prepara bien la maleta. He elegido las pistas más valiosas y en las que todos coinciden, por supuesto:
1/ Antes de hacer la maleta escribe una lista con todo lo que llevarás a tu destino, teniendo en cuenta dónde vas, qué temperatura hace, por cuánto tiempo estarás y qué vas a hacer allí. Esto está fenomenal porque te protege de sorpresas en todos los sentidos, malas o buenas. Si, por ejemplo, te invitan a darte un rulo en yate y no llevas la chupa de capitán Pescanova, pues no se va y punto… y ojalá naufraguen sin ti. Además, sabiendo todo lo que vas a hacer antes de salir de casa, va todo bien organizadito, sin sustos. ¿Puede ser aburrido? Sí, lo será. Pero será tan rutinario como trabajar y te libras de la depresión postvacacional.
2/ Dentro de zapatos o botas tienes un espacio rígido donde puedes meter cosas que no quieres que se rompan (por ejemplo, un collar de cristales de Swarowski), o aprovechar para guardar tu ropa interior. O las dos cosas. Primero el collar y luego aprietas fuerte con una docena de bragas. En caso de que el collar se reduzca a añicos, no hay que preocuparse: se vende como diamantes a gente inculta en el lugar de destino.
3/ Lleva solo un par de zapatos de repuesto. Recuerda que tienes unos puestos en el viaje. El calzado debe ser cómodo. Gracias por recordarme que voy calzada, pero no estoy de acuerdo totalmente en lo de la comodidad porque, ¿y si hay un concurso de drag queen que quieres ganar? Lo que propongo a cambio es llevar stilettos de 20 centímetros y, para que no se pinche el neceser, un par de baguettes clavadas en los tacones que, mágicamente, ya tendrán hechos los boquetes para rellenar con dos simpáticas salchichas. De un tiro, solucionados un look y una merienda.
4/ Lo que más ocupe de la maleta, mejor llevarlo puesto. Este sí. Vestiré tres sujetadores con aros, la falda pantalón sobre el neopreno, un jersey de punto gordo, las deportivas dentro de las katiuskas y, cubriéndolo todo, el poncho/manta zamorana. Las entradas para el show del arco de seguridad del aeropuerto, a la venta ya.
5/ Si alguna de las prendas llega arrugada debes colgarla de una percha en el baño y abrir el grifo del agua caliente. Con el vapor desaparecerán todas las arrugas. Eso sí, no siempre conseguimos el efecto esperado. Ni tampoco conseguimos que no nos denuncien si hay sequía.
6/ Hay dos posibilidades para reducir el tamaño del equipaje: hacer capas superponiendo prendas alternativamente o enrollar la ropa. Solo hay que elegir si quieres sacarte el título de pastelero en milhojas o el de cigarrera.
7/ Bolsas de vacío. Gracias a su dispositivo para eliminar el aire de su interior, reducen el volumen del bulto y se logra que la ropa llegue planchada. Dejando más espacio en tu equipaje para llevar el aspirador que te haga de nuevo el vacío cuando prepares la maleta para la vuelta. Esto solo en el caso de que quieras regresar, claro. Todos estos consejos son maravillosos y yo se los cambio, señora, por viajar con lo puesto y un cepillo de dientes. Al llegar, robe una maleta, la que sea. Si lleva droga, pues mire, un poquito de ingreso extra o ese viaje que nunca se atrevió a soñar. Buenos viajes.
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